(CNN) – Los jueces de la Corte Suprema se han criticado entre sí los razonamientos legales durante mucho tiempo, pero cada vez más están impugnando las motivaciones y la sinceridad de sus colegas, de una manera que coincide con el clima político actual. La Corte de Roberts, con tres designados por el expresidente Donald Trump, parece estar entrando en una nueva era de acusaciones personales y señalamientos.
En el pasado, un juez como Antonin Scalia podía llamar la atención por su retórica irascible o una controversia específica, por ejemplo una que involucrara el tema de la raza, podía destacar por desatar acusaciones cruzadas. El patrón actual puede ser una señal de fracturas más profundas en los casos a medida que los nueve terminan su mandato anual durante el próximo mes.
La tendencia contradice las afirmaciones públicas de los jueces de que todos se llevan bien y creen que cada uno actúa de buena fe. No es simplemente que estén intercambiando calificativos. Mientras hablan de actuar de “buena fe”, algunos parecen dudarlo.
La jueza liberal Sonia Sotomayor declaró que una reciente opinión mayoritaria redactada por el juez Brett Kavanaugh “no engañaba a nadie” con lo que caracterizó como una interpretación “atroz” y “retorcida” de casos anteriores relevantes.
En otro caso, la jueza liberal Elena Kagan afirmó que Kavanaugh se está dedicando a “llevar la puntuación” al tratar de volver una de sus opiniones anteriores en su contra.
En ese caso, Kavanaugh protestó y dijo que él y otros jueces estaban actuando de “buena fe”.
En marzo, el juez Neil Gorsuch desafió los motivos de sus colegas en una controversia que involucró las preocupaciones actuales por la actuación de la policía y el movimiento Black Lives Matter. Gorsuch dijo que los jueces de la mayoría habían dejado de lado los principios del tribunal para ponerse de parte de una mujer de Nuevo México a la que la policía disparó mientras huía de la escena, debido a las “nuevas realidades policiales” y a un “impulso” de ofrecer algún remedio en estos tiempos.
El presidente de la Corte Suprema, John Roberts, desestimó las sugerencias de Gorsuch. Al respecto escribió: “el disidente especula que la verdadera razón de la decisión de hoy es un ‘impulso’ para ofrecer alivio (…) o tal vez un deseo de ‘hacernos la vida más fácil’. (…) No hay lugar para tales conjeturas”.
Este patrón revela algo más que disputas internas. El público conoce a la Corte a través de sus opiniones escritas, y los jueces individuales parecen señalar que no se puede confiar en que algunos de ellos digan la verdad o que tienen motivos ocultos.
Las recriminaciones reflejan la discordia en las otras dos ramas del gobierno, incluso cuando los jueces protestan que están por encima de todo.
De Scalia a Gorsuch
La historia de la Corte Suprema está salpicada de episodios de antagonismos personales. Se dice que el juez Oliver Wendell Holmes (que sirvió entre 1902 y 1932) describió a los jueces como “nueve escorpiones en una botella”. Felix Frankfurter (1939-1962) y William O. Douglas (1939-1975) desarrollaron un antagonismo despiadado y bien documentado.
Esas épocas pasaron y en los tiempos contemporáneos los jueces han hablado públicamente de que trabajan bien juntos. En su mayor parte, son un grupo de retórica contenida.
Scalia, que ocupó el cargo de 1986 a 2016, supuso una notable excepción. El año antes de su muerte, se burló de los cuatro jueces liberales que se unieron a la opinión del juez Anthony Kennedy, con su tono elevado, declarando el derecho al matrimonio entre personas del mismo sexo.
“Si, incluso como precio a pagar por un quinto voto, alguna vez me uniera a una opinión para la Corte que comenzara: ‘La Constitución promete libertad a todos los que están dentro de su alcance, una libertad que incluye ciertos derechos específicos que permiten a las personas, dentro de un ámbito legal, definir y expresar su identidad’ escondería mi cabeza en una bolsa”, escribió Scalia.
Algunos jueces actuales se adhieren al método de interpretación jurídica de Scalia, conocido como originalismo, y a su estilo mordaz.
Cuando la Corte dictaminó en marzo que Ford Motor Co. podía ser demandada en los estados en los que vivían las víctimas de las lesiones causadas por los vehículos, Gorsuch, junto con el juez Clarence Thomas, se desmarcaron del razonamiento jurídico y escribieron en un momento dado: “Se ha convertido en un tópico criticar cualquier referencia al significado original de la Constitución como (de alguna manera) radical y anticuada. Tratar de entender el significado original de la Constitución es parte de nuestro trabajo”.
Y añadió: “De todas formas, ¿cuál es la verdadera preocupación de la mayoría: que las corporaciones puedan perder protecciones especiales?”.
Gorsuch también ha sugerido que sus colegas buscan ciertos resultados en casos independientemente de la ley. En una controversia sobre inmigración que rompió las líneas ideológicas habituales, escribió la opinión mayoritaria a favor de un inmigrante que luchaba contra la deportación. Se refirió a la opinión de los disidentes de que la lectura de la mayoría del estatuto en disputa “impondría costos y cargas sustanciales al sistema de inmigración”.
“Ese tipo de cálculo consecuencialista crudo no juega ningún papel en nuestra decisión”, escribió Gorsuch.
Kagan a Kavanaugh: “Comprobado, comprobado, comprobado”
Un caso de esta semana que ponía a prueba si una decisión de 2020 que prohibía los veredictos no unánimes de los jurados era retroactiva produjo el acalorado intercambio Kagan-Kavanaugh sobre “llevar la puntuación”.
