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Los desafíos de Biden: enmendar las decisiones tomadas a ‘tuitazos’ por Trump
01:53 - Fuente: CNN

(CNN) – La pregunta no es si el presidente Donald Trump se va. Es la cantidad de destrucción, venganza y caos que dejará en su camino hacia la salida.

La negativa de Trump a conceder la derrota en las elecciones, sus tuits delirantes sobre estados que se inclinan a su favor y el hecho de que hasta ahora no le hayan otorgado al presidente electo Joe Biden acceso a fondos y recursos federales para impulsar su administración significan que Estados Unidos se enfrentará a 71 días difíciles. Puede que Trump sea un presidente saliente, pero retendrá la autoridad de la presidencia hasta el mediodía del 20 de enero, y su estrangulamiento sobre el Partido Republicano solo se fortaleció al ganar 70 millones de votos la semana pasada. Así que el presidente tiene el poder
– institucional y político – y, aparentemente, la motivación para crear una gran cantidad de trastornos antes de regresar a la vida civil.

El secretario de Justicia William Barr, quien ha demostrado una propensión a usar su propio poder para promover las aspiraciones políticas del presidente, dijo el lunes a los fiscales que deberían examinar las acusaciones sin fundamento de irregularidades en la votación antes de que los estados certifiquen los resultados en las próximas semanas. La medida generará preocupaciones sobre un nuevo intento de la administración Trump para anular la voluntad de los votantes, pero al igual que la campaña del presidente, el memorando de Barr no produjo ninguna evidencia de fraude. No obstante, llevó al principal fiscal de delitos electorales a renunciar como protesta por el cambio de política.

Trump toma represalias

Y Trump esperó solo dos días después de que se proyectara a Biden como ganador de las elecciones para comenzar a tomar represalias sobre aquellos que considera enemigos dentro de su administración.

Despidió al secretario de Defensa Mark Esper, aparentemente porque mostró una lealtad insuficiente a los objetivos políticos del presidente. Y un alto funcionario de la administración le dijo a Jake Tapper de CNN que a Esper le preocupa que Trump despida a la directora de la CIA, Gina Haspel, y al director del FBI, Christopher Wray. Se dice que el par está en riesgo por anteponer la seguridad nacional de Estados Unidos al deseo del presidente de utilizar los servicios de inteligencia para perseguir sus teorías de conspiración sobre un “estado profundo”.

El despido de Esper reflejó la capacidad del presidente para sacudir agencias clave del gobierno en las semanas que le quedan en el cargo para facilitar el cumplimiento de su voluntad y crear una interrupción en el gobierno que podría obstaculizar los primeros días de Biden en el cargo.

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Trump despide a Mark Esper, secretario de Defensa
03:21 - Fuente: CNN

“Francamente, puede hacer mucho daño, al desestabilizar a todas las agencias importantes y despedir a toda una serie de altos líderes”, dijo el lunes el senador demócrata Chris Coons de Delaware a Wolf Blitzer de CNN.

Casi imposible

Los desarrollos del lunes subrayaron que si bien los márgenes de Biden en los estados donde el resultado de las elecciones aún no se ha completado hacen que cualquier revocación de los resultados sea casi imposible, los republicanos buscan crear una sombra sobre su triunfo para deslegitimar su presidencia en la mente de millones de votantes conservadores. Ese puede terminar siendo el legado más destructivo de Trump.

Tradicionalmente, y de acuerdo con la ley, una administración saliente pone a disposición financiamiento, espacio para oficinas y otros recursos federales para hacer que el negocio de heredar una entidad tan vasta como el multimillonario gobierno de EE.UU. sea lo más suave posible, sobre el principio de que incluso los oponentes políticos comparten el deseo de preservar el interés nacional. Por lo general, este proceso comienza pocas horas después de que se proyecta el ganador de una elección.

