Washington (CNN) – En su visita a Bruselas, a principios de este verano, el presidente Joe Biden se mostró firme en su mensaje a los aliados estadounidenses. “Estados Unidos ha vuelto”, declaró en el vestíbulo de la sede de la Unión Europea, repitiendo un mantra que había pronunciado en casi todas las paradas de su primer viaje al extranjero, durante el cual los líderes le dieron la bienvenida como un bálsamo para cuatro años de angustia de la era Trump.
“Es abrumador en el interés de Estados Unidos de América tener una gran relación con la OTAN y con la UE”, dijo Biden. “Tengo una visión muy diferente a la de mi predecesor”, agregó.
Dos meses después, el mismo grupo de aliados se pregunta ahora qué fue de aquel Joe Biden. El humillante final de la guerra en Afganistán ha avivado la persistente preocupación por una política exterior de “Estados Unidos primero” que algunos aliados temen que no haya desaparecido del todo con el expresidente Donald Trump.
Y la caótica caída de Kabul, que tomó desprevenidos a los funcionarios estadounidenses y provocó una gran lucha por parte de Estados Unidos y otros países para evacuar a los diplomáticos y afganos que colaboraron en los esfuerzos bélicos, socavó gravemente la promesa de Biden de devolver la competencia a las relaciones exteriores estadounidenses.
Las contradicciones en el discurso de Biden y la situación en Afganistán
La toma del poder por parte de los talibanes en Afganistán ha provocado un destino incierto para las mujeres y las niñas afganas. Eso hace dudar de la repetida insistencia de Biden –incluso esta semana– en que los derechos humanos estarán en el “centro de nuestra política exterior”.
Algunos temen que el pandemónium provocado por la retirada estadounidense pueda dar pie a que países como Rusia y China –los mismos lugares en los que Biden espera reorientar la política exterior estadounidense– siembren dudas sobre la fiabilidad de Estados Unidos.
“China y Rusia están haciendo su agosto diciendo: ‘¿Este es su socio?’”, dijo David Petraeus, el general retirado que comandó las fuerzas en Afganistán y fue director de la CIA, al describir un mensaje procedente de Beijing y Moscú destinado a socavar la posición mundial de Estados Unidos.
“Los líderes europeos están cuestionando [a Estados Unidos], a pesar del éxito de la cumbre de la UE y de la reunión del G7 y de todo lo demás, porque muchos de ellos, si no todos, querían quedarse”, agregó.
“Así no se trata a los aliados”
Todo se ha desarrollado con escasa comunicación por parte del propio Biden, que esperó 48 horas después de la caída de Kabul para hablar con algún líder extranjero. Llamó por teléfono al primer ministro británico, Boris Johnson, este martes por la tarde y este miércoles habló con la canciller alemana, Angela Merkel.
La Casa Blanca dijo que los niveles inferiores del Gobierno realizaban llamadas periódicas centradas en cuestiones logísticas u operativas. Sin embargo, los líderes de otros países han encontrado tiempo para hablar entre ellos: hasta este miércoles, Merkel había hablado con los líderes de Gran Bretaña, Francia, Italia, Pakistán, Qatar y el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados.
La complicada crisis de Afganistán ha enseñado tanto a los estadounidenses como a los líderes de las capitales extranjeras algunas cosas nuevas sobre el todavía nuevo presidente, cuyas cuatro décadas en la vida pública le habían dado un aire de familiaridad. Algunas de sus características políticas más marcadas, como la empatía y el optimismo, han sido sustituidas por una realpolitik más fría. Su promesa de restaurar la competencia en el Gobierno se ha visto socavada por escenas de caos y predicciones confiadas que resultaron ser erróneas.
“Es una falta de comunicación, de honestidad, con el pueblo estadounidense y con los aliados de todo el mundo, que están profundamente decepcionados con una administración Biden que creían que sería mucho más multilateral, especialmente en un tema en el que los aliados llevan 20 años peleándose con los estadounidenses”, dijo Ian Bremmer, director del Eurasia Group. “La decisión sobre cómo y cuándo retirarse fue tomada unilateralmente por los estadounidenses, y esa no es la forma de tratar a tus aliados, francamente”, añadió.
Los líderes mundiales cuestionan la ejecución de la retirada de Afganistán de Biden
Ya irritados por la forma en que Biden decidió el fin de la guerra, los líderes de los países que lucharon junto a Estados Unidos cuestionan ahora abiertamente cómo se ejecutó la retirada.
“Este es un acontecimiento especialmente amargo. Amargo, dramático y terrible”, dijo Merkel durante una conferencia de prensa esta semana.
Entre bastidores, personas familiarizadas con el asunto dicen que ella ha sido más crítica con la decisión de Biden, diciendo a miembros de su partido que “razones políticas internas” le llevaron a decidir la retirada.
En Gran Bretaña, Boris Johnson ha caminado por la cuerda floja, esperando mantener su estrecha relación de trabajo con Biden. Pero, al mismo tiempo, reconoce el enfado de muchos en su partido –e incluso dentro de su propio Gobierno– hacia el plan de retirada de Estados Unidos.
Este miércoles, en el Parlamento, el diputado conservador que preside la comisión de Asuntos Exteriores reprendió con especial vehemencia el intento de Biden de culpar de la situación en Afganistán a las fuerzas de defensa del país.
“Ver a su comandante en jefe poner en duda el valor de los hombres con los que luché, afirmar que huyeron, es vergonzoso”, dijo Tom Tugendhat, que sirvió en Afganistán. “Esto no tiene por qué ser una derrota, pero en este momento lo parece”, afirmó.
