(CNN) – El otro día compartí un meme que provocó muchas emociones.

En él, hay fotos de tres atletas superestrellas —la tenista Naomi Osaka, la gimnasta Simone Biles y la velocista Sha’Carri Richardson— junto a un cartel que dice: “No nos van a estresar. -Mujeres negras en todas partes”.

Son mujeres de color (Osaka es de madre japonesa y padre haitiano, mientras que Biles y Richardson son afroestadounidenses) y han sido noticia recientemente por las decisiones que tomaron para cuidar su salud mental.

Las tres tienen también algo en común que comprendo muy bien: la lucha de las mujeres de color a la hora de practicar el autocuidado.

Como escribí en el pie de foto del meme que compartí en Instagram, es difícil ser una mujer negra.

“Se supone que debemos salvar las relaciones, las familias, las elecciones, las comunidades, la democracia y, básicamente, el mundo, todo ello mientras exhibimos la “magia de las mujeres negras”, pero ¿se enfadan cuando nos salvamos a nosotras mismas?”. escribí. “Bienvenidos a un nuevo día”.

La pesada carga se ve agravada por el hecho de que, como mujeres negras, no se nos acostumbra a cuidar tanto de nosotras mismas como se espera que hagamos con los demás.

De las mujeres negras se espera literalmente que sean supermujeres, desde dirigir un hogares hasta servir de apoyo emocional a los blancos que quieren ser aliados, pero necesitan nuestra ayuda para saber cómo conseguirlo.

Hay una dimensión adicional para las atletas negras que tienen que competir contra algo más que sus oponentes.

CNNE 1040654 - la salud mental y la alta competencia- ¿pueden coexistir?
Simone Biles y la salud mental, uno de los problemas del deporte de alta competencia
04:10 - Fuente: CNN

Un estudio de 2018 titulado “Beating Opponents, Battling Belittlement: How African-American Female Athletes Use Community to Navigate Negative Images”, de la Universidad Estatal de Morgan en Baltimore, examinó cómo deben sortear tanto el racismo como el sexismo para convertirse en campeonas.

Por ejemplo, señaló que Serena Williams —posiblemente la mejor tenista del mundo, con más de 20 campeonatos de Grand Slam— ha sido comparada con un “hombre” y un “gorila”.

El presentador de radio Don Imus calificó a las jugadoras del equipo de baloncesto femenino de Rutgers de 2007 de “zorras con cabeza de niño” después de que perdieran contra el equipo de Tennessee en la final de la NCAA.

Osaka, Biles y Richardson han sido objeto de racismo y sexismo en el pasado, pero más recientemente.

Tanto Osaka como Biles abandonaron las competiciones, dijeron, para cuidar su salud mental y Richardson fue descalificada de la competición tras dar positivo por cannabis.

Richardson fumó marihuana de forma legal en Oregón y explicó que ocurrió después de que un periodista al que no conocía le diera la noticia de la muerte de su madre.

Las tres han sido criticadas por algunos en las redes sociales como “aquellas que se rindieron”, “arrogantes”, “perezosas” e “irresponsables”. Y esas son solo las palabras que se pueden publicar aquí.

Osaka se retiró del Roland Garros de 2021 por una disputa en la que no quería dar entrevistas después de los partidos (dijo que eso avivaba su ansiedad); Biles se retiró de las competiciones en los Juegos Olímpicos de este mes para centrarse en su salud mental. Richardson aceptó con gracia la suspensión que le impidió competir en los Juegos Olímpicos (tuiteó: “Lo siento, no podré ser su campeona olímpica este año, pero prometo que seré su campeona mundial el año que viene”).

Todas están enviando un mensaje claro: se están cuidando.

Este trío de atletas es más joven que yo y creo sinceramente que pertenecen a una generación que ha decidido dar prioridad a su salud mental por encima de todo lo demás (malditos sean los haters).

Cada una de ellas ha puesto la ética de trabajo que las ha llevado a la cima en sus campos y no nos deben a ninguno de nosotros su talento a riesgo de sí mismas. No lo harían, incluso si no fueran campeonas.

Una amiga se puso en contacto en privado para expresar su enfado por el hecho de que estas mujeres no se vieran capaces de “esforzarse” y “hacer el trabajo” como nos habían educado a nosotras (esta amiga y yo somos de la misma generación).

A eso, yo digo que tal vez han mirado a las generaciones mayores y han visto que esa mentalidad puede producir ramificaciones físicas, emocionales y mentales que simplemente no valen la pena. ¿De qué sirven la fama, la fortuna y las medallas si la infelicidad es el precio que hay que pagar para llegar a ellas?

Así que, si quieres, llámalo abandono, renuncia o incluso romper las reglas. Yo lo llamo ganar.