(CNN) – Todavía recuerdo la sensación que tuve el 13 de diciembre de 2020: la fecha en que las primeras vacunas contra el covid-19 salieron de las instalaciones de Pfizer en Michigan, con destino a los hospitales y centros de vacunación de todos los estados del país. Los científicos, típicamente reservados, lo describieron como el “hito médico” que todos habíamos estado esperando: una poderosa herramienta contra el nuevo virus que había paralizado al mundo durante casi un año. Se suponía que esas primeras dosis distribuidas por todo el país iban a marcar la siguiente fase de esta pandemia, y parecía que todo el país podría soltar pronto un suspiro colectivo de alivio.

Mientras esperaba para recibir la primera dosis de la vacuna, recuerdo que pensé en lo completamente ordinario y lo completamente extraordinario que era todo al mismo tiempo. Se trataba de un fragmento de ARN mensajero del virus, delicadamente envuelto en una pequeña cápsula de lípidos y entregado a cada uno de nuestros cuerpos a través de dos inyecciones, con un intervalo de varias semanas.

Este ARNm haría que cada uno de nosotros a fabricar una pequeña parte del coronavirus (la proteína de pico) que, a su vez, impulsaría a nuestro sistema inmunitario (el mecanismo de defensa de nuestro cuerpo) a crear anticuerpos y otras células inmunitarias como respuesta.

Aunque las vacunas parecían crearse en meses, mientras que normalmente tardan años, la tecnología que había detrás de esta vacuna era en realidad la culminación de un par de décadas de trabajo de algunas de las mentes más brillantes de la ciencia y la medicina. Rápidamente quedó claro que las vacunas funcionaron extraordinariamente bien y que tienen el potencial de revolucionar verdaderamente la medicina más allá de esta pandemia.

Seguí reflexionando sobre cómo este momento podría ser un punto de inflexión: el principio del fin de la pandemia; la luz al final de un túnel muy largo y devastador.

Cuanto más cambian las cosas, más permanecen igual

Hace ocho meses, mientras esperaba mi turno para vacunarme, los titulares hablaban del aumento del número de casos, de los hospitales que se hundían ante la presión, de las predicciones nefastas de que ocurriría más de lo mismo en los meses venideros y de la política del uso de mascarillas.

Hoy, me duele leer los mismos titulares: aumento del número de casos, hospitales inundados de pacientes en algunos lugares, predicciones de que “lo peor está por llegar” y gritos contra la obligación de llevar mascarilla. Y esta vez, también los mandatos de las vacunas.

Quiero ser claro: esto no era inevitable. Incluso sin vacunas, el país se enfermó mucho más de lo que debería. Se suponía que las vacunas nos envolverían con una armadura casi impenetrable y proporcionarían una protección más duradera. Por supuesto, la armadura solo funciona si la llevas puesta, y lo mismo ocurre con las vacunas.

Si observamos el mapa, los cinco estados con el mayor porcentaje de nuevos casos en Estados Unidos son Florida, Texas, California, Louisiana y Georgia. Casi uno de cada cinco nuevos casos de coronavirus, el 19,2%, procede de Florida, aunque este estado solo tiene el 6,5% de la población estadounidense. Todos esos estados, excepto California, tienen menos del 50% de su población totalmente vacunada.

Entre los estados con algunas de las tasas más bajas de nuevos casos por cada 100.000 personas, se encuentra que muchos de ellos tienen una de las tasas más altas de vacunación del país, como Vermont, New Hampshire, Maine y Maryland.

El principal asesor médico del presidente Joe Biden, el Dr. Anthony Fauci, y otros advirtieron que esta gran brecha en la vacunación dividiría al país en dos, especialmente cuando se suma a la variante delta, muy transmisible, que ha estado barriendo el país.

“Cuando tienes un nivel tan bajo de vacunación superpuesto a una variante que tiene un alto grado de eficiencia de propagación, lo que vas a ver entre las regiones subvacunadas, ya sean estados, ciudades o condados, es que encontrarás estos tipos individuales de brotes. Es casi como si fueran dos Estados Unidos”, predijo Fauci en CNN a finales de junio.

