Washington (CNN) – En las semanas posteriores a la insurrección del 6 de enero, los agentes de la Policía del Capitolio (USCP, por sus siglas en inglés) estaban conmocionados y heridos, tanto física como psicológicamente. Habían pasado por un infierno, habían sacrificado sus cuerpos, habían perdido a compañeros que murieron a consecuencia del ataque. Pero al final habían salvaguardado la democracia y mantenido su consigna principal: asegurar y proteger a los 535 miembros del Congreso.
Los agentes podían conformarse con el hecho de que habían hecho su trabajo y de que parecía que se iba a realizar un examen exhaustivo de los acontecimientos del día, que podría sacar a la luz los fallos del sistema que condujeron al atentado y garantizar que no volviera a ocurrir nada parecido.
Pero en las últimas semanas esas esperanzas se han extinguido, y lo que ya era una relación tensa entre la Policía del Capitolio y algunos legisladores no ha hecho más que empeorar. Los agentes se sienten incómodos con los esfuerzos de algunos republicanos por tapar y dejar atrás la insurrección del 6 de enero, y a muchos les preocupa que el momento pase a la historia como una oportunidad perdida para solucionar las importantes deficiencias que el ataque evidenció.
CNN habló con más de una docena de agentes actuales y antiguos de la Policía del Capitolio para este reportaje, entrevistas que revelaron niveles de frustración profundos entre los agentes de base que esperaban reformas tras el ataque, pero que ahora se han resignado a que no cambie nada importante.
“Estamos exactamente igual que antes, si no peor”, dijo un agente. “Personalmente tengo una visión muy pesimista del futuro”.
Ante lo que parece ser la probable desaparición de un proyecto de ley para crear una comisión bipartidista que investigue los sucesos del 6 de enero, los agentes hablaron de estar desilusionados por cómo se desmoronó el esfuerzo. Muchos están agotados y sobrecargados de trabajo, ya que el cuerpo de policía de 2.300 personas se ha visto reducido por los retiros recientes. Otros están resentidos por haber sido convertidos en un instrumento político, mientras demócratas y republicanos se pelean por lo que, según algunos agentes, deberían ser soluciones obvias, como la realización de algunas mejoras básicas de seguridad y la aprobación de fondos para un mejor equipamiento.
“Hemos escuchado todo este apoyo a la policía, ¿y luego su propia fuerza policial está maltratada y magullada y ahora son reticentes a actuar?”, dijo otro agente, que al igual que algunos colegas habló con CNN bajo la condición de anonimato para ofrecer una evaluación sincera de las relaciones entre los agentes de la Policía del Capitolio, los legisladores y los líderes del Capitolio.
“Me dejé llevar, me engañaron, escuché las palabras de (el líder de la minoría del Senado, Mitch) McConnell esa misma noche cuando se volvieron a reunir (el 6 de enero)”, dijo el agente. “Me lo creí, pensé: ‘Vaya, realmente vamos a obtener algunas respuestas’”.
Las consecuencias del 6 de enero también han puesto de manifiesto la relación, normalmente privada, entre los agentes de la Policía del Capitolio y los miembros del Congreso, revelando una dinámica de poder única en las fuerzas del orden, en la que los legisladores suelen creer que tienen autoridad sobre los agentes que han jurado protegerlos, dicen los agentes.
“Piensan que somos como sirvientes”, dijo un policía que recientemente dejó el departamento.
“Prefiero trabajar al aire libre en el calor o el frío”, dijo el agente, y añadió: “Prefiero tener que lidiar con gente con sobredosis de drogas” que con el personal de los legisladores.
El agente es uno de los más de 70 que han abandonado la Policía del Capitolio de Estados Unidos desde el atentado del 6 de enero, un índice de deserción ligeramente superior al normal, según una fuente policial. Otra fuente dijo a CNN que se esperan más bajas de agentes en el futuro cercano. Como consecuencia de la reducción de las filas, algunos agentes están trabajando días enteros sin descanso; un agente dijo a CNN que había trabajado más de dos semanas de corrido.
“Seguimos teniendo una hemorragia de gente. Es asombroso ver cómo se van estos jóvenes agentes”, dijo un agente de alto rango de la Policía del Capitolio a CNN.
En una declaración a CNN, la Policía del Capitolio de EE.UU. describió la rigurosa cantidad de trabajo que supone el reclutamiento de agentes y dijo que, desde el 6 de enero, ha incorporado una clase de 23 reclutas, y que está programada la incorporación otras cuatro clases para finales de este año.
