(CNN) – Puede que Pablo Escobar, el narcotraficante más conocido de Colombia, haya muerto en 1993, pero su influencia sigue sintiéndose en el país, a veces de formas inesperadas. Los hipopótamos llevados a Colombia como parte del zoológico privado de Escobar a su finca, Hacienda Nápoles, se han criado con tanto éxito que existe una gran preocupación por su impacto ambiental y la seguridad humana, según un nuevo estudio realizado por investigadores de universidades mexicanas y colombianas.
Los hipopótamos se han extendido desde su hogar original, a unos 260 kilómetros al este de la ciudad de Medellín, en el departamento de Antioquia, dispersándose por la cuenca del río Magdalena a medida que su población continúa creciendo de manera constante.
Los autores del estudio, publicado en la edición de enero de la revista Biological Conservation, recomiendan que los hipopótamos sean sacrificados para evitar efectos negativos a largo plazo, pero otros científicos están pidiendo un programa de castración para controlar la población de hipopótamos, citando preocupaciones sobre los animales y el bienestar y apego de algunos lugareños a sus nuevos vecinos.
Así trajo Pablo Escobar los hipopótamos a Colombia
En la década de 1980, Escobar importó un hipopótamo macho y tres hembras para unirse a su colección de animales salvajes. A su muerte, otras especies de animales exóticos fueron reubicados, pero los hipopótamos se quedaron porque eran difíciles de capturar y transportar, según el estudio.
Los hipopótamos pronto comenzaron a extenderse por los alrededores, pero los esfuerzos del gobierno para sacrificarlos se detuvieron después de una protesta pública.
En cambio, se inició una campaña de esterilización, pero ha hecho poco para frenar el progreso de los hipopótamos.
De 2011 a 2019 se castraron cuatro machos y se esterilizaron dos hembras, pero esto “no parece tener un impacto importante en la reproducción”, según el estudio.
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Los hipopótamos pasaron de 35 a 80 en solo unos años
Los investigadores dicen que probablemente hay más de 80 hipopótamos en el área hoy, frente a los 35 en 2012, y les preocupa que los hipopótamos continuarán propagándose por Colombia si no se toman medidas.
El estudio también cita investigaciones que muestran los efectos negativos de los desechos de hipopótamos en los niveles de oxígeno en cuerpos de agua, que pueden afectar a los peces y, en última instancia, a los humanos, y plantea preocupaciones sobre la posible transmisión de enfermedades de los hipopótamos a los humanos.
Los hipopótamos también representan una amenaza para los medios de vida y la seguridad de las personas en las áreas afectadas, según el estudio, pues comen o dañan los cultivos y participan en interacciones agresivas con los humanos.
Los investigadores citan incidentes de hipopótamos que persiguen a personas, así como un ataque de hipopótamos en mayo de 2020 en el que un hombre de 45 años resultó gravemente herido.
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Pero aunque los autores del estudio recomiendan sacrificarlos, Enrique Zerda Ordóñez, biólogo de la Universidad Nacional de Colombia, cree que los programas de castración son el camino a seguir.
Sacrificar a los hipopótamos de Escobar sería una “opción fácil”, dijo Zerda, pero podría afectar la supervivencia de una especie que está amenazada en África.
Aunque esterilizar hipopótamos no es una tarea fácil, dijo, cree que es posible y necesario hacerlo ahora, antes de que su número aumente aún más, según un comunicado de prensa de la universidad.
“En este momento, las autoridades no consideran que la especie sea un problema”, dijo Zerda, “pero en el futuro, cuando haya 400-500 hipopótamos, podría representar una amenaza para la supervivencia de otras especies que se alimentan en el mismas áreas”.
David Echeverri López, jefe de bosques y biodiversidad de la agencia ambiental regional Cornare, dijo a CNN que la situación es delicada.
“La opción de matarlos siempre ha estado sobre la mesa”, dijo. “Sin embargo, es muy difícil imaginar que esto pueda suceder en este momento”.
Si bien los hipopótamos son una especie invasora capaz de cambiar por completo los ecosistemas locales, la gente de la zona se ha acostumbrado a ellos, dijo Echeverri. Se han convertido en una atracción turística por la que la gente siente cierto afecto, agregó.
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Habrá que matar a algunos hipopótamos porque es “prácticamente imposible” encontrarlos, reubicarlos o esterilizarlos.
“Pero hay algunos otros animales que se encuentran en determinadas zonas, en lagos y lugares que permiten poner en marcha un plan de control de la natalidad, asumiendo que se dispone de los recursos adecuados”, dijo Echeverri, quien trabaja con la ONG Animal Balance que intenta encontrar soluciones alternativas.