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Joe Biden termina la guerra en Afganistán y envía mensaje a terroristas
02:10 - Fuente: CNN

Nota del editor: Aaron David Miller es investigador principal de la Fundación Carnegie para la Paz Internacional y autor de “The End of Greatness: Why America Can’t Have (and Doesn’t Want) Another Great President”. Miller fue negociador en Medio Oriente en administraciones demócratas y republicanas. Las opiniones expresadas en este comentario son las del autor. Ver más artículos de opinión aquí.

(CNN)– Aaron Sorkin, el creador de la exitosa serie de televisión The West Wing, describió una vez la Casa Blanca como la cancha con la mayor ventaja de local en el mundo. Y el presidente Joe Biden trató de utilizar esa ventaja el martes por la tarde, no para exponer los pros y los contras de su decisión de retirar las tropas de EE.UU. de Afganistán, como podría haber hecho Barack Obama, sino para declarar con vehemente certeza y convicción, a la Ronald Reagan, que la retirada no solo era la mejor opción, sino la única coherente con los intereses del pueblo estadounidense.

De hecho, las declaraciones de Biden no iban dirigidas a los aliados, a los adversarios o incluso a los afganos, sino a la opinión pública estadounidense que, según las últimas encuestas, parece estar perdiendo su confianza en el presidente en una serie de cuestiones, incluida Afganistán.

Un presidente sin dudas

En los ocho meses de su presidencia, Biden nunca ha hablado con tanta fuerza y emoción como lo hizo el martes en defensa de su decisión de poner fin a la guerra en Afganistán, un día después de que el último avión militar de Estados Unidos abandonara el país. De principio a fin hubo poca modulación en su voz, ningún esfuerzo por bajar el nivel de decibelios. Era como si quisiera proyectar el control, la seguridad y la confianza que muchos de sus críticos consideraron ausentes durante el caótico proceso de retirada. El presidente se negó a ceder terreno en esta cuestión y trató de rebatir los argumentos de quienes afirmaban que podía haber iniciado la evacuación antes, mantener las fuerzas allí más tiempo y fijar un plazo arbitrario para la retirada. De hecho, describió la evacuación como una operación casi milagrosa, el mayor transporte aéreo de un país en la historia.

Un presidente reacio a admitir que la retirada podría haberse gestionado mejor

La decisión de Biden de fijar una fecha para la retirada fue la más audaz y arriesgada de su presidencia hasta el momento. Y aunque aceptó una especie de responsabilidad general por todo, no aceptó la responsabilidad por nada en concreto.

En ocasiones, aparentemente a la defensiva y molesto mientras defendía la retirada, el presidente trató de trasladar la responsabilidad a casi todos los demás. Biden se refirió al acuerdo de paz firmado en Doha, Qatar el año pasado entre la administración de su predecesor y los talibanes como si no tuviera más remedio que respetarlo. También culpó a la respuesta de las fuerzas de defensa de la seguridad nacional de Afganistán, que estimó erróneamente en 300.000 efectivos cuando los datos han sido considerados cuestionables incluso por un organismo de control estadounidense. También criticó al expresidente de Afganistán Ashraf Ghani por huir del país, a los talibanes, poco fiables y a los que pretende hacer rendir cuentas, y a los críticos que, según él, no comprenden, con razón, los verdaderos costes de un despliegue continuado de “bajo grado”.

Biden ha terminado con Afganistán. ¿Terminó Afganistán con Biden?

Está claro que el presidente quería pronunciar un discurso presidencial para marcar el final de la guerra más larga de Estados Unidos y evitar una lista de tareas complicadas que podría ser más apropiada para un secretario de Estado.

Biden abordó, quizá de forma comprensible, gran parte de los asuntos pendientes en Afganistán: qué hacer con los estadounidenses que quedan; qué hacer con los afganos en peligro; cómo tratar con los talibanes; y qué hacer con la ayuda humanitaria.

Paradójicamente, la cuestión que requirió comentarios más detallados por parte del presidente y que será tratada con mayor dureza por sus críticos fue la cuestión que el propio Biden identificó como el único interés nacional vital que tiene Estados Unidos en Afganistán: cómo proteger a la patria de los ataques terroristas.

El presidente volvió a referirse a la capacidad antiterrorista sobre el horizonte, elogió su uso en el ataque aéreo de Estados Unidos del pasado fin de semana contra un planificador del ISIS-K e hizo la afirmación general de que el mundo había cambiado y que Afganistán no era la única fuente de actividad yihadista. Fue una explicación insatisfactoria, especialmente porque hay pocas dudas de que la tarea antiterrorista de Estados Unidos en Afganistán será más difícil aunque no necesariamente imposible sin una presencia in situ.

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La escalofriante entrevista de Clarissa Ward con un líder de ISIS-K
03:26 - Fuente: CNN

Un discurso para Estados Unidos

Si los aliados de Estados Unidos buscaban disculpas y tranquilidad, seguramente no las iban a encontrar en el discurso del martes. Biden tendió la mano un par de veces con empatía al pueblo afgano y prometió seguir ayudando a los afganos en peligro. Hubo una rápida referencia a los derechos humanos, una mención a la competencia con China y Rusia y una severa advertencia a los terroristas de que Estados Unidos no olvidará ni perdonará. Pero no fue un discurso de política exterior.

De hecho, fue un discurso esencialmente estadounidense dirigido a un público nacional, especialmente a los veteranos. Aquí Biden fue el más elocuente, eficaz y emotivo al referirse al servicio militar de su difunto hijo Beau, a la tasa de suicidios entre los veteranos, al estrés y la tensión de las familias y al número de veteranos heridos y muertos en Afganistán. Resonará al igual que su arremetida contra los críticos que piden un despliegue de bajo grado, bajo costo y bajo riesgo y no tienen en cuenta estos sacrificios y dificultades.

A pesar de sus imperfecciones, fue un discurso poderoso y evocador de un presidente que cree hasta el fondo de su alma que, en beneficio del interés nacional de Estados Unidos, del bien del pueblo estadounidense y de los que sirven, la decisión de poner fin a la guerra más larga de Estados Unidos fue la “decisión correcta; la decisión más sabia y la mejor decisión”.