“Somos peones políticos”
Los problemas que describen los agentes de la Policía del Capitolio son de dos tipos. Los exagentes y los actuales cuentan a CNN que una de las características que definen el trabajo de seguridad en el Capitolio es la presión persistente de los miembros del Congreso y su personal, que creen tener el control de las acciones de los agentes y que, lo que es peor, apenas reconocen su duro trabajo.
Los agentes también han visto cómo los esfuerzos para reforzar la financiación de la seguridad del Capitolio, que incluiría la contratación de cientos de nuevos agentes y la mejora del anticuado equipamiento de la Policía del Capitolio, se han visto envueltos en luchas políticas internas.
FOTOS | Así se vio el asalto al Capitolio del 6 de enero de 2021
Muchos agentes han expresado su preocupación por que el propio edificio siga siendo inseguro y por que haya que hacer mucho más para reforzar los puntos débiles, como las ventanas que los agitadores pudieron romper con astas y taburetes.
Los demócratas de la Cámara de Representantes aprobaron la semana pasada un paquete de financiación de emergencia de US$ 1.900 millones para el Capitolio, que incluiría fondos para contratar más agentes, comprar nuevos equipos e instalar vallas retráctiles. Se aprobó por un estrecho margen, 213-212, en medio de la oposición unida del Partido Republicano, y la legislación se enfrenta a un futuro incierto en el Senado, donde los líderes del Comisión de Asignaciones de ambos partidos han recibido con frialdad el proyecto de la Cámara.
Lo que resulta aún más ofensivo para algunos funcionarios es el esfuerzo de la mayoría de los republicanos por bloquear una comisión independiente destinada a investigar el atentado del 6 de enero. Mientras que 35 republicanos de la Cámara de Representantes se unieron a los demócratas a favor del proyecto de ley, el liderazgo republicano de la Cámara se opuso a un acuerdo bipartidista para la comisión y los republicanos del Senado se están preparando para obstaculizar el proyecto de ley.
No está claro si un esfuerzo de última hora de la madre del agente de la Policía del Capitolio caído, Brian Sicknick, para reunirse con los senadores del Partido Republicano antes de la esperada votación sobre la comisión del 6 de enero alterará ese resultado. En una declaración obtenida por CNN, Gladys Sicknick escribe: “No tener una comisión del 6 de enero para investigar exactamente lo que ocurrió es una bofetada en la cara de todos los agentes que hicieron su trabajo ese día”.
“Somos peones políticos”, dijo un agente. “Ahora la gente a la que hemos jurado proteger y que protegimos el día 6 no quiere financiarnos ni averiguar lo que realmente ocurrió ese día”.
En un momento notable antes de la votación en la Cámara de Representantes la semana pasada, un agente de la Policía del Capitolio escribió una carta que decía tener el respaldo de hasta 50 colegas criticando a los que votaron en contra de la comisión al estilo de la del 11-S.
“Es inconcebible que algunos de los miembros a los que protegemos resten importancia a los acontecimientos del 6 de enero. La seguridad de los miembros dependía de las acciones heroicas de la USCP. Es un privilegio para los miembros poder tener el punto de vista de que ‘no fue tan malo’”, decía la carta. “Ese privilegio existe porque los valientes hombres y mujeres del USCP les protegieron a ustedes, los legisladores”.
La carta fue emitida con el membrete oficial de la Policía del Capitolio, impulsando la confusión de que el departamento estaba tomando una posición oficial sobre la legislación pendiente. Los líderes de la Policía del Capitolio emitieron rápidamente una declaración en la que distanciaban al departamento de la carta, aunque no suavizaban el sentimiento.
La carta puso de manifiesto las fricciones, normalmente privadas, entre los agentes y los legisladores, y generó tensiones entre las bases. Algunos agentes, descontentos con la publicación de la carta, sugieren que los desacuerdos internos se mantengan en privado.
Los republicanos han denunciado que el esfuerzo liderado por la presidenta de la Cámara de Representantes, la demócrata de California Nancy Pelosi, para crear una comisión se ha visto empañado por la política desde el principio, argumentando que la propuesta de la comisión está políticamente sesgada.
“Durante meses, la presidenta de la Cámara se negó a negociar de buena fe los parámetros básicos que regirían una comisión para examinar el ataque del 6 de enero en el Capitolio de Estados Unidos”, dijo el líder de la minoría de la Cámara, Kevin McCarthy, republicano de California, en un comunicado en el que explicaba su oposición.
Tanto McCarthy como McConnell han señalado las investigaciones en curso en el Congreso y en el Departamento de Justicia, y un asesor del Partido Republicano en el Senado señaló que dos comisiones del Senado se están preparando para publicar un informe bipartidista sobre los fallos de seguridad el próximo mes, algo que muchos republicanos del Senado han señalado para explicar su oposición a la comisión. El asesor del Partido Republicano en el Senado también dijo que se esperan revisiones dentro de la Policía del Capitolio una vez que se contrate a un nuevo jefe.
