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Biden y Trump se pelean la Florida, ¿qué grupo latino daría la victoria?
05:03 - Fuente: CNN

Nota del editor: Arick Wierson es un productor de televisión ganador de seis premios Emmy y exasesor de medios del exalcalde de la ciudad de Nueva York Michael Bloomberg. Asesora a clientes corporativos y políticos en estrategias de comunicación en Estados Unidos, África y América Latina. Puedes seguirlo en Twitter en @ArickWierson. Bradley Honan, director ejecutivo de Honan Strategy Group, una firma demócrata de análisis y encuestas, ha asesorado las campañas de Bill y Hillary Clinton. También las de Michael Bloomberg, Tony Blair y otros. Puedes seguirlo en Twitter en @BradleyHonan. Las opiniones expresadas en este comentario son suyas. Puedes leer más artículos de opinión en CNNE.com/opinion

(CNN) – A medida que nos acercamos a los últimos días de la contienda presidencial –un momento en el que los candidatos generalmente compiten para presentar sus mejores argumentos finales a los votantes– vale la pena ver lo mal dirigida que ha estado la campaña de Trump.

Como consultores demócratas, nos complace que el esfuerzo de reelección del presidente Trump haya sido tan errático y mal gestionado. Pero sí nos preocupa que la campaña débil de Trump pueda adormecer a los demócratas en una falsa sensación de seguridad sobre su posición con el electorado estadounidense.

En una carrera presidencial típica, las encuestas se ajustan cerca del final a medida que los votantes indecisos y quienes no se habían comprometido hasta entonces finalmente comienzan a enfocarse en los candidatos y sus diferencias políticas. Sin embargo, este año las encuestas indican que con cada semana que pasa, la ventaja del candidato demócrata Joe Biden se ha mantenido constante o, en algunos casos, incluso parece ampliarse.

Las ventajas que tenía Trump

Dadas estas dinámicas, uno pensaría que Trump y su campaña estarían haciendo un mejor trabajo para aprovechar el poder asombroso de la presidencia a su favor. Y esto particularmente debido al carril ideológico históricamente amplio que Trump ha creado para sí mismo.

Este carril es mucho más indulgente de lo que lo ha sido para cualquier otro candidato presidencial republicano en la era moderna. Gran parte de la aproximación de la administración Trump hacia la política exterior, el comercio y el gasto fiscal está en desacuerdo con la ortodoxia conservadora tradicional.

Trump se dirigió a la recta final con un libro de jugadas mucho más sólido del que disfrutaba cualquiera de sus predecesores. Tenía su base rabiosamente leal y el amplio apoyo de casi todos los republicanos en el Congreso. Sin embargo, una y otra vez Trump no logró ejecutar las jugadas ganadoras disponibles para él.

Lo que pudo haber hecho

Es demasiado tarde para que Trump cambie de táctica ahora, pero muchas de estas jugadas hubieran sido bastante fáciles de poner en marcha:

1. Aprobar otro paquete de estímulo. Nada genera beneficios políticos más rápido que repartir dinero gratis a los votantes en un año electoral. Trump debería haber liderado el esfuerzo para otro paquete de estímulo después de que el anterior expirara en julio. Debería haber torcido lo suficiente los brazos de los republicanos para que apoyaran las propuestas de los demócratas de un paquete de estímulo multimillonario. Tal vez incluso obligarlos a avanzar más, lo que le hubiera permitido a él afirmar que era el verdadero campeón de la clase trabajadora.

2. Salvar a los Dreamers. A Trump le gusta afirmar que es el mejor presidente para los negros desde Lincoln, una obvia mentira, pero en general el voto negro todavía es muy demócrata. Sin embargo, el voto hispano es otra historia. Los demócratas, y Biden, tienen una ventaja significativa en todo el país con los latinos (aunque Biden ha mostrado una ligera debilidad con este grupo demográfico). Sin embargo, los valores católicos conservadores, las agendas políticas de nicho –por ejemplo los cubanoestadounidenses y su postura sobre la política hacia Cuba– y una variedad de otros factores hacen de los latinos un grupo demográfico atractivo para cosechar votos para Trump. Esto es algo que hizo George W. Bush en 2000 y 2004.

Si Trump hubiera anunciado un camino hacia la ciudadanía para los beneficiarios del DACA y los Dreamers, algo que podría haber vendido a su base a pesar de su línea dura con la inmigración, podría haberse calificado a sí mismo como el mejor presidente para los votantes latinos en la historia. Además, como ciudadanos nuevos, muchos de estos latinos probablemente sentirían una lealtad hacia Trump, que generaría beneficios para el Partido Republicano en los años venideros.

3. Usar mascarilla. ¿Por qué Trump ha emprendido una campaña tonta contra las mascarillas sin ningún beneficio político evidente? Al desdeñar las mascarillas, aparentemente por poco más que motivos estéticos o un complacer al concepto de ‘libertad’ mal definido, lo único que hizo Trump fue enfurecer a muchos votantes, independientes incluidos, que sentían que estaba actuando de manera irresponsable y peligrosa con respecto al coronavirus.

4. Ataques sin foco. Atacar a Biden y Kamala Harris debería haber sido el único foco y prioridad de Trump. Sin embargo, su falta de disciplina ha permitido que Biden permanezca relativamente ileso. Y en ocasiones ha parecido casi temeroso de mencionar el nombre de Kamala. Además, los ataques que ha dirigido a Biden han sido indignantes y han tendido a no durar. No podemos seguir el ritmo de todos y cada uno de los ataques de Trump, pero los últimos incluyen al Dr. Anthony Fauci, ciertos senadores republicanos no identificados, la ciudad de Nueva York e incluso el bromista de la película “Borat” Sacha Baron Cohen. Biden y Harris deberían haber sido su foco todo el tiempo.

5. Intrigas palaciegas. El equipo de campaña de Trump 2020 ha sido caótico. El presidente cambió a su equipo de campaña más importante, supuestamente creó una cultura de miedo y luchas internas entre sus ayudantes, según informes de Politico, y permitió que su equipo gastara la mayor parte de los casi US$ 1.600 millones que ha recaudado, dejándolo necesitado de dinero en efectivo en el tramo final. El encuestador republicano Frank Luntz dijo que la campaña de Trump se centró en “los temas equivocados”, el “mensaje equivocado” y cometió “negligencia de campaña”.

La esperanza de su campaña

Ahora parece que la estrategia de Trump se reduce a tener la esperanza que pueda crear suficiente caos en los principales estados indecisos, manipulando sin cuidado el sistema postal y apoyando a los funcionarios estatales republicanos que intentan suprimir la participación de los demócratas, de modo que el resultado de las elecciones sea tan disputado a nivel estatal que las elecciones nacionales deban ser decididas en última instancia por la Corte Suprema, como lo fueron en 2000. Lo que explica su afán por colocar rápidamente a la nueva jueza Amy Coney Barrett en el puesto que dejó vacante la difunta jueza Ruth Bader Ginsburg.

Pero eso no es una gran estrategia. De hecho, es más como un Ave María de un mariscal de campo suplente desde su línea de una yarda cuando le queda menos de un segundo en el reloj.

Donald Trump nunca ha sido alguien que se resigna a la derrota, su marca está construida en la idea de ganar. Y con todos los peligros que le aguardan después de que deje la Casa Blanca –financieros y legales–, hubiéramos pensado que Trump habría hecho una campaña de reelección mucho mejor.

Esperemos que los demócratas no se vuelvan complacientes.