Las nuevas administraciones envían rápidamente “equipos de desembarco” a las agencias federales para ponerse al día en las operaciones, considerar las necesidades del personal y recibir información sobre programas vitales. En los departamentos militares y de seguridad nacional, los funcionarios entrantes se enteran de las actividades encubiertas en curso, la diplomacia a puerta cerrada e información sobre amenazas que un nuevo presidente necesita conocer. El proceso también permite a los funcionarios dar un salto en el establecimiento de sus autorizaciones de seguridad nacional.

Una transición que es más importante de lo habitual

La transición actual es aún más crítica dada la furiosa pandemia de coronavirus y la consecuente crisis económica.

Pero hasta ahora, la titular de la Administración de Servicios Generales designada por Trump, Emily Murphy, aún no ha iniciado el procedimiento para iniciar la transición, conocido como verificación, ya que el presidente sigue insistiendo, sin fundamento, en que los demócratas le están robando su segundo mandato.

Su actitud, que no es de sorprender después de su constante priorización de sus objetivos personales y políticos, y los obstáculos organizacionales indican que los próximos meses serán tan amargos y caóticos como los anteriores tres años y medio de su presidencia.

“Creo que esta será la transición presidencial más hostil y tumultuosa en la historia moderna, al menos desde la transición de 1932 en medio de la Gran Depresión”. Lo dijo Rebecca Lissner, una académica no residente en la Universidad de Georgetown y coautora del nuevo libro “An Open World”, que presenta una nueva hoja de ruta para la política exterior de Estados Unidos.

“Lo que debemos temer es lo que puede suceder cuando se tiene una administración Trump saliente que obstaculiza activamente al equipo entrante de Biden, ya sea en virtud de la incompetencia o en virtud de un sabotaje absoluto, algo que se convierte en una posibilidad más clara a la luz de la negativa del presidente a aceptar el resultado de las elecciones”, dijo Lissner.

El equipo de Biden intensifica la retórica

Algunos expertos en seguridad nacional están preocupados de que el presidente pueda tomar medidas como ordenar que todas las fuerzas estadounidenses salgan de Afganistán o buscar cambiar radicalmente la huella de Estados Unidos en Asia, medidas que podrían ser difíciles de revertir para Biden.

Y si un presidente que constantemente ha mostrado irritación por los límites de su poder y ha politizado el Departamento de Justicia busca indultos para sus acólitos inmersos en casos criminales, o incluso busca crear una posible inmunidad para los miembros de su familia o para él mismo, avivará controversias y recriminaciones masivas.

Hasta ahora, el equipo de Biden ha buscado darle espacio al presidente para digerir su derrota. Pero con la promesa de la campaña de Trump de perseguir desafíos legales a largo plazo, los retrasos en el inicio de la transición se volverán más serios a medida que pase el tiempo.

La obstrucción por parte de Trump contrasta con los recientes traspasos de poder en los que los presidentes han ordenado a su personal que haga todo lo posible para adaptarse a los equipos de sus sucesores. Los funcionarios de la administración Obama estaban sorprendidos y agradecidos con la cooperación por parte de la Casa Blanca del presidente George W. Bush durante la última crisis económica en 2008-09. El presidente Barack Obama trató de ofrecer la misma cortesía a la naciente administración de Trump, pero en muchos casos los funcionarios entrantes, en una misión para destripar al gobierno federal, se hicieron de la vista gorda.

Manos a la obra

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El lunes, el presidente electo se puso manos a la obra en la tarea más importante que enfrentará su administración desde el primer día: detener la pandemia. Anunció la formación de un consejo asesor que envió un fuerte mensaje de que la ciencia y no la política dictarían la lucha contra el virus.

Fue un momento casi surrealista, después de meses de desinformación de Trump sobre el virus, cuando una figura de autoridad que está cerca de asumir el manto de la presidencia suplicó a los estadounidenses de todas las tendencias políticas que usaran mascarillas.

“No es una declaración política”

“No es una declaración política”, dijo Biden.

