(CNN) – Era fines de mayo. El mundo observaba impotente cómo la pandemia de covid-19 avanzaba sin obstáculos país tras país en lo que más tarde se llamaría “la primera ola” de infecciones. Después de que China, Italia y el Reino Unido se convirtieran en los puntos críticos del virus, le siguieron ciudades de Estados Unidos, especialmente Nueva York. Y luego, a fines de la primavera, el coronavirus se extendió por toda Sudamérica.
Para el 27 de mayo, Chile, junto con Perú, había alcanzado las tasas de infección per cápita más altas del mundo en un promedio móvil de siete días, según Our World in Data, un sitio web de estadísticas independiente con sede en la Universidad de Oxford. Chile se estaba acercando rápidamente a las 80.000 infecciones y para entonces ya habían muerto más de 800 personas.
Adelantemos nueve meses y Chile está en una categoría totalmente diferente. Para el 9 de febrero, mientras algunos países latinoamericanos como Nicaragua aún no habían recibido ninguna vacuna, la nación andina de 19 millones ya había administrado más de un millón de dosis. Llegó a los dos millones el lunes y el ritmo de inmunización continúa mejorando.
Con 12,43 personas vacunadas por cada 100, Chile tiene ahora la quinta tasa de vacunación per cápita más alta del mundo después de Israel (79,48), Emiratos Árabes Unidos (53,43), el Reino Unido (24,3) y Estados Unidos (17,00).
Incluso lo está haciendo mejor que la Unión Europea (5,19) y China (2,82). Y su tasa es cuatro veces mejor que la de Brasil, que tiene la segunda mejor tasa de América Latina (2,77), según los datos de la base Our World in Data.
¿Cómo pudo Chile para dar vuelta la situación y convertirse en referente en la vacunación?
En primer lugar, su gobierno decidió muy pronto no escatimar esfuerzos en adquirir la vacuna… cualquier vacuna. El gobierno chileno ha gestionado la compra de 35,7 millones de dosis hasta el momento, lo que significa que tendrá la capacidad de vacunar a más del 90% de su población.
Según el ministro de Salud de Chile, el Dr. Enrique Paris, el país ha adquirido o está en proceso de recibir 10 millones de dosis de la vacuna de Pfizer/BioNTech y otros 10 millones de Sinovac. Posteriormente, el país llegó a acuerdos con Covax (OMS), Johnson & Johnson y AstraZeneca para alcanzar los 35,7 millones en total.
El doctor Elmer Huerta, colaborador de CNN en Español y experto en salud pública y políticas de salud en América Latina, dice que esta estrategia de múltiples frentes ha tenido mucho éxito. “Chile no dudó en hacer contratos con Sinovac, Pfizer o AstraZeneca. La clave fue que desde muy temprano Chile se dio cuenta de que era necesario cerrar múltiples acuerdos con fabricantes de vacunas. En América Latina, Chile es uno de los países mejor posicionados para hacer negocios y eso le ha dado una ventaja”, dijo Huerta.
Y luego, las autoridades chilenas han estado ocupadas convirtiendo cualquier espacio público que pueden en un centro de vacunación. CNN visitó recientemente un patio en el campus de la Pontificia Universidad Católica de Chile en Santiago. Un espacio en el que normalmente verías a los estudiantes universitarios relacionándose se había convertido en una clínica altamente organizada y eficiente. Ese es uno de los muchos centros de vacunación contra el covid-19 en todo el país.
Un proceso ‘muy bien organizado’
Gabriela Valderrama, una residente de Santiago que recibió su vacuna en el campus universitario, describió el proceso como “fantástico” y “muy bien organizado”. “Creo que es fenomenal que tengan diferentes días para diferentes grupos de edad”, dijo.
Además de las escuelas y los edificios gubernamentales, las autoridades de salud han abierto sitios de vacunación en todo el país en lugares como centros comerciales y estadios de fútbol.
“Una cosa es comprar una vacuna y tenerla disponible y otra totalmente diferente es inyectarla en los brazos de las personas. De eso se trata la logística. Chile ha tenido una gran distribución y vacunación. Ha abierto centros de vacunación en lugares estratégicos que son cerca y convenientes para la gente, a diferencia de Estados Unidos, donde comenzamos a vacunar a la gente en hospitales y sitios grandes donde la gente se agolpa rápidamente “, dijo el Dr. Huerta.
Edgardo Cruz, un residente de Santiago de 71 años que recibió su primera inyección en el sitio de la Pontificia Universidad Católica de Chile, dice que está orgulloso del esfuerzo que se hizo hasta el momento.
“Ahora somos un modelo a seguir a nivel internacional. Creo que comprar vacunas e invertir (en las compras) desde mayo fue un esfuerzo que valió la pena”, dijo Cruz.
También sumó el mensaje unificado de todo el gobierno sobre el distanciamiento social y el uso de mascarillas.
El calendario se sigue al pie de la letra
El propio presidente Sebastián Piñera, que tiene 71 años y por lo tanto era elegible para recibir la vacuna la semana pasada, aprovechó la oportunidad para hacer una observación… usando una mascarilla, claro.
“Me gustaría hacerles saber a mis conciudadanos que esta vacuna es segura, efectiva y que hemos hecho un esfuerzo enorme para inocular a todos los chilenos, a todos los ciudadanos de nuestro país”, dijo tras recibir la primera inyección de la vacuna china Sinovac, que será seguida por una segunda el 15 de marzo.
“Chile también dejó la política de lado. Los políticos del país se dieron cuenta de que el covid-19 era el enemigo y redujeron las tensiones entre los partidos políticos, trabajando juntos hacia el objetivo unificado de controlar la pandemia “, dijo Huerta.
Y mientras otros países han tenido dificultades para decidir quién debe recibir la vacuna después de los trabajadores de primera línea, las autoridades chilenas idearon un calendario de vacunación que se está siguiendo al pie de la letra.
Después de los trabajadores de la salud, el foco se puso en las personas mayores. Los docentes, farmacéuticos y policías pasaron a ser elegibles para recibirla el lunes.
Con menos de 19 millones de habitantes, el tamaño relativamente pequeño de la población también es una ventaja. Significa que cada vacuna avanza más hacia el objetivo de la inmunidad colectiva, especialmente cuando se compara con poblaciones más grandes como las de Brasil, China o la Unión Europea.
La meta del Ministerio de Salud es vacunar a cinco millones de personas para fines de marzo y a cuatro de cada cinco chilenos antes de que termine el primer semestre de 2021.
Nicolás Cortés Guerrero contribuyó desde Santiago.