Nota del editor: El psicólogo John Duffy, autor de “Parenting the New Teen in the Age of Anxiety”, ejerce en Chicago. Está especializado en el trabajo con adolescentes, padres, parejas y familias.
(CNN)– Durante la pandemia, trabajé con una clienta adulta para resolver una serie de problemas familiares imprevistos: un hijo que se esforzaba menos de lo debido en sus clases a través del Zoom, enfrentamientos con su marido por cuestiones económicas y por el tiempo que debían pasar juntos como familia en casa.
Todos nos enfrentamos a problemas familiares imprevistos en nuestros hogares a lo largo de la pandemia: gestionar el tiempo con nuestros seres queridos, conseguir que nuestros hijos nos escuchen, razonar con un miembro de la familia que se niega a vacunarse, controlar la temperatura emocional de un hogar ya estresado.
Lo que debemos evitar
A pesar de lo horrible que fue la pandemia, nos dio el lujo de evitar algunos problemas familiares existentes desde hace tiempo, como los abuelos que desaprueban nuestros estilos de crianza o un hermano adulto al que no soportamos por su política o narcisismo.
Antes de la pandemia, estos son los tipos de problemas de relación que muchos de mis clientes estaban resolviendo. Pero durante el covid-19, muchos no tenían que ver a esos miembros problemáticos de la familia, y en muchos casos el conflicto parecía desaparecer por completo.
Ahora esos problemas familiares han vuelto.
En las últimas semanas, estoy viendo cómo esos miembros negativos de la familia vuelven a la vida de mis clientes con más fuerza. A medida que las familias se reúnen de nuevo en Estados Unidos, los juicios y los choques de personalidad que se habían dejado en suspenso vuelven a surgir, a menudo con una energía renovada.
Resulta que los patrones familiares anteriores a la pandemia estaban firmemente establecidos y eran muy resistentes al cambio. Esos conflictos y rencores nunca desaparecieron realmente. Simplemente se desvanecieron en el fondo, listos para resurgir en cualquier momento.
Muchos de mis clientes están disgustados por este giro de los acontecimientos. Pensaban que por fin se habían librado de la confusión familiar, para que ésta volviera después de la pandemia. Ahora están más molestos y frustrados por los mismos temas rancios. Y para aquellos que llevan el peso emocional de nuestras familias, su carga ha crecido bastante, y rápidamente.
Los límites podrían formar parte de la nueva normalidad
Sí hay un cambio con respecto a antes de la pandemia: escucho a mis clientes decir que ya no están dispuestos a seguir con el statu quo prepandémico, sino que establecen límites más claros y firmes para protegerse emocionalmente.
Trabajo con una mujer de 40 años que ha tenido problemas en la relación con su madre desde su adolescencia. Describe a su madre como una persona criticona, distante y emocionalmente inaccesible. Sintió un respiro de estos sentimientos en sus breves pero agradables intercambios con su madre durante la pandemia. Pero una vez que volvieron a sentarse frente a frente, sin mascarilla y de cerca, la toxicidad regresó rápidamente.
En la terapia, descubrimos que tenía cierta capacidad de acción en esta relación que no sabía que poseía antes del covid-19. Tenía opciones. Podía decirle a su madre que, en cuanto dijera algo ofensivo, se iría. Podía prohibir ciertos temas. Podía establecer límites.
En cualquier relación familiar tóxica que tengas, puedes hacer lo mismo. No puedes cambiar a otras personas, pero puedes elegir no verlas más o verlas mucho menos. Puedes colgar el teléfono o marcharte cuando te ofendan. Puedes decidir que no pueden quedarse a dormir. Y con unos límites claros y no negociables, ese dolor en las relaciones se puede mitigar de verdad.
Establecer límites claros no es una concesión ni un castigo. Por el contrario, proporciona una estructura en torno a una relación difícil. Esa claridad puede preservar una relación que de otro modo sería irreparable. La madre de la mujer citada anteriormente, por ejemplo, respondió muy bien a los límites que mi cliente estableció. Y establecer límites no solo funciona en las relaciones familiares, sino en la mayoría de las conexiones que tenemos y que nos drenan innecesariamente nuestra preciosa energía emocional.
Lo esencial para estar a salvo de esas relaciones familiares tóxicas
Antes de volver a los mismos patrones, tómate un momento para considerar tus relaciones familiares. La pandemia nos permitió dar un paso atrás y hacer un balance de cómo pasamos nuestro tiempo, y con quién lo hacemos.
Reconocemos más claramente la toxicidad en nuestras relaciones. Y tenemos la oportunidad de actuar sobre ella antes de que vuelvan nuestros patrones negativos prepandémicos.
Durante este periodo pospandémico, te animo enérgicamente a que hagas un balance de tus relaciones familiares y consideres cuáles te aportan energía y cuáles te drenan. En el caso de este último grupo, establece ahora límites claros y manifiestos, antes de que esos patrones bien aprendidos vuelvan a establecerse.