Nota del editor: Lanhee J. Chen es un colaborador habitual de CNN Opinion. Es el miembro David y Diane Steffy en Estudios de Política Pública Estadounidense en la Institución Hoover y el director de Estudios de Política Interior en el Programa de Política Pública de la Universidad de Stanford. Anteriormente, Chen fue director de Política de la campaña presidencial de Romney-Ryan, en 2012, y asesor principal de Política del Comité Senatorial Republicano Nacional (NRSC). Las opiniones expresadas en este comentario son suyas. Ver más opiniones en CNN.

(CNN) – El presidente Joe Biden pidió este miércoles una investigación por parte de las agencias de inteligencia estadounidenses sobre los verdaderos orígenes del covid-19. Si esta investigación revela nueva información, podría ofrecer una visión sobre la validez de la teoría tan debatida de que el SARS-CoV-2, el virus que causa el covid-19, se filtró desde el Instituto de Virología de Wuhan, en China.

Se sabe que este centro de investigación científica ha estado investigando sobre los coronavirus. La explicación de la “fuga del laboratorio”, que fue criticada y descartada por varios analistas, cobró nueva vida después de que el diario The Wall Street Journal informara sobre un informe de inteligencia estadounidense no divulgado previamente que revelaba que tres investigadores del laboratorio de Wuhan enfermaron tanto, con síntomas similares a los del covid-19 en noviembre de 2019, antes de los informes oficiales del primer brote, que tuvieron que buscar atención hospitalaria.

Los verdaderos orígenes del covid-19 siguen siendo un misterio, uno complicado por la reciente escalada de tensiones geopolíticas entre Estados Unidos y China. No cabe duda de que Biden dio un paso importante al pedir a la comunidad de inteligencia de EE.UU. que presentara información adicional, vías de exploración y “preguntas específicas para China” sobre los orígenes del covid-19. Pero esto, por sí solo, no es suficiente si queremos descubrir la verdad.

El propio Gobierno de Biden debería, aparte de la Organización Mundial de la Salud, liderar un esfuerzo multilateral para investigar los orígenes del virus. Deberíamos compartir nuestra información con otros países que buscan respuestas, poner en común nuestros conocimientos colectivos sobre los orígenes del virus y, juntos, presionar a China para que permita el acceso a las instalaciones y los datos que ayudarían a responder a las preguntas restantes sobre los orígenes del covid-19.

La teoría de la fuga del laboratorio ha sido considerada por al menos una agencia de inteligencia estadounidense como la explicación más probable de los orígenes del covid-19, mientras que dos agencias piensan que es más probable que el virus se haya propagado a los humanos a partir de un animal infectado. Biden señaló que las evaluaciones de los servicios de inteligencia existentes eran de una confianza lo suficientemente baja como para que no se pudiera descartar ni la teoría de la fuga en el laboratorio, ni la de que el virus surgió por causas naturales. A principios de este mes, 18 científicos de las principales universidades de investigación de todo el mundo escribieron una carta en una importante revista científica en la que argumentaban que “las hipótesis sobre los contagios, tanto naturales como de laboratorio”, debían evaluarse seriamente e investigarse de forma transparente e independiente.

Una investigación sobre los verdaderos orígenes del virus es esencial no solo por razones científicas, sino también porque los responsables políticos de todo el mundo necesitan este conocimiento para prepararse mejor para futuras pandemias.

La Organización Mundial de la Salud es un organismo multilateral diseñado para promover la salud pública en todo el mundo y sería un candidato natural para dirigir una investigación sobre los orígenes del virus. Pero la OMS y su actual director general, el Dr. Tedros Adhanom Ghebreyesus, tienen un historial de estar demasiado vinculado a China. Tedros recibió el apoyo del Gobierno de China cuando buscó la dirección de la OMS y se apresuró a elogiar efusivamente las primeras acciones de Beijing en relación con el coronavirus, cuando todavía se sabía poco sobre él, la amplitud de su propagación y su mortalidad. Las evaluaciones de terceros sobre la actuación de la OMS al comienzo de la pandemia han señalado que el grupo estaba demasiado dispuesto a tranquilizar a China y, por ende, no fue lo suficientemente rápido para hacer sonar la alarma sobre la pandemia y su impacto global.

No debe sorprender, por tanto, que la propia investigación de la OMS sobre los orígenes del covid-19 concluyera que una fuga de laboratorio probablemente no fue la causa de la pandemia y que era más probable una infección de origen natural. Pero a los investigadores solo se les permitió examinar las investigaciones realizadas por los científicos estatales chinos y no tuvieron pleno acceso a los datos o las instalaciones que les habrían permitido evaluar si el virus que causa el covid-19 podría haber estado presente antes de que se confirmaran los primeros casos de la enfermedad en China, en diciembre de 2019.

Los líderes de Estados Unidos han expresado sus propias dudas tanto sobre la transparencia como sobre la independencia de la investigación, insinuando que China se interpuso en el camino de una explicación completa. El asesor de seguridad nacional, Jake Sullivan, por ejemplo, señaló “profundas preocupaciones sobre la forma en que se comunicaron los primeros hallazgos de la investigación del covid-19 y preguntas sobre el proceso utilizado para llegar a ellos”.

Beijing, por su parte, considera que el caso está cerrado y ha argumentado que la atención debe dirigirse a otros países por el papel que pueden haber desempeñado en los primeros días de la pandemia. De hecho, el Gobierno de China ha negado enérgicamente la teoría de la fuga del laboratorio, calificándola de “conspiración creada por las agencias de inteligencia estadounidenses”.

A finales de marzo, EE.UU. se unió a otros 13 países para pedir a la OMS que realizara un “análisis y una evaluación transparentes e independientes” de la pandemia, “libres de interferencias e influencias indebidas”. Más concretamente, la administración Biden pide a la OMS que complete una segunda fase de su investigación de forma que permita “a los expertos internacionales la independencia necesaria para evaluar plenamente el origen del virus y los primeros días del brote”.

Lamentablemente, la administración Biden sigue siendo demasiado condescendiente con la OMS y confía demasiado en la capacidad de la organización para gestionar una investigación que sea más exhaustiva o, lo que es más importante, independiente de la influencia del Gobierno de China.

Aunque China siga obstaculizando una investigación externa, una investigación multilateral dirigida por Estados Unidos puede acercarse a las respuestas que buscamos sobre lo que ocurrió durante los primeros días de la pandemia. Y lo que es más importante, este esfuerzo puede abordar directamente la teoría de la fuga del laboratorio, algo que la propia Beijing tiene poco interés en explorar.

Biden se ha mostrado ansioso por redoblar nuestro compromiso y colaborar con los amigos y aliados de Estados Unidos en todo el mundo. Llegar a la raíz de una pandemia que ya ha matado a casi 3,5 millones de personas en todo el mundo representa una oportunidad de oro para hacerlo.