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“Habrá zonas en las que la tasa de vacunación sea alta, en las que más del 70% de la población haya recibido al menos una dosis. Si comparamos esto con zonas en las que puede haber un 35% de personas vacunadas, es evidente que existe un alto riesgo de que se produzcan estos picos en esas zonas seleccionadas”, dijo.

Fauci calificó la situación de “totalmente evitable, totalmente prevenible”.

Las vacunas nos protegen de las enfermedades

A pesar de las últimas noticias e investigaciones, que demuestran que incluso entre las personas vacunadas existe cierto riesgo de infectarse con el coronavirus, los datos más recientes de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EE.UU. (CDC, por sus siglas en inglés) muestran que solo se produjeron unos 6.600 casos graves de entre más de 163 millones de personas totalmente vacunadas, y más de una cuarta parte de ellos fueron clasificados como “asintomáticos o no relacionados con covid-19”.

Dicho de otro modo: más del 99,99% de las personas totalmente vacunadas no han tenido ningún caso de contagio que haya provocado la hospitalización o la muerte. Y sí, eso es incluso teniendo en cuenta la variante delta, más transmisible.

Hay algunas buenas noticias. El ritmo de vacunación está aumentando en todo el país. Según los últimos datos de los CDC, cada día se administra un promedio de 681.373 dosis. Esto incluye una media de 446.300 personas que se vacunan por primera vez cada día, lo que supone un aumento del 24% con respecto a la semana pasada y el más alto desde el 4 de julio.

De peor a mejor

La tasa de vacunación está aumentando incluso en los estados en los que los residentes han sido más reacios a vacunarse. Por ejemplo, Louisiana, donde apenas el 37% de la población está totalmente vacunada, y que tuvo el mayor número de nuevos casos per cápita la semana pasada, registró un aumento de las tasas de vacunación diarias del 111% en comparación con las de hace tres semanas. El estado ocupa el puesto 47 en cuanto a porcentaje de población con al menos una dosis de vacuna, pero la semana pasada ocupó el primer puesto en cuanto a nuevas vacunaciones por cada 100.000 residentes. Alabama, cuya media se ha duplicado con respecto a hace tres semanas, ocupa el puesto 46 en el ranking general de vacunación, pero es el tercero en el ritmo de la semana pasada; y Mississippi ocupa el puesto 50 en el ranking general, pero es el octavo la semana pasada.

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“Esto puede ser un punto de inflexión para aquellos que han dudado en decir: ‘Vale, es el momento’. Espero que así sea”, dijo el domingo el Dr. Francis Collins, director de los Institutos Nacionales de Salud, en el programa “State of the Union” de CNN.

“Eso es lo que tiene que ocurrir desesperadamente si queremos que esta variante delta vuelva a su sitio”.

Pero todavía tenemos que hacerlo mejor si queremos tener esta pandemia bajo control. Nuestra media de 446.300 personas que se vacunan por primera vez cada día sigue estando muy por debajo de nuestro pico a mediados de abril, cuando un promedio de casi 2 millones de personas lo hacían. Tal y como están las cosas ahora, hay unos 140 millones de personas en este país que todavía no se han vacunado, y de ellos, más de 90 millones tienen 12 años o más y, por lo tanto, son elegibles para ser vacunados.

Si hubiéramos mantenido el ritmo de vacunación de principios de la primavera, toda la población elegible ya habría recibido al menos una vacuna. No fue así, a pesar de la amplia disponibilidad y el costo cero. A mi regreso de Japón, donde solo el 30% de la población está vacunada, recordé lo escasas, y por tanto valiosas, que son estas vacunas en todo el mundo. En la India, apenas el 7,5% de la población está totalmente vacunada. En muchos países africanos esa cifra es inferior al 5%, y en Haití, menos del 1%.

