Nota del editor: Camilo Egaña es el conductor de Camilo. Las opiniones expresadas en este artículo son exclusivas del autor.
(CNN Español) – Ha muerto Quino, el padre de Mafalda, y uno siente un portazo enorme y definitivo.
Porque mientras el dibujante argentino Joaquín Lavado estaba vivo, y pese a su decisión de dejar tranquila a la chiquilla, yo tenía la secreta esperanza de que Mafalda podría tocar mi puerta en cualquier momento. Y compartir unas cuantas sonrisas y un cafecito cubano. Ahora, ni una cosa ni la otra.
Quino nunca tuvo hijos porque decía que es una porquería traer a alguien a este mundo sin haberle preguntado antes.
Y enfrentaba a los elogiadores —y a sus adjetivos superlativos— como a las balas: rehuyéndolos.
Sabía que su Mafalda era inconmensurable, pero intentaba restarse importancia.
Decía que la chiquilla y sus amigos eran muñecos y nada más que muñecos.
Pues muñecos como esos necesitamos más que a personas como… a ”quien tú sabes”.
Que 55 años después de creada, lo que decía Mafalda esté de plena actualidad, no es mérito de Quino: es vergüenza de cada uno de nosotros. Que somos como somos.
Por más que no queramos parecerlo.
Por mucho maquillaje y mucho crecepelos que usemos; y mucho viaje a París y mucha misa de domingo, somos lo que somos.
Alguna vez Mafalda dijo: “No es que no haya bondad, lo que pasa es que está de incógnito”.
Quién sabe. Yo de eso mejor no opino, como diría la propia Mafalda. ¡Qué hartazgo, por Dios!
Tal como está todo, patas arriba y con tanto charlatán al mando y con tanto cambalache… qué decir que no se haya dicho ya.
Ha muerto Quino, el padre de Mafalda y todos estamos, a partir de ahora, un poco más huérfanos.