Atrapados en una lucha tripartita
La policía del Capitolio también se ha visto involucrada en la lucha política a una escala menor. Como resultado de los numerosos cambios y medidas de seguridad puestos en marcha por Pelosi, muchos agentes ahora pasan gran parte de su día manejando los detectores de metales que los legisladores deben pasar al entrar en el piso de la Cámara.
Los republicanos, indignados después de que Pelosi instalara los detectores de metales, juraron ignorarlos, lo que llevó a la presidenta a instituir multas para los miembros de la Cámara que se salten los detectores de metales.
Y la policía del Capitolio está atrapada en el medio.
Algunos agentes se quejan de que han sido relegados a hacer el trabajo de vigilantes de pasillo, multando a los miembros por violaciones de las normas y atrapados en medio de una pelea política en la Cámara por las consecuencias del 6 de enero.
El agente sénior de la Policía del Capitolio dijo que la USCP está “atrapada en una pelea a tres bandas: la dirección de la USCP, la presidenta de la Cámara y los miembros”, y que todos ellos “se están moviendo, en todos los sentidos, en la dirección equivocada en esto”.
“Tenemos demasiada gente al mando. Pero estas no son reglas de seguridad, son reglas políticas”, dijo el agente. “Si estuvieran McConnell y McCarthy al mando, seguiría siendo lo mismo. Todos quieren controlarnos”.
Pelosi ha defendido su decisión de instalar detectores de metales en el exterior de la Cámara, y ha impulsado la nueva financiación de la seguridad basándose en las recomendaciones del teniente general retirado Russel Honoré, que fue designado por la presidenta para revisar el ataque del 6 de enero. En un discurso pronunciado la semana pasada, Pelosi también señaló que la Cámara votaría el mes que viene la legislación revisada para conceder a los agentes de la Policía del Capitolio la Medalla de Oro del Congreso, que contaba con el apoyo de McCarthy.
“Sé que tienen cosas mejores que hacer”
Tras los disturbios, muchos agentes esperaban que la relación con los legisladores fuera más cálida y de mayor agradecimiento. Y así fue durante un tiempo, ya que varios legisladores hicieron cosas como llevarles el desayuno a los agentes o pasar por allí con bocadillos o almuerzos o hacer un gesto especial de agradecimiento. Pero para algunos funcionarios, estos actos de amabilidad resultan vacíos, dada la reticencia de algunos miembros a respaldarlos con votos en la Cámara o el Senado.
Un agente dijo: “Puedo comprarme mi p*** dona. No puedo votar”.
Para otros agentes, la memoria de algunos legisladores parece haberse desvanecido rápidamente.
En abril, el congresista republicano Jeff Fortenberry, de Nebraska, probó dos veces el botón de emergencia de su despacho para comprobar el tiempo de respuesta de la Policía del Capitolio, según explicó el jefe de gabinete de Fortenberry, Andrew Braner, en una declaración a CNN.
“El congresista dijo repetidamente a la policía: ‘Sé que tienen cosas mejores que hacer que esto’. Pero, dada la violenta insurrección de la multitud en el Capitolio, pensamos que era prudente poner a prueba nuestros sistemas”, dijo Braner en el comunicado.
Aun así, las pruebas molestaron a los policías, que dijeron a CNN que consideraban que los legisladores deberían saber que siempre responderán a una llamada de pánico de un congresista.
A principios de este mes, la representante Virginia Foxx atravesó a toda prisa los detectores de metales cuando se dirigía a una votación en la Cámara de Representantes, arrojando su bolso al suelo junto al magnetómetro e ignorando los intentos de los agentes de la Policía del Capitolio por frenarla, según una revisión de la Comisión de Ética de la Cámara.
“Menos mal que nadie me paró”, dijo la republicana de Carolina del Norte cuando volvió a pasar el control, según la revisión. Se le impuso una multa de US$ 5.000. Es una de las varias legisladoras que han sido multadas bajo las nuevas reglas.
Algunos funcionarios dicen que los incidentes con los congresistas y el personal no hacen más que reforzar la noción de que están ahí para la comodidad de los congresistas, no para su protección.
“Llamo a nuestro departamento la Policía de Conveniencia de Estados Unidos”, dijo un agente a CNN. “Nuestro principal trabajo es facilitarles la vida y no cuestionarles nada”.
Otro agente dijo: “nos tratan como a los guardias de seguridad del centro comercial”.