Nota del editor: Vanessa Cárdenas es estratega demócrata, con más de 10 años de experiencia en medios de comunicación y temas de inmigración, empoderamiento de las mujeres y cambio climático. Es presidenta de CárdenasStrategies, LLC. Las opiniones expresadas aquí son exclusivas de la autora. Vea más artículos de opinión en cnne.com/opinion
(CNN Español) – Hace unos meses, leí una biografía de la jueza de la Corte Suprema Ruth Bader Ginsburg (RBG). Una anécdota del libro me hizo sonreír: contaba la historia de Anita Ramos Mosteiro de Escudero, mecanógrafa del libro “Discriminación por motivos de género”. Inicialmente, esta se escandalizó al leer las opiniones de RGB sobre la discriminación de género. Años más tarde, cuando Anita estaba en una fiesta en su país de origen, fue presentada por su esposo con la típica frase: “esta es mi mujer”. Ella echó sus hombros atrás y proclamó en voz alta para que todos la oyeran: “¡Yo no soy de nadie! ¡Soy una persona!”. El libro la había transformado.
Este es un pequeño ejemplo del impacto que han tenido los argumentos bien razonados de la jueza Ruth Bader Ginsberg e ilustra el tipo de trabajo que hizo para ayudar a que las mujeres se dieran cuenta de que merecían los mismos derechos que los hombres, en un momento en el que todavía eran tratadas como personas de segunda clase.
El trabajo de Ruth Bader Gingsburg
La magistrada Ginsburg no fue perfecta. Pero no es exagerado decir que ningún otro juez ha hecho tanto en lo que respecta a la igualdad de género. Si usted es mujer, tiene mucho que agradecerle a la jueza Ginsburg. Su trabajo histórico en Reed v. Reed impulsó a la Corte Suprema a aplicar la Cláusula de protección igualitaria para acabar con la discriminación de género. Su disidencia ferviente sobre la discriminación salarial en 2007 llevó a la promulgación de la Ley de pago justo Lilly Ledbetter, de 2009, que protege a las mujeres contra la discriminación salarial. Su trabajo sobre el acceso financiero aseguró que las mujeres pudieran obtener tarjetas de crédito y préstamos a su nombre. También rompió las barreras para las mujeres en la educación cuando escribió el histórico fallo de que las escuelas financiadas por el Estado deben admitir a las mujeres. Ella presionó para que la discriminación por embarazo fuera reconocida como una forma de discriminación de género; e incluso ayudó a que fuera más fácil que las mujeres puedan participar en jurados. Estas decisiones históricas, aunque se concentraron en las mujeres en general, tuvieron beneficios particulares para las mujeres de color, que enfrentan tantos obstáculos cuando se trata de un acceso equitativo y justo.
Y en los últimos años, RBG fue una defensora incondicional sobre temas progresistas que ayudaron a las personas de color, incluyendo los latinos. Se mantuvo firme al apoyar la Ley de cuidado de salud a bajo precio (ACA), votó para brindar igualdad de derechos a las personas LGBTQ+, fue una firme defensora del medioambiente y defendió a las comunidades inmigrantes. A principios de este año, se unió a la decisión de 5 votos a 4 al rechazar la decisión de Trump de poner fin al programa DACA, que brinda a los jóvenes inmigrantes indocumentados la oportunidad de vivir sin temor a la deportación; también escribió la disidencia de la minoría en el caso de un adolescente mexicano que fue asesinado a tiros por un agente de la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos. Ella argumentó que la familia del joven tenía derecho a reclamar daños monetarios al agente y señaló un historial de quejas contra agentes de la Patrulla Fronteriza. En 2019, se unió al fallo de la mayoría que anuló los esfuerzos de la administración Trump para agregar una pregunta sobre la ciudadanía al Censo de 2020. Votó frecuente y sistemáticamente a favor del reconocimiento de los derechos de los inmigrantes y refugiados.
Otras leyes que defendió Gingsburg
Y aunque también perdió, también luchó para proteger nuestros derechos al voto. En Shelby County v. Holder, la mayoría del Tribunal revocó las protecciones de la Ley de derechos electorales de 1965 y permitió que los estados del sur cambiaran sus procedimientos de votación sin supervisión federal. En su disidencia, Ginsburg escribió: “Eliminar la autorización previa cuando ha funcionado y sigue funcionando para detener los cambios discriminatorios es como tirar el paraguas en una tormenta porque uno no se está mojando”.
En 2014, cuando la Corte Suprema se puso del lado de una ley en Texas que obligaba a los votantes a presentar formas específicas de identificación, la juez Ginsburg argumentó que esa ley era una carga inconstitucional sobre el derecho al voto y que su intención era “deliberadamente discriminatoria”.
Estas son algunas de las razones por las que los republicanos y la administración Trump están tan ansiosos por reemplazarla con una opción más conservadora. Saben que ahora tienen la oportunidad de confirmar un juez conservador que tendrá un enorme impacto en temas centrales para nuestra democracia en las próximas décadas: todo, desde inmigración, salud, hasta derechos reproductivos, medioambiente y, sí, incluso las elecciones. Todas estas decisiones son extremadamente relevantes para la comunidad latina y no están en un futuro lejano; este 10 de noviembre la Corte Suprema tiene previsto escuchar una demanda que desafía la constitucionalidad de la Ley del Cuidado de Salud a Bajo Precio ( ACA). Si los republicanos pueden confirmar a otro jurista conservador, sus esfuerzos para promover esa agenda no conocerá límites.
Si los latinos necesitaban otro motivo para presentarse a las urnas este noviembre, sin duda es este. Debemos proteger el legado de la jueza Ginsburg asegurándonos de que el Senado no avance en la confirmación de un nuevo juez. Y, luego, debemos hacernos presentes para elegir a un presidente que designe a un magistrado que sepa proteger nuestros derechos civiles y que luche para que todos seamos tratados de igual manera ante la ley.