Tras la conversación de Johnson con Biden, Downing Street dijo que el primer ministro subrayó “la importancia de no perder los logros alcanzados en Afganistán en los últimos 20 años, de protegernos contra cualquier amenaza emergente del terrorismo y de seguir apoyando al pueblo de Afganistán.”
También Francia y Canadá
El francés Emmanuel Macron ya fue un firme defensor de una política de seguridad europea menos dependiente de Estados Unidos. Este lunes, advirtió –en un discurso– que “Europa no puede asumir por sí sola las consecuencias de la situación actual” y despertó las iras por decir que Francia debe “protegerse de una ola de migrantes” procedentes de Afganistán.
Y el canadiense Justin Trudeau, que al igual que Macron se enfrenta a la reelección, ya ha soportado las críticas de los conservadores de su país por “abandonar” a los afganos tras la caída de Kabul en manos de los talibanes. Todavía no ha hablado con Biden, pero durante una rueda de prensa, este miércoles, quiso destacar sus consultas con otra líder estadounidense: la ex secretaria de Estado Hillary Clinton.
“[Clinton] comparte nuestra preocupación por las mujeres y niñas afganas”, dijo, describiendo una llamada telefónica que mantuvo con Clinton esta semana. “Ella acogió con satisfacción nuestros esfuerzos e instó a Canadá a continuar nuestro trabajo”, contó.
Estados Unidos “creó las condiciones para la decisión de la OTAN” de abandonar Afganistán
Biden se enfrentará de nuevo al G7, la próxima semana, durante una reunión virtual que Gran Bretaña, que actualmente lidera el grupo en virtud de su presidencia rotatoria, programó al deteriorarse la situación en Afganistán.
Hay otras dos grandes conferencias mundiales programadas para el otoño: la Asamblea General de las Naciones Unidas, que EE.UU. espera que sea mayoritariamente virtual, y el G20, en Roma, donde Biden tratará de nuevo de transmitir el liderazgo estadounidense en el extranjero.
El presidente aún puede señalar una larga lista de formas en las que se ha distinguido de su predecesor, desde la reincorporación al acuerdo climático de París hasta la plena aceptación de la OTAN, que Trump veía con escepticismo. Y Afganistán, aunque actualmente es el centro de la atención internacional, no es el único asunto al que se enfrentan Biden y sus homólogos extranjeros.
Pero incluso en otras áreas, Biden ha mostrado su disposición a ignorar los aportes internacionales. El anuncio de la administración, este miércoles, de que las dosis de refuerzo de la vacuna contra el covid-19 se ofrecerán a todos los estadounidenses este otoño boreal fue una oposición directa al llamamiento de la Organización Mundial de la Salud para que todas las dosis disponibles se destinen a los lugares donde incluso las primeras vacunas están retrasadas.
“Biden es el presidente de Estados Unidos para el pueblo estadounidense, pero el nivel de indiferencia hacia los aliados y el ciudadano medio de fuera de Estados Unidos está empezando a irritar a muchos que han estado allí con los estadounidenses durante mucho tiempo”, dijo Bremmer.
Una visión diferente
Otros analistas han restado importancia al riesgo que la situación de Afganistán supone para la posición de Estados Unidos.
“Creo que existe la idea de que la credibilidad de Estados Unidos se ha visto fundamentalmente socavada, o permanentemente socavada”, dijo Aaron David Miller, antiguo negociador de Oriente Medio y analista de Asuntos Globales de CNN.
“No me lo creo, de verdad que no. Hemos invertido 2.300 vidas estadounidenses, decenas de miles de afganos, billones de dólares, y hemos luchado bien… pero era el momento de partir. Y no puedo imaginar que nadie, quizás con la excepción del Gobierno de Ghani, vaya a responsabilizarnos con el tiempo de esta salida”, explicó.
La responsabilidad de Biden por Afganistán
Biden y su equipo han argumentado en repetidas ocasiones que abandonar Afganistán nunca iba a ser fácil ni limpio, pero que hacerlo seguía siendo la decisión correcta. Y el presidente ha dicho a los estadounidenses que aceptará la responsabilidad de las consecuencias, incluso cuando eche la culpa a otros.
Sin embargo, incluso antes de que los talibanes tomaran Kabul y el gobierno civil afgano se derrumbara, los aliados estadounidenses en el extranjero se quejaron en privado de que no se les había consultado adecuadamente antes de que Biden anunciara que retiraría las tropas estadounidenses para el 11 de septiembre. Algunos también se preguntaron cómo se podría mantener la seguridad en el país cuando las tropas estadounidenses se fueran. Especialmente en el aeropuerto internacional de Kabul y en instalaciones diplomáticas.
Durante la reunión de la OTAN en Bruselas, a mediados de junio, Biden afirmó que había un “fuerte consenso” entre los líderes sobre sus planes de retirada. Y un alto funcionario de la administración dijo a los periodistas que había “una increíble cantidad de calidez y unidad en torno a toda la agenda, incluyendo el aspecto de ‘adentro juntos, afuera juntos’ de la retirada de Afganistán”.
Pero desde entonces, los funcionarios han enmarcado la decisión como algo esencialmente forzado por Estados Unidos.
“En realidad era políticamente imposible para los aliados europeos continuar en Afganistán, dado el hecho de que Estados Unidos ha decidido poner fin a su misión militar”, dijo el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, en el programa “New Day”, de CNN, este miércoles. “Entramos juntos, y ajustamos nuestra presencia juntos, y ahora nos vamos juntos tras estrechas consultas entre los 30 aliados”, agregó.
Presionado sobre si eso significaba que la decisión de Estados Unidos había atado las manos de la OTAN, Stoltenberg fue claro: “La decisión de Estados Unidos, por supuesto, enmarcó o creó las condiciones para la decisión de la OTAN.”