Caracas (CNN) – Una joven sentada junto a una cama de hospital acaricia suavemente el cabello de una figura marchita. A primera vista, parece que podría ser un niño, pero las canas finalmente delatan a un hombre.
Tumbado, boca abajo, está su padre de 69 años. Su cuerpo delgado, frágil y tembloroso casi desaparece debajo de un grueso juego de mantas. “Tiene mucho frío”, dice ella, sin dejar de acariciar su cabello, sin apenas volverse hacia nosotros. “Le dieron un tratamiento y él dijo que hacía mucho frío”, agregó, refiriéndose al goteo intravenoso que le acababan de administrar.
Su padre sufre de desnutrición, una situación que se ha vuelto común entre los venezolanos. Necesita suplementos de hierro, pero el Hospital Vargas de Caracas, donde está siendo tratado, simplemente no los tiene. Su hija tendrá que hacerse con el medicamento ella misma o los médicos dicen que sus niveles de hemoglobulina permanecerán bajos.
Su sistema inmunológico está comprometido, sin embargo el personal médico nos dice que comparte esta sala con pacientes con enfermedades tan contagiosas que, en la mayoría de los países, estarían aislados del resto. Entre ellos, nos dice el personal médico, se encuentra un paciente con covid-19.
Es la peligrosa superposición de la enfermedad que el empobrecido Estado venezolano ha impuesto a sus ciudadanos, con una emergencia de salud global que ha paralizado en gran medida al mundo.
Años de mala gestión por parte del gobierno han dejado la atención médica venezolana sin preparación ni recursos suficientes para manejar la pandemia de covid-19. Durante la última década, el país ha malgastado la mayor parte de su riqueza petrolera, hundiéndose en una profunda crisis económica y humanitaria. Venezuela cuenta con las mayores reservas probadas de petróleo crudo del planeta, pero una fuerte caída de los precios del petróleo en 2016 provocó una implosión económica que provocó hiperinflación y escasez de productos básicos, como alimentos y medicinas.
La mayoría de los hospitales y clínicas del país han visto recortes drásticos de fondos gubernamentales y están al borde del colapso, sobreviviendo gracias a la pura voluntad de los trabajadores de la salud que siguen atendiendo. “No hay nada en este hospital, ni siquiera uniformes”, nos dice una trabajadora médica de alto nivel que, como muchos otros en esta historia, habló con la condición de que permaneciera en el anonimato por temor a represalias del gobierno. “Es nuestra vocación y queremos hacer un buen trabajo, pero con nuestros bajos salarios … tenemos que abrirnos camino”.
Las enfermeras como ella suelen ganar alrededor de US$ 3 dólares al mes en Venezuela, nos han dicho los sindicatos. El personal de apoyo y los médicos aquí ganan alrededor de US$ 1 y US$ 5, respectivamente, también nos dijeron.
El olor a desinfectante se encuentra notablemente ausente - no queda nada - y al final de la sala, en una unidad que aparentemente ya no se usa, dos ratas muertas yacen en el piso. Llevan días allí, dice. El abandonado estado de los hospitales que alguna vez fueron reconocidos en Venezuela no es ningún secreto, y a medida que el coronavirus se extiende por todo el país, muchos pacientes eligen enfrentar la pandemia en casa, por temor a que sus posibilidades de sobrevivir al virus sean mucho peores dentro de las instalaciones, nos dicen los trabajadores de la salud.
La estrategia del gobierno
Según relatos oficiales del gobierno, Venezuela parece haberse librado del devastador impacto que el virus ha tenido en otros países de la región. Con 104.442 casos confirmados y 919 muertes por covid-19, según el recuento oficial del gobierno, Venezuela parece ser uno de los países menos afectados en toda América Latina, una fracción de sus vecinos Brasil, Colombia y Perú.
El asediado presidente Nicolás Maduro ha declarado en gran medida la victoria contra el virus, diciendo, durante un discurso el jueves, que los médicos, enfermeras y el resto del personal pudieron responder al covid-19 “bajo las instituciones unificadas del Estado”.
El régimen autoritario ha respondido al virus con la fuerza, emitiendo estrictas medidas de precaución y tomando hoteles y moteles para poner en cuarentena a los pacientes sospechosos de covid-19 durante semanas.
Los pacientes sospechosos pueden permanecer bajo esta cuarentena administrada por el estado hasta por 21 días, dicen las autoridades. Algunos pacientes, sin embargo, le han dicho a CNN que el tiempo puede ser mayor, compartiendo historias desgarradoras sobre el abandono y el aislamiento que experimentaron en su interior.
El Dr. Richard Rodríguez, que trabaja en una de estas instalaciones administradas por el gobierno, le dice a CNN: “Sabemos que quizás (los moteles) no son las mejores condiciones, estos no son hoteles de cinco estrellas, pero al menos tienen un médico, una enfermera, personal de emergencia que esté disponible para atenderlos cuando sea necesario”.
Bajo la atenta mirada de un escolta del gobierno, Rodríguez agrega que “los venezolanos tienen una fuerte inmunidad contra el virus”. Jura que nunca vio escasez de suministros médicos o equipo de protección. “Teníamos todos los suministros y el equipo que necesitábamos”, concluye.
Pero eso está muy lejos de lo que muchos trabajadores de salud en Vargas y otros hospitales le dicen a CNN. La mayor parte del personal médico con los que hablamos no están de acuerdo con las garantías del gobierno sobre la capacidad de su sistema de salud para manejar la pandemia, y tienen dudas sobre las estadísticas oficiales sobre el costo de la pandemia en Venezuela.
