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El Banco Mundial detiene el apoyo financiero a Afganistán y dice que está 'profundamente preocupado' por las mujeres
01:01 - Fuente: CNN

Londres (CNN) –  La repentina caída de Kabul y la toma casi total de Afganistán por parte de los talibanes ha dejado a muchos de los antiguos socios de Estados Unidos preguntándose qué será del orden internacional con base en valores y liderado por Estados Unidos.
Aunque la retirada de las tropas por parte del presidente Joe Biden para el 31 de agosto es inevitable, la rapidez con la que la situación cayó en el caos y la falta de arrepentimiento y flexibilidad de la Casa Blanca ha dejado a los aliados desorientados.

El martes, los líderes del G7 aliados de Biden, encabezados por el primer ministro del Reino Unido, Boris Johnson, presionaron al presidente de Estados Unidos para que ampliara ese plazo con el fin de sacar del país a los ciudadanos extranjeros, a los afganos que han ayudado a las tropas aliadas y a otros grupos vulnerables. Pero Biden se mantuvo firme.

Tal y como lo ven los aliados de Estados Unidos, sobre todo en Europa, el país se está distanciando, lavándose las manos de una crisis en cuya creación ha tenido mucho que ver, y sin tener en cuenta los problemas que esto crea en otros lugares.

Como dijo un alto funcionario europeo a CNN: “Cuando Estados Unidos dio marcha atrás en Siria, provocó una crisis en Europa… no en Estados Unidos”.

Refugiados de Afganistán esperan para subir a un autobús después de llegar y ser procesados en el Aeropuerto Internacional de Dulles en Dulles, Virginia, el 23 de agosto de 2021. Alrededor de 16.000 personas fueron evacuadas en las últimas 24 horas desde Afganistán a través del aeropuerto de Kabul, dijo el Pentágono el 23 de agosto de 2021, mientras EE.UU. acelera para completar la evacuación aérea antes de la fecha límite del 31 de agosto. Créditos: ANDREW CABALLERO-REYNOLDS / AFP via Getty Images

La razón por la que esto es tan difícil de digerir para los aliados es que gran parte de la política exterior mundial, especialmente en Europa, se basa en la suposición de que los compromisos de Estados Unidos con el orden occidental basado en valores, a través de la ONU y la OTAN, son férreos.

La dependencia de Europa de Estados Unidos en términos de asuntos internacionales no es nada nuevo. A lo largo de la presidencia de Trump, diplomáticos y funcionarios europeos hablaron repetidamente con CNN sobre la necesidad de algo que llaman autonomía estratégica. Sin embargo, la falta de una política coherente ha frenado estos esfuerzos, y en el contexto de Afganistán, eso significa que cuando Estados Unidos se retira, todos se retiran.

El tratado de la OTAN se abre con la promesa de que: “Las Partes de este Tratado reafirman su fe en los propósitos y principios de la Carta de las Naciones Unidas y su deseo de vivir en paz con todos los pueblos y gobiernos”.

La Carta de las Naciones Unidas a la que hace referencia dice: “Los propósitos de las Naciones Unidas son… Mantener la paz y la seguridad internacionales y, a tal fin, … adoptar medidas colectivas eficaces para prevenir y eliminar las amenazas a la paz”.

Los críticos se esfuerzan por ver cómo el reciente comportamiento de Biden se ajusta a estos compromisos, y les preocupa que confirme la salida de Estados Unidos de la escena mundial. Sin embargo, Biden ha argumentado que la misión antiterrorista de su país en Afganistán se cumplió hace una década, cuando las tropas de Estados Unidos mataron al líder de al Qaeda, Osama bin Laden, y que Estados Unidos sigue siendo un líder en otros lugares del escenario mundial, incluso en los esfuerzos humanitarios.

Hablando el martes sobre su reunión con el G7, Biden dijo a la prensa: “Hablamos de nuestra obligación mutua de apoyar a los refugiados y evacuados que actualmente huyen de Afganistán. Estados Unidos será un líder en estos esfuerzos y esperaremos que la comunidad internacional y nuestros socios hagan lo mismo”.