¿Dónde está el problema?

Así que, ahora que se ha creado una notable hazaña de la ciencia, tenemos que abordar los obstáculos que impiden que tenga su máximo beneficio. En muchos otros países, es el acceso, pero en Estados Unidos, es la indecisión, que se presenta en todo tipo de formas diferentes.

Tenemos que combatir las dudas sobre las vacunas, un problema tan antiguo como las propias vacunas, ya que los primeros casos aparecieron poco después de que se popularizaran las primeras vacunas en el siglo XIX.

Según una encuesta de la Kaiser Family Foundation publicada a mediados de julio, la preocupación por los efectos secundarios, la novedad de la vacuna y la percepción de que no es necesario vacunarse fueron algunas de las principales razones que dio la gente para no vacunarse.

Así pues, intentaré abordarlas una por una. Son las mismas conversaciones que he tenido con mis propios vecinos y amigos.

En cuanto a la seguridad, se han administrado más de 4.000 millones de dosis de vacunas contra el coronavirus en todo el mundo. Solo en Estados Unidos se han administrado más de 347 millones de dosis.

Se trata de algunos de los productos médicos más utilizados en el planeta, por lo que existe una notable cantidad de datos del mundo real.

A lo largo de las campañas de vacunación, el número de efectos secundarios ha sido y sigue siendo constante y extraordinariamente bajo. El CDC está constantemente buscando efectos secundarios. Así es como la agencia pudo confirmar 28 casos de raros coágulos de sangre entre los 8,7 millones de dosis de la vacuna contra el covid-19 de Johnson & Johnson administradas en Estados Unidos. El sistema de seguimiento de los efectos secundarios es muy sensible y las noticias han sido buenas. En general, los efectos secundarios han sido minúsculos.

Lo que no es minúsculo es el número de muertes causadas por el covid-19: más de 4,2 millones de muertes en todo el mundo, incluyendo más de 610.000 aquí en Estados Unidos.

En cuanto a la novedad de la vacuna, y al hecho de que las de este país no estén totalmente aprobadas, simplemente “autorizadas”, por la Administración de Medicinas y Alimentos de EE.UU. (FDA, por sus siglas en inglés), la agencia afirma que está trabajando lo más rápido posible para conseguirlo. Pero se trata de un proceso complicado y dependiente del tiempo que, hasta hace poco, solía tardar más de una década en completarse.

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La FDA trabaja para aprobar la vacuna de Pfizer contra el covid-19
00:55 - Fuente: CNN

Para conceder una autorización de uso de emergencia, la FDA pedía dos meses de datos, mientras que para la aprobación completa la agencia exige seis meses. También hay que revisar las instalaciones de fabricación e incluso discutir cómo se comercializará en el futuro. Esto añade capas de complejidad que pueden ser angustiosamente lentas, pero también puede proporcionar una capa de confianza en el proceso.

“No puedo hablar de una fecha en la que pretendemos tenerlo hecho. Pero lo que sí puedo decir es que vamos a actuar con toda la diligencia necesaria para que la revisión se haga con nuestra alta calidad habitual, tan rápidamente como podamos”, dijo el viernes a The Washington Post el Dr. Peter Marks, director del Centro de Evaluación e Investigación Biológica de la FDA.

“Sabemos lo importante que es que la gente pueda vacunarse. Sabemos que hay estudiantes que vuelven a la universidad y que querrían ver una vacuna autorizada antes de vacunarse. Y lo entendemos, y trabajaremos para que esto llegue a la línea de meta lo más rápidamente posible”, dijo.

La última de las tres razones principales para no vacunarse, la percepción de no necesitar la vacuna, podría ser la más difícil de abordar, aunque no debería serlo porque las estadísticas son contundentes.

El covid-19 es una enfermedad que no se conocía hace 20 meses, pero que aún así se convirtió en la principal causa de muerte en EE.UU. el año pasado. Su competidor más cercano, la enfermedad cardíaca, no tiene una vacuna para prevenirla, pero el covid-19 sí.

