Tablas de madera bloquean la vista del Jardín Sur desde la Rosaleda en la Casa Blanca, el viernes 9 de abril de 2021, en Washington.

(CNN) – El proyecto que actualmente está destrozando el jardín sur de la Casa Blanca aterrizó inicialmente en el escritorio de Donald Trump.

La Casa Blanca necesitaba mejoras sustanciales en su futuro aparato de seguridad, actualizaciones que incluirían cavar profunda y extensamente, desde la entrada principal superior hasta la inferior, a través de hectáreas de prístino césped verde. Los tiempos han cambiado desde la última revisión sustancial de los sistemas y, dado que el país se enfrenta a nuevas amenazas a la seguridad, conocidas y desconocidas, procedentes de diversas entidades, era primordial que las actualizaciones se llevaran a cabo, según informó el Servicio Secreto de Estados Unidos a la Casa Blanca, de acuerdo con dos personas familiarizadas con el plan que hablaron con CNN.

Se necesitarían muchos trabajadores, con maquinaria, puertas temporales y muchos cierres y desvíos incómodos, quizás durante varias semanas, posiblemente más. El Servicio Secreto de Estados Unidos, el Servicio de Parques Nacionales y la Casa Blanca trabajaron en conjunto para formular un plan para la revisión masiva y multimillonaria, que podría hacerse en fases, para no molestar a la primera familia en residencia, señalaron las fuentes.

El paso final de la implementación consistió en que el Jefe Administrador de la Casa Blanca de Trump, Timothy Harleth, explicara el plan al presidente y a la primera dama, y luego diera la señal de inicio al Servicio Secreto y al Servicio de Parques Nacionales. Pero los Trump no estaban tan dispuestos. No querían el ruido y, Melania Trump en particular, quería evitar perturbar la estética en el jardín trasero, donde quizás podría haber eventos. La primera pareja decidió “dejarle el asunto al siguiente”, dijo una de las personas familiarizadas. Ese siguiente tipo resultó ser el presidente Joe Biden.

El proyecto, que lleva varias semanas en curso en el lado sur de la Casa Blanca, es uno de los de mayor alcance y escala en la Casa Blanca en varios años. La obra se ha extendido desde el extremo sur del césped hasta el pie de la entrada sur de la propia Casa Blanca.
Desde hace más de un mes, Biden ha tenido que encontrarse con su helicóptero, el Marine One, en la Elipse, el parque situado bajo el perímetro del jardín sur de la Casa Blanca y justo al norte de la Avenida de la Constitución. El Marine One ha tenido que aterrizar y despegar en este lugar poco habitual debido a las obras, y Biden ha tenido que hacer una caravana de aproximadamente dos minutos desde la Casa Blanca hasta la Elipse para salir y llegar, donde antes podía salir por la puerta trasera andando unos cientos de metros y subir a su transporte privado.

“Ha sido un dolor de cabeza”, dijo una fuente del Servicio Secreto con conocimiento de los movimientos alterados para eludir la construcción.

Los Trump pasaron el actual proyecto de construcción de la Casa Blanca a sus próximos ocupantes.

Mejora de seguridad

La última vez que hubo una excavación de esta magnitud fue durante la presidencia de Barack Obama, cuando se hicieron mejoras en el lado norte de la Casa Blanca que incluían medidas de seguridad similares a las que se están llevando a cabo ahora, según dijo a CNN otra persona familiarizada con los trabajos.

“Para mantener la seguridad operativa, el Servicio Secreto de Estados Unidos no comenta los medios y métodos utilizados para llevar a cabo las operaciones de protección de la agencia”, dijo un portavoz del Servicio Secreto a CNN cuando se le preguntó por las obras en el jardín sur. La Casa Blanca dijo a CNN que los trabajos en el césped sur son un proyecto de ocho a diez semanas. El Servicio de Parques Nacionales remitió a CNN al Servicio Secreto.

Según los contratos obtenidos por CNN, la mayor parte de las actualizaciones en curso se están llevando a cabo bajo tierra, donde se está colocando un extenso recorrido de conductos. Esos conductos tienen la capacidad de contener diversos aparatos de seguridad, desde el cableado hasta las cámaras, pasando por la iluminación y las fuentes de energía alternativas. El alcance del sistema incluye una franja de la Casa Blanca de entre uno y tres kilómetros. El contrato para la mayor parte de este trabajo se adjudicó en 2019 a The Whiting Turner Contracting Company por US$ 17,9 millones.