“Todos estamos de acuerdo en que vamos a estar codo a codo con nuestros aliados más cercanos para hacer frente a los retos actuales que tenemos en Afganistán, al igual que hemos hecho durante los últimos 20 años”, dijo también.

Pero muchos tienen dudas sobre lo que eso significa en la práctica.

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01:19 - Fuente: CNN

“Para mí, esto muestra el fin de una era geopolítica, que consistía en la creación de un orden internacional liberal, y el comienzo de una nueva, que consiste en la competencia entre China y Estados Unidos”, dijo el martes Mark Leonard, director del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores.

Un combatiente talibán monta guardia en un puesto de control en el barrio de Wazir Akbar Khan en la ciudad de Kabul, Afganistán, el domingo 22 de agosto de 2021.

La salida de Estados Unidos de una zona estratégica clave también ha creado oportunidades para que sus enemigos internacionales aumenten su influencia en Afganistán en términos muy diferentes a los exigidos a occidente.

Históricamente, el apoyo de Estados Unidos, y por extensión de occidente, a países como Afganistán se daba a cambio de una contrapartida.

“Lo que hacía que el apoyo de occidente fuera tan atractivo para los países de todo el mundo era el compromiso subyacente de ayudar a los países a construir democracias liberales y abiertas y una sociedad basada en el Estado de Derecho”, afirma David Lidington, presidente del Real Instituto de Servicios Unidos y ex viceprimer ministro del Reino Unido.

“Una de las consecuencias de la derrota en Afganistán es la falta de confianza en occidente, lo que solo puede ser positivo para China y Rusia, que pueden ofrecer su apoyo sin tener en cuenta el estado de derecho o los derechos humanos”, añade.

La nueva relación de China con los talibanes ya se gestaba en julio, antes de que el grupo militante tomara el control del país. El ministro de Asuntos Exteriores chino, Wang Yi, se reunió con una delegación talibán en el norte de China, donde ambas partes llegaron a un acuerdo: China ayudaría a la reconstrucción de Afganistán, y a cambio los talibanes garantizarían la estabilidad regional.

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01:36 - Fuente: CNN

Como informó CNN, la caída de un gobierno estable en Afganistán y el posterior triunfo de los talibanes no es necesariamente algo bueno para China y, en algunos aspectos, representa más un dolor de cabeza que otra cosa.

Sin embargo, la fase inicial en la que China se reunió con los líderes talibanes confirmó la percepción, al menos a los ojos de los aliados europeos de Estados Unidos, de que China está dispuesta a aprovechar el vacío dejado por Estados Unidos, aunque es poco probable que lo llene militarmente. Con base en los informes actuales de Afganistán, es poco probable que la forma en que los talibanes logren la estabilidad ahora cumpla con los estándares occidentales de derechos humanos, pero podría no suponer un obstáculo para el apoyo de Beijing, dado el pobre historial de China en materia de derechos humanos.

Rusia también se ha acercado a los talibanes en los últimos días, y su Ministerio de Asuntos Exteriores ha dicho que no evacuará su embajada cuando caiga Kabul. Aunque los talibanes están -al menos sobre el papel- oficialmente proscritos por Moscú, el Kremlin mantiene contactos de trabajo con los talibanes, que, según afirma, han “empezado a restaurar el orden público” desde que tomaron el poder.

Esta es la misma Rusia que apoyó la estabilidad en Siria proporcionando a su brutal presidente, Bashar al-Assad, potencia de fuego y ayudando en los ataques aéreos contra los grupos rebeldes. Rusia ha negado esto, diciendo que estaba apuntando exclusivamente al ISIS.

También es la misma Rusia en la que los opositores al Kremlin son envenenados y encarcelados.

Afganos se reúnen en una carretera cerca de la parte militar del aeropuerto de Kabul el 20 de agosto de 2021, con la esperanza de huir del país tras la toma militar de Afganistán por parte de los talibanes.