Pero antes de que Kagan llegara a esa acusación, expuso sus argumentos de por qué el tribunal debería haber declarado, basándose en los precedentes de la corte, que la regla de la unanimidad debería ser retroactiva y estar disponible para los acusados que ya habían agotado sus apelaciones.
“La mayoría argumenta… que la regla de la unanimidad del jurado no es tan fundamental porque… Bueno, no, tacha eso. En realidad, la mayoría no impugna nada de lo que he dicho sobre los fundamentos y las funciones del requisito de unanimidad. La mayoría tampoco podría hacerlo razonablemente. Porque todo lo que he dicho sobre la regla de la unanimidad viene directamente de opiniones” escritas en el caso de 2020 Ramos vs. Louisiana, dijo.
“Basta con comprobar las citaciones”, continuó Kagan. “Apenas he añadido una palabra a lo que proclaman esas opiniones (a menudo con una retórica exagerada)”. Empieza por la historia. ¿Los antiguos fundamentos de la regla del jurado unánime? Comprobado. ¿La inclusión de esa regla en el significado original de la Sexta Enmienda? Comprobado. Ahora ve a la función. ¿El papel fundamental (o básico o central) del jurado unánime en el sistema de justicia penal estadounidense? Comprobado. ¿La forma en que la unanimidad figura para garantizar la equidad en los juicios penales y proteger contra veredictos de culpabilidad erróneos? Comprobado. ¿El vínculo entre esos propósitos y la protección del sistema de jurados contra los prejuicios raciales (pasados y presentes)? Comprobado. En resumen: en lo que respecta a todas las características de la regla de la unanimidad posiblemente relevantes para la condición retroactiva, Ramos ya ha dado la respuesta — comprobado, comprobado, comprobado— y la mayoría de hoy no puede decir nada en contra”.
A continuación, Kagan arremetió contra Kavanaugh por afirmar que carecía de fundamentos para plantear algunas de sus afirmaciones porque había disentido del caso de 2020. Kavanaugh escribió: “por supuesto, es justo que un disidente critique enérgicamente el análisis de la Corte. Pero otra cosa muy distinta es disentir en (el caso de) Ramos y luego dar la vuelta e impugnar a la mayoría de hoy por supuestamente perjudicar a los acusados de delitos”.
Aún más irritada, Kagan sugirió que Kavanaugh consideraba los casos en conjunto, en lugar de individualmente, con la vista puesta en cómo se verían las opiniones en general.
“Nadie puede reservarse capital para casos futuros; las decisiones pasadas de ninguna persona la aíslan de las críticas”, escribió Kagan. “El foco siempre es, o debería ser, resolver bien el caso que tenemos ante nosotros”.
Kavanaugh respondió que la afirmación de Kagan estaba “mal dirigida” y que él y otros habían “actuado de buena fe al decidir las difíciles cuestiones” que tenían delante.
Cuando Sotomayor replicó a Kavanaugh en un caso de abril que él y sus compañeros conservadores de la mayoría no estaban “engañando a nadie”, la controversia implicaba a menores de edad acusados y Kavanaugh trató de restar importancia a sus diferencias.
La mayoría había dictaminado que el precedente permitía condenar a delincuentes juveniles a cadena perpetua sin libertad condicional, incluso si no se había determinado que el menor era irremediablemente corrupto.
Sotomayor dijo que esa conclusión “sería un shock” para los jueces que elaboraron los casos anteriores pertinentes y que consideraban que “una vida en prisión [era] una sentencia desproporcionada para todos los niños, excepto los más raros, aquellos cuyos crímenes reflejan una ‘corrupción irreparable’”.
Kavanaugh insistió: “Simplemente tenemos un desacuerdo de buena fe con la disidencia sobre cómo interpretar (los casos anteriores). Ese tipo de debate sobre cómo interpretar los precedentes relevantes es habitual”.
El presidente de la Corte Suprema se une a la contienda
Sus compañeros conservadores Roberts y Gorsuch chocaron en un caso anterior de esta sesión cuando Gorsuch dijo que el presidente de la Corte Suprema había justificado erróneamente las restricciones de covid-19 remontándose a una decisión de 1905, Jacobson vs. Massachusetts, que implicaba un brote de viruela. ¡
Roberts dijo que Gorsuch estaba exagerando su uso anterior del antiguo caso, lo que llevó a Gorsuch a criticar aún más al presidente de la Corte Suprema. Roberts entonces rebatió que mientras él había dado a Jacobson “exactamente una frase” en un caso anterior, la crítica de Gorsuch sobre el uso de Roberts “ocupa tres páginas”.
El presidente de la Corte Suprema ha demostrado en el pasado que, aunque responda a un detractor, cree que los dimes y diretes pueden socavar la reputación de la Corte.
En 2014, él y Sotomayor se enzarzaron en un memorable y cortante intercambio sobre el valor de las soluciones del gobierno a los problemas raciales. Sotomayor citó la “negativa de sus colegas a aceptar la cruda realidad de que la raza importa” y puso una conocida frase de Roberts en su contra.
“La manera de poner fin a la discriminación por motivos de raza”, dijo, “es hablar abiertamente y con franqueza sobre el tema de la raza, y aplicar la Constitución con los ojos abiertos a los desafortunados efectos de siglos de discriminación racial”.
Roberts respondió: “Estar en desacuerdo con los puntos de vista del disidente sobre los costos y beneficios de las preferencias raciales no es ‘desear que desaparezca, en lugar de enfrentar’ la desigualdad racial. La gente puede discrepar de buena fe en esta cuestión”.
Pero insistió en que “de la misma manera, hace más daño que bien cuestionar la franqueza y la candidez de los que están a ambos lados del debate”.