(CNN) –– Cuando una vacuna contra el covid-19 esté ampliamente disponible para los estadounidenses, Joe Cunningham dice que no se la pondrá: su postura refleja la de algunos negros y latinos.
“No sé, no lo entiendo”, señaló el hombre de 85 años. “Me gustaría saber de dónde viene (la vacuna)”.
Cunningham, quien vive en Hobson City en Alabama, está entre los estadounidenses negros que tienen poca fe en los médicos y las vacunas contra el covid-19 desarrolladas recientemente por farmacéuticas.
El estado de Alabama ha sido duramente afectado por el coronavirus, con una tasa de positividad de 14 días que sobrepasa el 29%. En el condado de Calhoun, donde se encuentra Hobson City, la tasa es del 37%.
Aún así, los residentes mayores como Cunningham ni siquiera aceptan realizarse una prueba de detección de covid-19.
La ciudad está ubicada a unos 160 kilómetros de Tuskegee. Y es el hogar de uno de los capítulos más oscuros de la historia médica de EE.UU.
Justamente, los antecedentes de racismo en la investigación médica del país y la falta de confianza en el gobierno federal está causando que algunos negros y latinos duden en vacunarse.
Los líderes de salud y comunitarios temen que las dudas sobre las vacunas provoquen que algunos negros y latinos no las reciben cuando estén disponibles. Mientras el covid-19 continúa golpeando sus comunidades a tasas desproporcionadas.
Este lunes, Moderna anunció la solicitud a la Administración de Medicamentos y Alimentos de EE.UU. (FDA, por sus siglas en inglés) para autorizar el uso de emergencia de su vacuna contra el covid-19. De acuerdo a la farmacéutica, su vacuna tiene una efectividad del 94,5% contra el virus. Pfizer hizo la solicitud el 20 de noviembre y afirma que su vacuna es un 95% efectiva para prevenir infecciones.
Pero un estudio publicado por COVID Collaborative, NAACP y UnidosUS encontró que solo el 14% de los estadounidenses negros confía en que una vacuna será segura. Y apenas el 18% cree que será efectiva.
Sin embargo, los estadounidenses latinos fueron más optimistas. El 34% dijo que confía en que la vacuna será segura y el 40% considera que será eficaz.
Gran parte de su reticencia se debe a la desconfianza en el gobierno federal , encontró el estudio. También a la historia de racismo de la nación en la investigación médica y la atención de salud, de acuerdo al informe.
Carlton Gordon dice, además, que no se vacunará de inmediato.
Gordon es un padre de familia negro que vive en las afueras de Chicago. Según dice, le preocupa que la vacuna sea puesta apresuradamente en el mercado. Y, adicionalmente, que no se hayan realizado pruebas suficientes en personas negras para saber si es segura.
“Preferiría no intentar enfocarme en una vacuna que, francamente, no está del todo probada”, dijo Gordon, de 34 años. “Si se demuestra que esta vacuna es eficaz, después de que se haya distribuido de manera más amplia a las personas, entonces ciertamente podremos valorarla y podría cambiar mi perspectiva”, añadió.
Generar confianza en torno a la vacuna requerirá de un esfuerzo concertado por parte de médicos, investigadores, activistas y funcionarios electos que sean negros y latinos. Así lo destacó Renee Mahaffey Harris, presidenta y directora ejecutiva del Center for Closing the Health Gap en Cincinnati.
Las personas de color, indicó, son más propensas a confiar en los líderes que se parecen a ellos. Esto en lugar de los funcionarios de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) o la FDA, completó Harris.
Las comunidades deberían comenzar a planificar campañas de información y foros públicos para discutir cómo y por qué funciona la vacuna, insistió Harris.
“Debe ser una persona negra hablando con otra persona negra”, dijo. “No vas a confiar de repente en un grupo de personas de las que has desconfiado solo porque la ciencia dice esto”.
