Washington (CNN) – Millones de votantes blancos están demostrando una vez más quiénes son y –alerta spoiler– no es algo realmente bueno para Estados Unidos, pero en particular para la gente negra y morena.
La incertidumbre miasmática que se cierne sobre las elecciones presidenciales de 2020, a medida que se siguen contando cientos de miles de votos legales en estados clave en el campo de batalla, es condenatoria, incluso si el demócrata Joe Biden logra una victoria.
Por un lado, a pesar de los cuatro años del presidente Donald Trump –es decir, de un hombre que ha hecho del nacionalismo blanco una parte central de su administración y cuya abyecta negligencia frente a una pandemia ha contribuido a más de 230.000 muertos– millones de votantes lo apoyan.
Votantes blancos, especialmente. Si bien las primeras encuestas a boca de urna (que, es importante subrayar, son notoriamente volubles) indican que Trump puede recibir más apoyo de los votantes de color este año que en 2016, la historia más significativa es que su base blanca parece sólida.
Como escribió la politóloga Melanye Price en octubre sobre los esfuerzos de la campaña de Trump para cortejar a los hombres negros, “incluso si el apoyo a los republicanos negros aumenta en 2020, la mayor parte de la responsabilidad por una segunda victoria de Trump será atribuible a los votantes blancos”.
De hecho, una cosa que esta semana ha aclarado es hasta dónde están dispuestos a llegar muchos estadounidenses blancos para proteger su blancura, para centralizarla, incluso después de un verano que vio un apoyo sin precedentes para el movimiento Black Lives Matter.
Pero eso es solo una parte de por qué la elección es tan vergonzosa.
El hecho de que la contienda parezca tan reñida habla del relativo éxito del Partido Republicano, el partido minoritario, a la hora de aferrarse al poder mediante maniobras como la privación del derecho al voto, la manipulación y la supresión de votantes, que afectan de manera desproporcionada a los votantes de color, que apoyan abrumadoramente el Partido Demócrata.
Por ejemplo, un estado que tenía a los expertos al límite era Florida. Muchos se preguntaron si podría entrar en la columna de Biden, dada la dirección de las encuestas previas a las elecciones. En última instancia, Trump ganó el estado por un margen mínimo. Sin embargo, su victoria se vio favorecida por el hecho de que muchas personas no tenían acceso a las urnas.
Después de que el 65% de los floridanos votaron en 2018 para restaurar los derechos de voto de los exdelincuentes, “la legislatura liderada por republicanos y el gobernador del estado decidieron anular la voluntad de los votantes creando nuevos obstáculos para que los exdelincuentes votaran, especialmente pagando tarifas y multas”. Así escribieron Julio Capó Jr. y Melba V. Pearson el martes para The Washington Post, calificando la medida como “una versión del siglo XXI de Jim Crow”.
“En muchos sentidos, equivale a un impuesto al sufragio con un nuevo nombre. Algunas estimaciones indicaron que 1,4 millones de floridanos habrían recibido su derecho a votar. Pero como resultado de las acciones de la legislatura, solo unos 300.000 de ellos eran elegibles para registrarse para votar”.
De manera similar, Ashton Pittman, de Mississippi Free Press, informó recientemente que, durante el verano, los funcionarios electorales del condado de Madison “rezonificaron silenciosamente” 2.000 votantes, en su mayoría negros e hispanos, de un precinto de mayoría blanca en un precinto de mayoría no blanca con pocas plazas de aparcamiento, en lo que muchos creen que es un medio para hacer que la zona sea sólidamente republicana.
“Mi opinión es que esto se está haciendo para disuadir a las minorías de votar”, dijo Carol Mann, candidata demócrata a comisionada electoral del Distrito 1, a Mississippi Free Press. “Estas calles y estos complejos de apartamentos, y puedo decirles que, habiendo pasado por todos ellos y tocando puertas en esta área, son en su gran mayoría negros”.
Si bien son indignantes, estos dos elementos relacionados de la elección -el apoyo de los votantes blancos a Trump, la maniobra de un partido minoritario para mantener el control de un país que lo rechaza cada vez más– no son sorprendentes.
Podría decirse que revelan lo que Estados Unidos siempre ha sido.
O como dice el profesor de estudios afroamericanos Eddie S. Glaude Jr. en un video que ha estado recirculando esta semana: “Es fácil para nosotros poner todo sobre los hombros de Donald Trump… (Pero) esto somos nosotros”.