Nota del editor: Camilo Egaña es el conductor de Camilo. Las opiniones expresadas en este artículo son exclusivas del autor.
(CNN Español) – Dice Martín Caparrós, escritor y periodista argentino, que las vacaciones son “el mes corto en que ejercemos nuestra libertad” después de entregarla durante otros once meses muy largos “a cambio de dinero para vivir”.
Uno regresa de las vacaciones con la sensación de no haberse ido.
Desde que aparecieron los teléfonos inteligentes, las vacaciones dejaron de ser lo que eran.
Ahora no hay modo de dejar de sentir la arritmia permanente de los mercados, los latigazos de las bestias en Afganistán, los suspiros imperiales de Vladimir Putin y la filología tenebrosa de Daniel Ortega, que ha convertido el verbo encarcelar en sinónimo de existir.
Uno regresa de las vacaciones tan harto como se fue por el apagón de la lucidez.
El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, invitó a celebrar el Día de la Independencia de su país a su homólogo cubano, Miguel Díaz-Canel, el presidente designado por Raúl Castro. Ante el recelo con que algunos recibieron la noticia, AMLO dijo: “No podemos nosotros invitar a unos y a otros no”.
Díaz-Canel sigue siendo criticado por el modo en que reprimió en julio las mayores protestas ciudadanas en más de 60 años de gobierno socialista en la isla. No olvidemos que el gobernante conminó a sus partidarios a enfrentar a los manifestantes en las calles. “La orden de combate está dada. A la calle los revolucionarios”, exhortó el mandatario en su televisión y se produjeron choques violentísimos entre los manifestantes y grupos progubernamentales.
Pero Díaz-Canel estaba en la lista de invitados de López Obrador.
Susanita, la amiga de Mafalda, habría dicho que, si vamos a celebrar el cumple de la patria, hagámoslo cuidando la lista de invitados. Como si fuera boda de pobres.
Supongo que cuando el mandatario mexicano necesite un referente de civilidad y concordia, invitará entonces a Donald Trump. Andrés Manuel, que califica de “caballero” a Donald en su libro más reciente, tal vez vuelva a ignorar el profundo desprecio por los mexicanos del que hizo gala el expresidente de Estados Unidos.
Que no exagero, que a lo mejor lo invita. Por coherencia política y por ‘carnal’, por ‘cuatacho’, y por ‘brother’. Porque un cuate, lo que se dice un buen cuate, es para toda la vida. Como los diamantes.