El miedo a ser “conejillos de indias”
Ernest Grant, presidente de la Asociación Estadounidense de Enfermeros, participó en el ensayo de una vacuna este otoño con la esperanza de que combatiera los temores de la comunidad negra frente a vacunarse.
Grant, que es negro, dijo que tomó las dos dosis requeridas de la vacuna, la primera el 9 de septiembre y la segunda el 5 de octubre. También compartió que experimentó efectos secundarios leves como fatiga y escalofríos.
El ensayo clínico es doble ciego, un término para indicar que ni los investigadores ni los participantes saben quién recibe la vacuna real o el placebo. Sin embargo, Grant dijo que confía en que la vacuna es segura. Él recomienda que otros líderes negros se vacunen para que puedan compartir su experiencia y conocimiento con la comunidad.
“Confío en que una vez que esté disponible al público, no debería haber dudas sobre vacunarse”, apuntó Grant. “En algún momento siempre existe la posibilidad de que (el covid-19) te pueda pasar a ti. Y si sé que hay una cura que potencialmente podría salvarme de eso, creo que buscaría la cura”, insistió.
Sin embargo, para algunas personas negras sigue siendo difícil confiar debido a los prejuicios raciales de los proveedores de atención médica.
Carmen Bailey, de Cleveland en Ohio, dijo que le diagnosticaron covid-19 en abril. Sin embargo, añadió que ha evitado la ayuda médica porque los médicos la han tratado mal en ocasiones anteriores.
Bailey, quien todavía sufre los efectos secundarios del covid-19 en su corazón, pulmones y riñones, dijo que se niega a vacunarse.
“No conocemos los efectos secundarios (de la vacuna)”, dijo Bailey, de 52 años. “Realmente siento que en este punto… las personas que van a recibir esa vacuna son conejillos de indias”.
Los experimentos de Tuskegee entre 1932 a 1972 reclutaron a 600 hombres negros, 399 que tenían sífilis y 201 que no. Su objetivo fue rastrear la progresión de la enfermedad al no tratar a los hombres, mientras ellos morían o sufrían problemas graves de salud.
Históricamente, los negros esclavizados también fueron utilizados por los médicos para probar medicamentos y cirugías que causaban complicaciones de salud o incluso la muerte.
La historia racista en la investigación médica impidió que las compañías farmacéuticas reclutaran suficientes personas de color a principios de este año para los ensayos de vacunas, dijo el Dr. Nelson Michael, coordinador de de la Operación Warp Speed, un esfuerzo dirigido por el gobierno para desarrollar una vacuna contra el covid-19.
Casi el 40% de los casos de covid-19 reportados han sido personas negras y latinas, según los CDC.
Sin embargo, Moderna informó que el 10% de los participantes del ensayo de su vacuna fueron negros y el 20% latinos. Pfizer informó que el 10% eran negros y el 13% latinos.
Aún así, los médicos negros se han unido en apoyo a la vacuna durante las últimas semanas.
El mes pasado, la Coalición Negra contra el Covid-19 publicó una “Carta de amor para respaldar Estados Unidos”. Ocho prominentes médicos negros firmaron la misiva, en la que alentaron a las personas negras a participar en los ensayos de la vacuna. También a vacunarse una vez que se haya demostrado que es segura.
“Sabemos que nuestro papel colectivo en ayudar a crear una vacuna que funcione para los negros ––y en la que confiamos–– tiene un impacto en nuestra propia supervivencia”, escribieron los médicos.
Los pastores negros también se unieron para compartir información sobre la vacuna.
El reverendo Horace Sheffield de Detroit dijo que se unió a seis pastores líderes, incluidos el reverendo Al Sharpton y el reverendo Raphael Warnock, de iglesias de todo el país para lanzar Choose Healthy Life. Se trata de una iniciativa que tiene como objetivo combatir el impacto de la pandemia en la comunidad negra.
Sheffield dijo que está dispuesto a ser uno de los primeros negros en recibir la vacuna cuando esté disponible.
