(CNN Español) – Los iraníes acudirán este viernes a las mesas de votación en unas elecciones presidenciales marcadas por la pandemia de coronavirus, las tensiones persistentes en la región y la presión generada por una economía golpeada por las sanciones.
En esta ocasión, además, el Consejo de los Guardianes, órgano que entre otras funciones aprueba las postulaciones a presidente, ha descalificado a los candidatos reformistas y centristas y allanado el camino para una victoria del controversial Ebrahim Raisi, actual jefe del Poder Judicial con un controversial historial en materia de derechos humanos.
En total 59.310.307 iraníes están llamados a votar, de una población de casi 83 millones, según reportó la agencia estatal de noticias IRNA. Habrá además más de 72.000 centros de votación en todo el país.
Como en otras elecciones, habrá expectativa por el nivel de participación, especialmente dado el bajo número (42,57%, según IRNA) registrado en los comicios legislativos de febrero de 2020.
Es la decimotercera elección presidencial de la República Islámica, en busca de determinar quién será su octavo presidente. Y tendrá lugar al mismo tiempo que las elecciones de medio término del Parlamento y de la Asamblea de Expertos. También habrá comicios regionales en diferentes municipios.
El sucesor del moderado Hassan Rouhani, presidente desde el 2013, saldrá de una lista de 7 candidatos aprobados por el Consejo de Guardianes y anunciada el 25 de mayo por la agencia semioficial Fars.
La lista final de candidatos, lejos de las reformas
Ninguno de los nombres más populares entre los precandidatos, incluyendo el expresidente Mahmoud Ahmadinejad, el expresidente del parlamento Ali Larijani y el exvicepresidente Eshaq Jahangari, fueron aprobados por el Consejo de Guardianes.
Raisi, actual jefe judicial, se ha convertido entonces en el candidato más sólido y conocido en la lista final, la cual, sin Larijani ni Jahangiri, ha quedado sin nombres fuertes entre los reformistas.
“Ha sorprendido a quienes seguían este proceso electoral que el candidato más importante, Larijani, haya sido descalificado”, dijo a CNN Paulo Botta, experto en Medio Oriente de la Universidad Católica en Buenos Aires. “El sistema político está dispuesto a perder legitimidad con estos candidatos, priorizando no correr riesgos, a pesar de una creciente demanda de modificaciones de parte de la población no sólo en política sino también en economía”.
A esto se suman las presuntas aspiraciones de Raisi de suceder en el futuro al líder supremo ayatolá Ali Khamenei, de 82 años, según consideran expertos, y su largo historial en materia de violación de Derechos Humanos.
Tanto el Centro de Derechos Humanos de Irán (CHRI, por sus siglas en inglés) como la organización Human Rights Watch y Amnistía Internacional lo han acusado de presuntamente formar parte de un “comité de la muerte” que en 1988 habría supervisado la ejecución de miles de personas.
Raisi, un clérigo musulmán cercano al ayatolá, no ha respondido públicamente a estas acusaciones y durante las elecciones mantuvo un discurso centrado en la lucha contra la corrupción y los problemas económicos, de acuerdo con Fars.
La economía, golpeada por las sanciones y la pandemia
De acuerdo a los datos más recientes del Banco Mundial, previos a la pandemia de covid-19, la inflación en Irán se hallaba en casi el 40%, el desempleo en el 11% y el PIB caía por segundo año consecutivo un 6%, principalmente por la baja en sus exportaciones de petróleo y gas debido a las sanciones.
La pandemia, que al momento ha dejado un saldo de poco más tres millones de casos confirmados y cerca de 82.000 muertos según la Universidad Johns Hopkins, ha empeorado esta situación, potenciando las demandas de reforma económicas. Menos del 6% de la población total ha recibido por lo menos una vacuna contra el covid-19, y menos del 1% ha sido completamente vacunada.
Tensiones regionales latentes
Bajo el liderazgo de Francia y con el respaldo de Alemania, el Reino Unido y la Unión Europea, Irán está negociando el regreso de Estados Unidos al acuerdo nuclear de 2015, conocido como Plan de Acción Integral Conjunto (PAIC, o JCPOA por sus siglas en inglés), del cual el expresidente Donald Trump se retiró en 2018.
El acuerdo JCPOA, negociado por el gobierno de Rohani y la administración Obama, establecía el levantamiento de sanciones contra Irán a cambio de pruebas de que el programa nuclear iraní perseguía fines pacíficos.
Significó un corto alivio para el país. Pero tras el retiro decidido por Trump, que acusó a Teherán de desestabilizar la región mediante el apoyo de grupos militantes, las sanciones fueron impuestas una vez más y la economía volvió a sufrir la presión.
“Raisi seguirá con la política regional de Irán de apoyar a actores no estatales más allá de las fronteras iraníes”, dijo a CNN Saman Vakil, investigadora en el Instituto Real de Asuntos Internacionales en Londres. “Como muchos conservadores, considera que esta política es exitosa al momento de proteger la seguridad y estabilidad de Irán”.
Al mismo tiempo, Irán se encuentra en medio de un diálogo con Arabia Saudita, uno de sus principales rivales regionales.
“La política iraní ha demostrado que es muy pragmática. Aun los ‘principistas’ están dispuestos a hacer concesiones si esto les da un beneficio y va a haber una discusión interna” en un eventual gobierno de Raisi, señaló Botta.
Para Vakil, el candidato conservador cree en fortalecer los vínculos regionales de Irán. “Raisi defendió la construcción de una relación más fuerte con Irak durante un viaje reciente y seguirá apoyando el diálogo con Arabia Saudita, al considerar que cualquier mejora en la relación será en beneficio de Irán”, dijo.