En los últimos años, China y Rusia han actuado de forma conjunta, utilizando las instituciones internacionales para atacar a occidente. Según Velina Tchakarova, directora del Instituto Austriaco de Política Europea y de Seguridad, China y Rusia ya están “operando dentro del orden global existente con el claro objetivo de desbaratarlo, desmantelando sus estructuras multilaterales” para promover visiones del multilateralismo que compiten con la de occidente.

“Los esfuerzos coordinados de China y Rusia en el Consejo de Seguridad de la ONU (por ejemplo, en el caso de Irán y ahora probablemente en el de Afganistán) y en otras organizaciones internacionales seguirán aumentando a medida que ambos Estados traten de mejorar su imagen internacional como creadores de normas en un orden mundial basado en reglas que cambia rápidamente”, añade.

La retirada de las tropas de Afganistán, y la subsiguiente carrera para evacuar a las personas vulnerables, encaja en esta narrativa.

Con razón o sin ella, el compromiso de EE.UU. de retirarse en un plazo tan duro será visto como el catalizador para que los talibanes tomen el control del país. La forma en que se gestionen las consecuencias de ello probablemente influirá en la forma en que tanto sus aliados como sus enemigos vean el legado de Estados Unidos en Afganistán.

Leslie Vinjamuri, directora del Programa sobre Estados Unidos y las Américas de Chatham House, afirma que la gente “juzgará a Estados Unidos en Afganistán en función de cómo gestione la situación humanitaria que se desarrolle, si acepta un gran número de inmigrantes, qué tipo de ayuda humanitaria se compromete a prestar”.

Añade que si “Afganistán se convierte en un Estado fallido o se produce una grave crisis humanitaria, mucha gente culpará a Estados Unidos, con razón o sin ella. Y sin duda esto alimentará la narrativa de la hipocresía de EE.UU. cuando se trata de los derechos humanos”.

Por extensión, esa culpa y esas acusaciones de hipocresía también caerán sobre los pies de los aliados occidentales que, una vez que Estados Unidos decidió que era el momento de irse, no tuvieron más remedio que hacerlo también. Y eso ofrece una gran oportunidad a quienes desean ocupar el lugar de occidente en la escena mundial, sin las obligaciones morales.

Combatientes talibanes hacen guardia frente al aeropuerto internacional Hamid Karzai, en Kabul, Afganistán, el lunes 16 de agosto de 2021.

Puede que la lucha por Afganistán haya terminado, pero algunos creen que occidente aún tiene trabajo por hacer.

Tom Tugendhat, legislador del Reino Unido que sirvió en Afganistán y preside el Comité Selecto de Asuntos Exteriores, cree que la alianza occidental todavía tiene un papel que desempeñar en Afganistán, que tendrá implicaciones globales.

“Podemos invertir en la ONU y poner en marcha y utilizar sus programas para apoyar al pueblo afgano”, dijo Tugendhat. “Podemos incorporar a los socios regionales de la India, Pakistán, Uzbekistán y otros para que trabajen juntos. Los talibanes no son universalmente populares, pero están inspirando a otros. Los grupos islamistas de África y Asia se inspiran y tenemos que trabajar con socios de todo el mundo. Tenemos que empezar a actuar a nivel internacional”.

El golpe a la reputación para occidente por lo que ocurren en Afganistán no se conocerá del todo hasta dentro de un tiempo. Lo que está claro por ahora es que si los aliados de Estados Unidos quieren tener la opción de servir a sus propios intereses a nivel mundial, tienen que aceptar que, tal y como están las cosas, son insuficientes.

Eso significa que los países que durante tanto tiempo han confiado en la estabilidad del compromiso de Estados Unidos con la promoción de los valores occidentales tendrán que replantearse su política exterior.

Si Mark Leonard tiene razón, y éste es realmente el fin de una era geopolítica, esos países tendrán que reorientar sus prioridades sobre una base nueva y aterradora: que Estados Unidos simplemente ya no está tan interesado.