(CNN) – Al menos 38 personas murieron después de que las fuerzas de seguridad de Myanmar abrieron fuego contra jóvenes manifestantes pacíficos, el miércoles, en pueblos y ciudades de la nación del sudeste asiático, en escenas descritas como “una zona de guerra”.
Miles de manifestantes han salido a las calles en las semanas posteriores al golpe militar del 1 de febrero en el país antes conocido como Birmania. Las fuerzas de seguridad han intensificado su respuesta en los últimos días, abriendo fuego real contra la multitud y utilizando gases lacrimógenos y granadas explosivas y paralizantes contra los manifestantes.
Fotografías y videos tomados el miércoles muestran cadáveres tirados en la calle rodeados de charcos de sangre mientras los manifestantes corren para ponerse a cubierto.
La Organización de las Naciones Unidas dijo que el número total de muertos desde el golpe había aumentado a 50, aunque los activistas dicen que es más alto.
“Hoy fue el día más sangriento desde que ocurrió el golpe”, dijo la enviada especial Christine Schraner Burgener en una sesión informativa el miércoles. Alrededor de 1.200 personas han sido detenidas y muchos familiares no están seguros de dónde se encuentran, agregó.
“Ahora se necesitan todas las herramientas disponibles para detener esta situación”, dijo Burgener. “Necesitamos unidad de la comunidad internacional, por lo que depende de los estados miembros tomar las medidas adecuadas”.
CNN se comunicó con el régimen militar gobernante por correo electrónico, pero aún no ha recibido una respuesta.
Los manifestantes han exigido durante semanas la liberación de los funcionarios elegidos democráticamente, incluido la líder del país, Aung San Suu Kyi, que están detenidos. El Partido Liga Nacional por la Democracia de Suu Kyi obtuvo una victoria aplastante en las elecciones de noviembre; los líderes militares alegan fraude electoral pero no han proporcionado pruebas de su afirmación.
Burgener dijo que en conversaciones con el ejército había advertido que el Consejo de Seguridad de la ONU y los estados miembros probablemente tomarían medidas enérgicas. “La respuesta fue: ‘Estamos acostumbrados a las sanciones y sobrevivimos a esas sanciones en el pasado’”, dijo.
“Cuando también les advertí que quedarían aislados, la respuesta fue: ‘Tenemos que aprender a caminar con pocos amigos’”.
Las fuerzas de seguridad, incluidos miembros de las Divisiones de Infantería Ligera del ejército, documentados desde hace mucho tiempo como involucrados en abusos de derechos humanos en zonas de conflicto en todo el país, intensificaron su represión mortal contra manifestantes pacíficos esta semana.
“Hoy, el país es como la Plaza de Tiananmen en la mayoría de sus principales ciudades”, dijo en Twitter el arzobispo de Yangon, el cardenal Charles Maung Bo.
En un caso, las fuerzas de seguridad de Myanmar fueron captadas en cámara golpeando al personal de los servicios de emergencia con las culatas de sus armas, porras y pateándolos en la cabeza, según el grupo activista Asociación de Asistencia para Presos Políticos (AAPP).
La AAPP publicó el video el miércoles y dijo en un comunicado que era del norte de Okkalapa, en Yangon. El video ofrece un vistazo a los métodos brutales desplegados por las fuerzas de seguridad.
En las imágenes, se les pide a tres trabajadores de ayuda que salgan de su ambulancia a punta de pistola y luego se les hace arrodillarse en el piso con las manos detrás de la cabeza.
Dos policías uniformados comienzan a golpear a los hombres en la cabeza con sus pistolas y porras y también a patearlos. Momentos después se suma un grupo de policías con escudos y militares, golpeando violentamente a los trabajadores de ayuda.
“El ejército está tratando a los manifestantes pacíficos en Yangon como una zona de guerra. El ejército está creando terror, nuevamente”, dijo AAPP.
CNN no sabe por qué las fuerzas de seguridad detuvieron a los trabajadores de ayuda.
