Nota del editor: Carlos Alberto Montaner es escritor, periodista y colaborador de CNN. Sus columnas se publican en decenas de diarios de España, Estados Unidos y América Latina. Montaner es, además, vicepresidente de la Internacional Liberal. Las opiniones aquí expresadas son exclusivamente suyas.
(CNN Español) – Si no sucede un fenómeno imponderable, Donald Trump intentará ganar las elecciones de noviembre de 2024 para volver a la Casa Blanca el 20 de enero de 2025. Todo parece indicar que ha elegido ese camino.
El síntoma más evidente es la aparición de 45 Office (Trump fue el presidente número 45 en ocupar la Casa Blanca), un combativo panfleto digital que envía por email a su bien provista base de datos. Uno de los últimos lo dedicó a atacar al Dr. Anthony Fauci y a la Dra. Deborah Birx, sus asesores durante la pandemia, que osaron criticarlo durante una entrevista colectiva que les hicieron en CNN.
La actitud del expresidente Trump rompe con la tradición de silencio o cooperación con su antecesor o sucesor, sea del partido que fuere. Trump ha escogido la crítica acerba. El republicano Dwight Eisenhower eligió el silencio ante los demócratas Harry Truman y John F. Kennedy. George W. Bush colaboró en todo lo que le pidió Barack Obama y está en los mejores términos con Bill Clinton, su antecesor, y con Barack Obama, su sucesor. Trump ha abierto fuego contra Obama y contra Biden. No tiene paz con nadie.
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¿Es posible que Donald Trump regrese a la Casa Blanca con esos modales? Hasta ahora el demócrata Grover Cleveland es el único presidente que ha tenido dos mandatos no consecutivos. Frente al republicano Benjamin Harrison ganó el voto popular, pero perdió el del Colegio Electoral, que era y es el definitivo, y estuvo fuera de la Casa Blanca entre 1889 y 1893. Luego regresó por su segundo mandato, de 1893 a 1897, y se retiró en ese año. Murió en 1908.
Hacer la guerra le da réditos a Trump. No es necesario ser un trumpista para reconocer que Donald Trump posee un instinto especial para situarse en los cintillos periodísticos.
“Contra Franco vivíamos mejor”. Había escuchado esa frase, muy popular, en lo que se conoce como la “Transición española”. Me parecía un dictum de Paco Umbral, pero era, realmente, de Manuel Vázquez Montalbán y lo consignaba en uno de sus ensayos.
Hoy es posible decir que, “contra Trump, vivíamos mejor”. En efecto, el expresidente Trump polarizaba a la sociedad estadounidense con sus ataques, pero ese rasgo pugnaz de su carácter consiguió devolverle una cierta vitalidad a la prensa que respondía a sus frecuentes apariciones en Twitter.
Fox vio como los trumpistas más recalcitrantes no toleraban la menor crítica a su líder y se mudaban a otros canales más obsequiosos como Newsmax.
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Realmente, hoy no creo que Donald Trump regrese a la Casa Blanca. ¿Por qué? Por tres razones:
· La primera es la edad. Trump tendría la edad que hoy tiene Joe Biden durante la campaña de 2024. A los 75 años estadísticamente suelen acelerarse los problemas inherentes a la vejez. El sobrepeso y los malos hábitos alimenticios probablemente lo mortifiquen excesivamente. Es verdad que Fred, su padre, murió a los 93 años, pero también que padeció del mal de Alzheimer desde al menos seis años antes.
· La segunda es la resistencia que se observa en el Partido Republicano. Trump jamás fue un republicano de carnet. Les dio dinero a los demócratas y hay signos de que puede dirigir un tercer partido. Por otra parte, hay otros republicanos que quieren ser presidentes y verían con buenos ojos que Trump saliera del camino.
· La tercera tiene que ver con la inclusión social. Cada año que pasa, los demócratas se parecen más a la sociedad estadounidense en términos de diversidad, mientras los varones blancos (el mundo asociado al trumpismo) tienen un menor peso relativo. La demografía también está contra Donald J. Trump.
En todo caso, tendremos que revisar cada seis meses nuestra predicción de que el expresidente no volverá a aspirar y, si aspira, será derrotado. Puede cambiar.