La selección de Whiting-Turner para gestionar y operar la obra sugiere que este proyecto de construcción de conductos puede tener necesidades de seguridad delicadas, y que detrás de las altas vallas de madera que se han levantado temporalmente para evitar las miradas indiscretas, se están instalando importantes componentes técnicos. Whiting-Turner, una corporación de gestión y operaciones de construcción que ya tiene en su haber grandes trabajos federales, ha supervisado proyectos para, entre otros, la NASA, el Departamento de Energía, el Arquitecto del Capitolio, la Residencia Ejecutiva de la Casa Blanca, el Departamento de Justicia, la mayoría de las ramas del ejército y varias organizaciones del ámbito de la inteligencia nacional. En su página web, Whiting-Turner destaca su experiencia en “lucha contra el terrorismo y protección de fuerzas”, así como su experiencia en la construcción y aplicación de “requisitos clasificados y de alto secreto”. La empresa también es competente en la instalación de “sistemas de energía ininterrumpida y energía de emergencia”, según su sitio web. Whiting-Turner se negó a hacer comentarios a CNN sobre sus proyectos, entre ellos el contrato con la Casa Blanca.

Los presidentes tienen que adaptarse

Es posible que Trump haya sido inteligente al pasar el proyecto al “siguiente tipo”, teniendo en cuenta las semanas de interrupción y ruido que ya se han producido, y que probablemente continuarán durante al menos dos o tres más, según una persona familiarizada con la situación de las obras.

Un portavoz de la Casa Blanca dice que ni el presidente ni sus altos cargos están frustrados por los cambios en la ruta habitual.

Pero no es solo el Marine One el que ha tenido que cambiar de ruta. El Jardín Sur en su totalidad abarca varias hectáreas de terreno, cuidadas por el Servicio de Parques Nacionales. En él se encuentra el Jardín de Cocina de la Casa Blanca, una cancha de básquetbol, la piscina de la Casa Blanca, varias plantaciones históricas y ceremoniales y, desde el año pasado, el nuevo pabellón de tenis. También es el lugar donde se celebran la mayoría de los actos que la Casa Blanca organiza para el público, entre los que destaca el Easter Egg Roll, así como muchas ceremonias de pompa y circunstancia a gran escala, incluidas las visitas de Estado y algunas de las cenas de Estado que las acompañan. El hecho de que se cierre por completo, se desentierre y se vuelva a montar sin problemas (que es el objetivo) es una operación cuidadosamente coreografiada.

La parte difícil, por supuesto, es lograr esta mejora de la seguridad necesaria y esencial para el presidente y su familia sin interrumpirlos demasiado en el proceso.

Bajo el mandato de Obama, el Ala Oeste recibió una renovación de US$ 86.000.000 durante dos años, en la que también se abordaron problemas de seguridad, se colocaron conductos y se incluyó una importante modernización de los sistemas de calefacción, ventilación y telecomunicaciones. Josh Earnest, entonces subsecretario de prensa de la Casa Blanca, dijo cuando se terminaron las obras: “Ahora que las vistas y los sonidos de los trabajadores de la construcción y sus equipos han desaparecido, mi perspectiva en el Jardín Norte de la Casa Blanca ha mejorado, literalmente”.

Mientras los Obama, y su personal, vivían la renovación, se habló de la posibilidad de tener que trasladar las operaciones del Despacho Oval a otro lugar, según las noticias de la época. De ser así, no sería la primera vez que el presidente fuera desplazado para realizar una construcción. En 1934, hubo una importante ampliación y renovación del Ala Oeste, que obligó a Franklin Roosevelt a trasladarse temporalmente del Despacho Oval al Salón Azul en la Planta de Estado de la Casa Blanca. Las salas situadas entre el Comedor de Estado y la Sala Este de la Planta de Estado incluyen la Sala Azul, la Sala Roja y la Sala Verde; a Roosevelt le gustaba tener a su personal en las salas Roja y Verde contiguas mientras se reunía con la gente en la Azul. Las salas de la Planta de Estado están abiertas a las visitas de la Casa Blanca y se utilizan en privado para actos y visitas formales.

“Fue breve, pero Roosevelt convirtió el Salón Azul en su despacho para las reuniones, y utilizó el Oval Amarillo de la Residencia Ejecutiva para su oficina privada”, dijo Matthew Costello, historiador principal de la Asociación Histórica de la Casa Blanca.

La mayor renovación de la Casa Blanca tuvo lugar entre 1948 y 1952 bajo el mandato de Harry Truman, lo que obligó a los Truman a vivir en la Casa Blair, al otro lado de la calle, durante la mayor parte de ese tiempo. Entre otras renovaciones disruptivas, Costello también señaló la construcción de la tercera planta de la Casa Blanca, y la construcción de un nuevo tejado, que en 1927 hizo que Calvin Coolidge huyera del ruido y el caos. “Coolidge se trasladó a la mansión Patterson de Dupont Circle (a varias manzanas de la Casa Blanca) hasta que se completaron las renovaciones”, dijo Costello. “Los presidentes también tienen que adaptarse”.

“Hay muchas veces que estos grandes proyectos son aprobados por una administración anterior, pero no salen adelante hasta la siguiente”, añadió. De la misma manera que Trump pasó esta obra actual del jardín sur a Biden, Obama firmó el proyecto de vallado del jardín norte, pero no se puso en marcha hasta que Trump asumió el cargo.

“A veces los retrasan un poco”, dijo Costello.