Y aunque millones de personas en EE.UU. se han infectado con el coronavirus, y cientos de miles han muerto a causa del covid-19, todavía hay muchos focos del país en los que la gente siente que ha escapado de lo peor de la pandemia y que ya no tiene que preocuparse, o que nunca tuvo que preocuparse en primer lugar.

Pero la variante delta ha cambiado ese cálculo. Esta variante no perdona y aprovechará incluso un rápido encuentro fortuito para infectar.

Si nos fijamos en los datos, las tasas de mortalidad y las hospitalizaciones han disminuído drásticamente durante esta primavera y verano boreales, pero eso es solo una parte de la historia. Si profundizamos un poco más, hay tendencias alarmantes. Según un análisis de la Kaiser Family Foundation, de aproximadamente la mitad de los estados (los que proporcionaron datos), más del 95% de las hospitalizaciones y muertes se han producido entre personas no vacunadas. Esa cifra incluye ahora a personas jóvenes y anteriormente sanas, y no solo a los estadounidenses de más edad y a los que tienen problemas de salud subyacentes.

El país ya no se divide en vacunados y no vacunados. Simplemente se dividirá entre vacunados e infectados. También es la razón por la que las mascarillas volverán a ser habituales durante un tiempo. Mientras esperamos que las tasas de vacunación sigan en aumento, queremos frenar simultáneamente la transmisión del virus, y el uso de mascarillas en las zonas de alto riesgo son la forma más eficaz de conseguirlo. Por un lado las mascarillas, para ayudarnos a llevar la transmisión vírica a niveles bajos en todo el país, y los niveles altos de vacunación para mantenernos ahí.

Una de las preguntas más comunes sobre la vacuna: ¿Qué pasa si ya tuve covid-19? Es una pregunta muy justa, y hay muchas pruebas que demuestran que la infección natural puede proporcionar una buena inmunidad. Quiero ser claro antes de continuar: a estas alturas debes darte cuenta de que conseguir la inmunidad infectándote de forma natural es una idea terrible y podría llevarte al hospital o algo peor. La vacunación es una forma exponencialmente más segura de conseguir la inmunidad. Pero, la pregunta que probablemente te haces es más matizada: ¿sigue siendo necesaria la vacuna si ya tuve covid-19?

La orientación oficial de los CDC es que sí. Y este es el motivo: los datos existentes ofrecen pruebas de que la vacuna proporcionará una inmunidad más duradera, y también puede ser protectora contra futuras variantes.

Estas son siempre métricas de importancia crítica, y aún más ahora, cuando nos enfrentamos a la variante delta. Una vez más, no se trata de descartar la inmunidad de una infección anterior por covid-19, sino de argumentar que la adición de una vacuna proporcionará una mejor protección en el futuro. Mientras que Estados Unidos recomienda un ciclo completo de dos dosis de las vacunas contra el covid-19 de Pfizer/BioNTech o Moderna, algunos países han recomendado recibir al menos una dosis en aquellas personas que tuvieron una infección previamente. La razón es que la infección original proporcionó la misma inmunidad inicial que la primera dosis de una vacuna, y luego una segunda inyección actuaría como un potente refuerzo.

Estas son las verdaderas discusiones que he tenido con amigos y colegas, y sé que ganarse a la gente en este último campo puede ser lo más difícil de todo, porque implica una conversación, posiblemente una serie de conversaciones continuas, con los seres queridos, los amigos y tal vez un médico personal o un pastor de confianza, que pueda hablar con la persona indecisa o reticente de una manera que resuene con ella personalmente. Y la victoria se ganará con esfuerzo, y se medirá persona a persona.

Yo trato de hacerlo siempre. Por ejemplo, en mi vida cotidiana, como corresponsal al aire, como médico y en este espacio. Lo hago no solo porque amo a mi familia, sino porque también amo a la tuya.

– Andrea Kane y Nadia Kounang de CNN contribuyeron con este reportaje.