La AAPP dijo que el miércoles se utilizó munición real contra manifestantes en al menos siete pueblos y ciudades.
Entre los muertos se encontraba una joven de 19 años en la segunda ciudad más grande de Mandalay. Su imagen inundó los sitios de redes sociales, mostrándola con una camiseta que decía “Todo estará bien”. Reuters informó que las fuerzas de seguridad le dispararon en la cabeza.
En la ciudad más grande de Myanmar, Yangon, testigos dijeron a Reuters que al menos ocho personas murieron cuando las fuerzas de seguridad abrieron fuego con armas automáticas a primera hora de la noche.
“Escuché muchos disparos seguidos. Me acosté en el suelo, dispararon muchas veces y vi a dos personas muertas en el lugar”, dijo a Reuters el manifestante Kaung Pyae Sone Tun, de 23 años.
Otro gran número de víctimas se registró en la ciudad central de Monywa, donde murieron seis personas, informó Monywa Gazette. Otros murieron en varios lugares, incluidos Mandalay, la ciudad norteña de Hpakant y la ciudad central de Myingyan, según Reuters.
El grupo promotor de los derechos humanos Fortify Rights dijo el jueves que “el uso similar de fuerza excesiva y letal por parte de las fuerzas de seguridad en pueblos y ciudades de todo el país demuestra la coordinación entre las unidades y una estrategia nacional general”.
“Esta no es una táctica no letal para dispersar a los manifestantes. Es un ataque a los manifestantes pacíficos en todo el país”, dijo John Quinley, especialista sénior en derechos humanos de Fortify Rights. “Y estas no son técnicas de control de multitudes, esto es un ataque contra civiles y personas que protestan contra la toma del poder militar”.
El grupo dijo que las fotografías y videos del miércoles muestran a soldados con armas automáticas, rifles de francotirador de largo alcance y otras armas de fuego.
Los líderes mundiales han pedido que se restaure a los líderes electos de Myanmar.
“El uso de fuerza letal contra manifestantes pacíficos y detenciones arbitrarias es inaceptable”, decía una declaración del 28 de febrero del portavoz del secretario general de la ONU, Antonio Guterres, quien también instó a la comunidad internacional a “enviar una señal clara a los militares de que deben respetar la voluntad del pueblo de Myanmar expresada a través de las elecciones”.
Un discurso del embajador de Myanmar en la ONU, Kyaw Moe Tun, provocó aplausos la semana pasada, después de que dijo que representa al gobierno civil del país y pidió a la comunidad internacional que utilice “todos los medios necesarios” para ayudar a poner fin al golpe.
El miércoles, un embajador adjunto de Myanmar, U Tin Maung Naing, renunció después de que los gobernantes militares lo nombraran para reemplazar a Kyaw Moe Tun.
El Departamento de Estado de EE.UU. condenó la violencia y dijo que Washington está revisando opciones políticas para responder a las recientes escaladas.
“Estamos consternados y nos repugna ver la terrible violencia perpetrada contra el pueblo de Birmania por sus llamamientos pacíficos para restaurar la gobernanza civil. Instamos a todos los países a hablar con una sola voz para condenar la violencia brutal del ejército birmano contra su propio pueblo y para promover la rendición de cuentas por las acciones del ejército que han provocado la pérdida de tantas vidas en Birmania”, dijo el portavoz del Departamento de Estado de Estados Unidos, Ned Price, en una sesión informativa.
El miércoles, el papa Francisco también pidió el fin de la violencia.
“Hago un llamado también a la comunidad internacional para que actúe para que las aspiraciones del pueblo de Myanmar no sean reprimidas por la violencia. Que los jóvenes de esa amada tierra tengan la oportunidad de tener esperanza en un futuro donde el odio y la injusticia sean reemplazados por el encuentro y reconciliación”, dijo durante su audiencia semanal.
Pauline Lockwood, Akanksha Sharma, Mitchell McCluskey y Jennifer Deaton de CNN contribuyeron a este informe.