“Tenemos un gran trabajo que hacer para convencer a las personas de que se vacunen”, dijo Sheffield. “Y las únicas personas que pueden llevar ese mensaje somos nosotros (los líderes negros)”, insistió.
Los líderes negros en Nueva York, incluido Sharpton, lanzaron un grupo de trabajo esta semana para abordar la entrega de la vacuna de covid-19 a la comunidad negra. Además de enfrentar las preocupaciones sobre la seguridad de la vacuna.
En la comunidad latina, muchos no se vacunarán debido a su desconfianza en el gobierno federal, dicen los activistas.
Las políticas antiinmigración del gobierno de Donald Trump, las reglas de carga pública que crean barreras a la ciudadanía y las amenazas a la Ley de Cuidado de Salud Asequible llevaron que algunas familias latinas sean reacias a recibir atención médica. Así lo explicó Rita Carreon, vicepresidenta de salud de UnidosUS, un grupo no partidista de defensa a los latinos.
La falta de acceso es la otra mitad de la batalla
Carreon dijo que los estadounidenses latinos buscarán en sus líderes y organizaciones de confianza información sobre datos de ensayos de vacunas. También para información de efectos secundarios y de dónde pueden obtener la vacuna de manera segura en su vecindario si no tienen seguro.
“Históricamente, no ha habido un alcance significativo en la comunidad para ayudarla a sentirse segura en el sistema de salud”, indicó Carreon. “Queremos asegurarnos de que la información se comunique en términos claros, sencillos y simples”.
Pero obtener la confianza de los estadounidenses negros y latinos es la mitad de la batalla.
Muchas personas de color que viven en barrios pobres y urbanos no tienen médicos ni instalaciones de atención médica cerca a sus hogares. También carecen de transporte.
Los asesores de los CDC votaron esta semana para recomendar que los trabajadores de la salud y los residentes de centros de atención a largo plazo reciban primero la vacuna de covid-19. Si se aprueban las vacunas Moderna y Pfizer, el gobierno federal estima que 40 millones de dosis podrían estar disponibles para finales de diciembre.
A las clínicas existentes en centros urbanos como Chicago y Atlanta les preocupa no tener los recursos para alcanzar a todos los pacientes cuando la vacuna se distribuya al público en general.
A principios de este año, algunos se quedaron sin equipo de protección personal y pruebas de detección de covid-19.
CommunityHealth en Chicago, que proporciona atención médica gratuita a casi 8.000 pacientes ––la mayoría de ellos latinos–– no tiene suficiente personal. Según su presidenta ejecutiva, Stephanie Willding, solo tiene 42 empleados y 1.000 voluntarios.
Willding dijo que su clínica no está equipada para lograr un alcance comunitario, almacenamiento de vacunas y otra logística necesaria para llevar dos dosis de la vacuna a cada paciente.
También le preocupa que sus pacientes, especialmente padres solteros y los trabajadores esenciales, no puedan llevar a sus familias a la clínica dos veces.
“El covid-19 ha puesto el foco en algo que los proveedores de atención médica de la red de seguridad siempre han sabido. Se trata de la inequidad en el acceso a la atención médica”, dijo Willding. “Cuando hablamos de un enfoque equitativo para la distribución de vacunas, los centros de salud gratuitos y caritativos deben tenerse en cuenta en ese enfoque”.
Breanna Lathrop, que dirige el Good Samaritan Health Center en Atlanta, está de acuerdo.
Lathrop dijo que necesita financiación para jeringas y agujas. También requiere ayuda para convencer a los pacientes de que la vacuna es segura y necesaria.
“Creo que la gente está entrando en esto sintiéndose un poco asustada y abrumada”, indicó Lathrop. “Hablamos sobre sus preguntas y queremos que se sientan cómodos. Pero cuando hablas de vacunar repentinamente a cientos de personas, no puedo sentarme con cientos de personas y tener esa conversación”.
Laura Dolan, Elizabeth Cohen y Maggie Fox, todas de CNN, contribuyeron a este informe.