Los expertos dicen que el número de muertes y casos puede estar muy subestimado debido a pruebas insuficientes y una dependencia excesiva de las pruebas rápidas de anticuerpos, que se consideran menos confiables que las pruebas de PCR recomendadas por la OMS.
CNN se acercó al gobierno venezolano para comentar sobre las condiciones observadas en estos hospitales en Caracas y también sobre las críticas de los profesionales de la salud, pero no recibió respuesta.
Médicos intrépidos
Médicos, académicos y periodistas venezolanos han sido señalados por criticar al gobierno por su respuesta a la pandemia, y muchos enfrentan cargos penales por supuestamente difundir información falsa
Un médico de Caracas, el Dr. Gustavo Villasmil, le dice a CNN que se sintió presionado a dejar de hablar sobre la respuesta del gobierno a la pandemia, pero eso no le impedirá hablar. Lo conocimos en el Hospital Universitario de Caracas, justo afuera de su oficina, cerca del estacionamiento, donde rápidamente nos dirigió hacia otra área, al otro lado de la calle, lejos de las instalaciones y más cerca del campus universitario.
“Me advirtieron que los ‘colectivos’ estarían dando vueltas hoy”, dice, refiriéndose a los grupos paramilitares progubernamentales que han desempeñado un papel cada vez más importante para mantener a Maduro en el poder.
Villasmil dice que las pésimas condiciones de atención médica son comunes en Venezuela. “El año pasado, ningún hospital venezolano tenía agua corriente las 24 horas del día, los siete días de la semana”, nos dice, citando una encuesta a los centros de salud en Venezuela. “Se puede deducir cómo se gestiona un área quirúrgica o un área de emergencia o un área de cuidados intensivos donde se requiere este servicio”.
Con las pruebas limitadas a solo tres laboratorios controlados por el gobierno, agrega que es imposible evaluar que Venezuela haya enfrentado el virus con éxito. “Con respecto al covid, no sabemos dónde estamos”, dice. “En Venezuela hay solo tantos casos de covid reconocidos como ha querido el régimen”.
Sus puntos de vista son compartidos por varios médicos, enfermeras y personal médico entrevistados por CNN en Caracas, incluido el Dr. Julio Castro, experto en enfermedades infecciosas y profesor del Instituto de Medicina Tropical de la Universidad Central de Venezuela, quien dirige la comisión sobre el coronavirus de la Asamblea Nacional y asesora a los funcionarios del gobierno.
Castro dice que lo que está sucediendo dentro de las salas de los hospitales en todo el país no respalda los números de casos de coronavirus presentados por el gobierno. “Ves las cifras oficiales, están bajando muy, muy rápidamente”, dice, mientras que en los hospitales, los médicos informan haber visto exactamente lo contrario. “En las últimas tres semanas, hemos visto un aumento en el número de casos en la sala de emergencias”.
La falta de pruebas y la demora en los resultados complican las cosas, agrega. “Ahora mismo tenemos un paciente en la UCI que ha estado ingresado durante siete días y no teníamos confirmación por PCR hasta ayer”, dice Castro. “El promedio (de espera de los resultados de la prueba de PCR) en Caracas en este momento está cerca de una semana o 10 días”.
El personal del hospital de Vargas le dijo a CNN que tenían que luchar con uñas y dientes por cada pieza de equipo, la mayoría de las cuales terminan teniendo que comprar ellos mismos. “He tenido esta cubrebocas durante aproximadamente cinco días”, nos dijo una enfermera, mientras ajustaba el elástico de un lado. “No nos dan los medios para mantenernos a salvo, no nos dan guantes, no nos dan cubrebocas”, dijo, mostrándonos la botella de desinfectante de manos que lleva consigo y que tuvo que comprar ella misma.
Y han pagado un precio muy alto. Más de 270 trabajadores de la salud en Venezuela han muerto a causa del covid-19, según Médicos Unidos de Venezuela, una ONG que apoya a médicos y otros trabajadores de la salud, lo que representa casi un tercio de las muertes reportadas por el gobierno venezolano. El porcentaje es mucho más alto que en otros países de la región y en todo el mundo, otra razón por la que muchos venezolanos cuestionan las cifras del gobierno.
En otro hospital, Los Magallanes, que atiende a algunas de las personas más pobres de la capital, Caracas, incluso los muertos están desatendidos. La mayoría de las salas están ahora vacías, sus puertas encadenadas y la electricidad y el agua cortadas. En la morgue, solo hay un congelador ruidoso y la electricidad va y viene. El hedor es insoportable. El olor de los cuerpos en descomposición atraviesa nuestras mascarillas. El personal aquí nos dice que no hay patólogo en el hospital y el espacio parece abandonado, con manchas de sangre seca cubriendo las paredes y suministros usados esparcidos por dos mesas de autopsias.
Muchos de los que terminan aquí mueren sin haber sido diagnosticados.
El trabajador médico que nos muestra las habitaciones desoladas dice que ha estado trabajando aquí más de una década y nunca había visto que las condiciones del hospital empeoraran tanto. “La constitución dice claramente que el gobierno es garante de la salud, de la seguridad, de la alimentación de todos los venezolanos”, nos dice.
“Siguen diciendo que todo está bien, pero es mentira”.