(CNN) – Si bien la estrategia legal del presidente Donald Trump para disputar los resultados de las elecciones está siendo moldeada al más alto nivel por manos conocidas y experimentadas, su equipo legal en el terreno no ha visto la participación de un grupo de primer nivel del calibre que tuvo el de George W. Bush. durante el recuento de Florida en el año 2000.
Y a medida que la ventaja del exvicepresidente Joe Biden se puso de relieve en los últimos días, Trump ha estado preguntando por qué su equipo legal no parece más organizado. El presidente sugirió que no cree que estén a la altura de la tarea de defenderlo en el tribunales. Y pidió que su equipo encuentre mejores abogados, según una persona que habló con él.
El esfuerzo de cara al público ha sido encabezado por Rudy Giuliani y la ex fiscal general de Florida Pam Bondi. Estas son personas leales a Trump cuya credibilidad ha disminuido entre el tipo de talento legal de élite al que podría recurrir una campaña presidencial durante una impugnación electoral.
Los abogados que participan en la estrategia de la campaña de Trump
En el equipo legal, los esfuerzos de Trump para disputar los resultados electorales en estados como Pensilvania, Arizona, Georgia y Michigan han estado guiados por abogados que han estado al lado del presidente durante años. En el grupo está incluido Jay Sekulow. Sekulow es el abogado conservador que ayudó a liderar la defensa de Trump en la investigación del fiscal especial Robert Mueller sobre la interferencia rusa en las elecciones de 2016. Sekulow está ayudando ahora a orquestar algunas de las disputas legales presentadas en Pensilvania.
También está involucrado William Consovoy, quien ha encabezado el esfuerzo de Trump a largo plazo –y hasta ahora exitoso– para bloquear el acceso a sus registros financieros como parte de una investigación realizada por el fiscal del distrito de Manhattan.
“Lo que debe hacer una campaña para dotar de personal un recuento a nivel estatal, por no hablar de múltiples recuentos, es abrumador”, dijo Benjamin Ginsberg. Ginsberg es un destacado abogado electoral republicano que se desempeñó como asesor nacional de las campañas de Bush.
“‘Bush vs. Gore’ era un estado. Hicimos una llamada y cientos de abogados, agentes políticos y muchos otros respondieron”, dijo Ginsberg. “Incluso con eso, exigió al partido hasta el límite para hacer un solo estado. En el mejor de los casos, no está probado que la campaña de Trump pueda tener el tipo de infraestructura que realmente necesitarían para lograr esto”, opinó.
El viernes, la operación política del gobernador republicano de Georgia, Brian Kemp, envió un “llamado a abogados republicanos”. Dijo que quedaban boletas por contar. Y afirmó que el partido a nivel estatal “está reuniendo un equipo de abogados altamente calificados para garantizar que el proceso sea justo y transparente”.
Cómo podría cambiar el panorama
Fuentes republicanas enumeraron algunos abogados conservadores prominentes que estarían entre los nombres a los que recurriría una campaña presidencial del partido para una batalla legal seria frente a una elección disputada. Entre estos nombres están Noel Francisco, ex procurador general de Trump, cuya firma, Jones Day, hizo el trabajo de campaña de Trump. También Emmet Flood, socio de Williams & Connolly que fue consejero interino de Trump en la Casa Blanca. Y Cleta Mitchell, activa en causas conservadoras, incluidos los derechos vinculados a las armas.
Hasta ahora no se han presentado en los tribunales.
“La frustración que expresa el presidente por la aparente falta de voluntad de su equipo legal para asumir ciertos posicionamientos no es inusual, ya que hay muchos casos en los que los clientes quieren que sus abogados tomen medidas que los abogados simplemente no ven como viables”, dijo Ashley Taylor, abogada que ha representado a candidatos republicanos en recuentos y otros asuntos relacionados con la ley electoral.
Algo de esto podría cambiar, dicen fuentes legales republicanas, si Trump logra ajustar la carrera con victorias en estados como Arizona y Georgia. Eso permitiría que la campaña concentrara sus esfuerzos en un solo estado.
Hasta ahora, Pensilvania ha sido el foco de los casos legales. Allí la campaña de Trump y el Partido Republicano han presentado reclamos desde antes de las elecciones. Lo hicieron como una forma de sentar las bases para impugnar el conteo final.
En las elecciones de 2000, los republicanos pudieron concentrarse en Florida y sus márgenes estrechos. Allí pudieron reducir sus demandas legales para impugnar cómo las juntas de escrutinio adivinaban la intención de los votantes en las boletas de papel. Ese tipo de estrategia simple no ha surgido en los casos de la elección este 2020.