Hong Kong (CNN) – Mientras gran parte de Europa se enfrenta a renovados bloqueos por coronavirus, y un invierno potencialmente miserable –y mortal– se avecina, China va viento en popa.
El lunes, el país registró un crecimiento económico positivo por segundo trimestre consecutivo. Esto subraya la rapidez con la que se ha recuperado la segunda economía más grande del mundo.
Se produce a raíz de un experimento aparentemente exitoso al permitir viajes domésticos masivos. Millones de personas cruzaron China para la festividad nacional de la Semana Dorada.
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Para muchos en Europa, el enfoque de China sobre el coronavirus se caracteriza por el draconiano confinamiento inicial de 76 días visto en Wuhan. En la ciudad central de China se detectaron por primera vez los casos del virus a finales del año pasado.
Pero otras partes del país nunca vieron restricciones tan estrictas. Incluso durante las primeras etapas de la pandemia cuando se introdujeron confinamientos similares en ciudades de toda China.
El éxito de China en el control del coronavirus no es tanto un producto de esas primeras medidas de control –aunque se han utilizado de manera efectiva para detener los brotes regionales– sino de cómo el país maneja las cosas después de que las personas pueden moverse nuevamente.
El sistema de rastreo de China
En particular, la capacidad de China para rastrear casos en todo el país cada vez que se sugiere un nuevo grupo de infecciones ha permitido al Gobierno responder rápidamente y controlar las epidemias locales.
Esto ha incluido un sofisticado sistema de “código de salud” clasificado por colores para rastrear los movimientos de las personas. Se requiere un certificado de salud claro (verde) y el código QR correspondiente para ingresar a muchas empresas. Esto garantiza que casi todos hayan adoptado la medida, lo que facilita el rastreo en caso de un brote.
Estas medidas han permitido a los gobiernos regionales cerrar un área específica o realizar pruebas masivas cuando sea necesario. Esto se vio más recientemente en la ciudad de Qingdao en el noreste de China, donde se hicieron pruebas a más de 10 millones de personas en aproximadamente una semana, después de que se informaron 12 casos de transmisión local.
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Entre provincias y regiones, las fronteras que antes no tenían fricciones y eran en su mayoría invisibles, ahora se controlan cada vez más. El transporte público puede restringirse o detenerse por completo en caso de un brote.
La entrada a China desde el extranjero también ha estado muy restringida, con estrictas medidas de cuarentena aplicadas a la llegada.
La contención también se ha visto favorecida por el uso generalizado de máscaras y el cumplimiento de las normas de higiene pública, que a menudo han sido estrictamente controladas por las autoridades chinas y promovidas por campañas de propaganda masiva.
A veces, esto se ha utilizado para potenciar aún más el estado de seguridad gigante de China, y el cumplimiento rara vez es opcional. Pero los métodos que se utilizan han demostrado ser efectivos en otros países asiáticos sin la amenaza de castigo.
El recuerdo del virus SARS
En parte, esta respuesta más productiva al virus en China, y en otros lugares de Asia, incluidos Hong Kong, Taiwán, Corea del Sur y Japón, se debe a la reacción diferente de la población general en comparación con Europa.
Asia oriental sufrió la epidemia del síndrome respiratorio agudo severo (SARS) en 2003. El recuerdo de eso se mantuvo firme, lo que hizo que el uso de mascarillas y otras precauciones fueran fáciles de alentar. En partes de Europa y otros países occidentales, particularmente en EE.UU., el uso de máscaras sigue siendo un tema controvertido incluso ahora, meses después de que se haya demostrado su eficacia.
Esto también ayudó a dar forma a las respuestas oficiales al virus. A diferencia de otros países, los gobiernos asiáticos tenían planes epidémicos para hacer frente a posibles brotes y no tenían que esforzarse para idear un plan.
Y aunque se criticó a China por su manejo inicial de la epidemia en Wuhan, censurando las noticias y minimizando su gravedad, una vez que se reconoció como una amenaza nacional, la respuesta fue rápida y decisiva, a diferencia de las vacilaciones observadas en Europa y Estados Unidos, incluso cuando se comprendió el potencial de una pandemia.
China también se ha mantenido en alerta máxima aun cuando volvió a la normalidad. Es capaz de responder rápidamente a nuevos brotes y rastrear a cualquier persona potencialmente afectada a través de códigos QR, aplicaciones y el estado de vigilancia en expansión (y a menudo altamente intrusivo) del país. Se han realizado esfuerzos similares en Corea del Sur, Hong Kong y otras partes de Asia.
Europa frente al covid
En comparación, el rastreo en gran parte de Europa sigue siendo un desastre y muchos países carecen de la capacidad para realizar pruebas masivas. Cuando se realizan pruebas, la utilidad de los resultados a menudo se desperdicia porque aún falta la infraestructura para rastrear y poner en cuarentena los clústeres regionales.
De manera similar, las fronteras europeas se han mantenido en gran parte abiertas. A pesar de que el bloque tiene derecho a cerrar sus fronteras generalmente abiertas en nombre de la salud pública. Y se culpa a los viajeros de verano de varios brotes recientes.
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La Organización Mundial de la Salud (OMS) señaló ya en febrero que “gran parte de la comunidad mundial aún no está preparada, ni mental ni materialmente, para implementar las medidas que se han empleado para contener el covid-19 en China”.
“Es fundamental para estas medidas una vigilancia extremadamente proactiva para detectar casos de inmediato. Un diagnóstico muy rápido y un aislamiento inmediato de los casos. Un seguimiento y cuarentena rigurosos de los contactos cercano. Y un grado excepcionalmente alto de comprensión y aceptación de estas medidas por parte de la población”, según el informe.
Desafortunadamente, en los meses intermedios, incluso cuando la respuesta de China ha demostrado su efectividad, y modelos similares han mostrado éxito en Corea del Sur, Japón, Hong Kong y otras partes de Asia expuestas al virus durante mucho tiempo, Europa sigue rezagada.