Una ventaja para Biden es que los miembros de su personal tienen experiencia en Washington, como Ron Klain, quien se desempeñó como secretario de la Casa Blanca de los vicepresidentes Biden y Al Gore, y Jake Sullivan, un exasesor de seguridad nacional de alto nivel, quienes están preparados para ocupar roles en la Casa Blanca. Sin embargo, a pesar de esa experiencia, los operativos demócratas han estado fuera durante los últimos cuatro años.

Por lo tanto, fue significativo ver a Coons dar una nueva nota de urgencia el lunes por la noche sobre la necesidad de que el proceso avance correctamente, a medida que el equipo de Biden se da cuenta de que una transición impugnada es una posibilidad.

“El presidente Trump debe aceptar que ha perdido las elecciones. Sus aliados y colegas aquí en el Senado deben hablar sobre este asunto y debemos avanzar”, dijo Coons en “The Situation Room”. Esos comentarios se interpretarán como una escalada calculada de la retórica del bando de Biden, ya que Coons está cerca del presidente electo y es considerado un posible candidato para un puesto en el Gabinete, incluido el de secretario de Estado.

El equipo de Biden se ha dado cuenta de que la transición será más polémica de lo que habían asumido inicialmente, informa Jeff Zeleny de CNN.

El cálculo del Partido Republicano

Solo una minoría de republicanos, incluidos los senadores Ben Sasse de Nebraska, Mitt Romney de Utah, Lisa Murkowski de Alaska y Susan Collins de Maine, han aceptado públicamente que Biden ganó las elecciones. Otros, como lo han hecho a lo largo de la administración Trump, han tratado la situación con delicadeza porque esperan tener un futuro político.

El líder de la mayoría republicana en el Senado, Mitch McConnell, dijo en un discurso en el Senado que el presidente tenía todo el derecho de presentar impugnaciones legales en las elecciones a pesar del hecho de que incluso los funcionarios republicanos que dirigen las elecciones en estados clave dicen que no hay evidencia que respalde las afirmaciones de Trump de fraude masivo.

“No demos lecciones. Que no haya lecciones sobre cómo el presidente debe aceptar inmediatamente y con alegría los resultados electorales preliminares de los mismos personajes que acaban de pasar cuatro años negándose a aceptar la validez de la última elección y que insinuaron que ésta también sería ilegítima, si volvían a perder”, dijo McConnell en el Senado, refiriéndose a los demócratas.

El senador de Kentucky, recién reelegido, como siempre, está tramando varios movimientos hacia adelante en su juego de poder político. Si bien los intereses de la nación pueden dictar una transición sin problemas, los republicanos de McConnell no tienen ningún incentivo para enfrentarse con los fervientes partidarios de Trump. Un posible par de elecciones de segunda vuelta en Georgia que se avecinan en enero decidirán el control del Senado. Y mirando hacia el futuro, a los republicanos no les queda otra opción, a la vista de que tiene una dura lista de escaños que deberán defender en las elecciones de mitad de mandato de 2022, que depender de la base de Trump.

Tiempo a Trump

Sin embargo, también existe la sensación de que los republicanos están haciendo todo lo posible para darle tiempo al presidente para aceptar la realidad, en lo que es la última ocasión en que su ego ha dictado el curso del gobierno en los últimos cuatro años.

A medida que pasen los días, y que la campaña de Trump no produzca pruebas y argumentos convincentes para respaldar las afirmaciones de fraude electoral del presidente, se establecerá la inevitabilidad de la asunción del poder de Biden.

Muchos líderes extranjeros ya están mirando más allá de Trump. El primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, publicó el lunes una fotografía de sí mismo durante una conversación telefónica con el presidente electo.

Incluso dentro de la Casa Blanca, donde fuentes le dijeron a CNN que los asesores han sido amenazados con el despido si buscan nuevo empleo, la ficción de que Trump estará en el poder en enero comienza a desvanecerse. El presidente ahora ve “un camino hacia la derrota”, dijo un asesor a Jim Acosta de CNN el lunes por la noche.

Pero eso no significa que los próximos dos meses vayan a ser fáciles.