Nota del editor: Julian Zelizer, analista político de CNN, es profesor de Historia y Asuntos Públicos en la Universidad de Princeton y autor del libro “Quemando la casa: Newt Gingrich, la caída de un presidente y el surgimiento del nuevo partido republicano”. Síguelo en Twitter @julianzelizer. Las opiniones expresadas en este comentario son suyas. Lee más columnas aquí
(CNN) – Es hora de imponer mandatos de vacunas y pasaportes. Las vacunas contra el covid-19 siguen funcionando extraordinariamente bien, pero la tasa de infección en EE.UU. empeora en poblaciones no vacunadas. La variante delta ofrece un recordatorio aleccionador de que la pandemia se ha desvanecido en gran parte del país, pero ciertamente no ha terminado.
Ambos partidos políticos han cometido el error de enmarcar las vacunas dentro de la tradición del individualismo. Incluso el presidente Joe Biden, quien ha demostrado su comodidad con un papel importante para el Gobierno, sigue apelando a las personas para que tomen la decisión correcta y patriótica cuando se trata de recibir sus vacunas.
Los gobernadores imploran a los residentes de sus estados que se vacunen pronto. Para muchos, el objetivo ha sido seguir haciéndolo lo más fácil posible para que las personas tengan un acceso rápido sin ser demasiado agresivos.
Los incentivos, desde loterías multimillonarias hasta boletos de béisbol, un trago y una cerveza, se han incluido como parte del paquete. El mensaje ha sido que el Gobierno seguirá haciendo que las vacunas sean lo más fáciles, accesibles y atractivas posible.
No es suficiente. Lo fácil, accesible y atractivo es importantes; nadie debería enfrentar barreras para recibir vacunas. Pero los ciudadanos tampoco deben ver esto como una vacuna opcional.
Biden y otros líderes políticos deben comenzar a pensar en el bien del colectivo y no solo en los derechos del individuo. Hacerlo no es una especie de movimiento hacia el socialismo, como inevitablemente argumentan los críticos conservadores. Pensar en el bien común es tan estadounidense como el pastel de manzana.
Una larga historia de obligaciones en Estados Unidos
Estados Unidos tiene una larga historia de exigir a los ciudadanos que participen en programas que nos ayudan a todos.
Creado en 1935, el Seguro Social estipuló que todos los trabajadores industriales pagaran impuestos para financiar las pensiones de los ancianos. Durante la Segunda Guerra Mundial, un sistema masivo de impuestos sobre la renta y un programa de Servicio Selectivo fueron esenciales para derrotar la amenaza global del fascismo.
Estados Unidos utilizó impuestos para pagar un sistema de carreteras interestatales en 1956, que permitió que nuestras comunidades crecieran y se extendieran por todo el país.
A nivel estatal y local, ya requerimos que los estudiantes reciban vacunas (paperas, sarampión y más) si van a asistir a nuestras escuelas. Las personas deben aprobar exámenes y recibir licencias si quieren conducir, para que todos en la carretera estén lo más seguro posible.
Las obligaciones colectivas siempre han sido parte de lo que realmente hace grande a Estados Unidos y debemos comenzar a hablar sobre las vacunas a través de esta lente vital. Si queremos restaurar la normalidad a largo plazo, restaurar nuestra economía, crear oportunidades para todos y vivir en una sociedad donde nosotros y nuestros seres queridos estemos seguros, sanos y felices, mucha más población necesita vacunarse.
La obligación cívica es un socio crucial para los derechos individuales. Con la pandemia, las conexiones entre estos dos elementos de nuestra cultura política se han vuelto claras. Si no insistimos en los pasos necesarios para contener verdaderamente al covid-19, y nuestros hospitales comienzan a sobrecargarse nuevamente, las personas en Estados Unidos simplemente no podrán reclamar sus derechos.
Durante el fin de semana del 4 de julio, gran parte del país disfrutó del dulce sabor de lo que puede ser la vida después de una pandemia. No podemos darnos el lujo de dar muchos pasos hacia atrás, y la variante delta nos muestra en este momento lo fácil que podría suceder.
Exigir la vacunación debe estar en el centro de nuestra agenda de salud pública.