(CNN) – Un nuevo hallazgo que parecería un poco fuera de este mundo es una nueva realidad para los investigadores que han estado estudiando el cosmos durante las últimas dos décadas.
Los investigadores descubrieron que la Tierra no es tan brillante como solía ser y que se ha ido oscureciendo a un ritmo notable en los últimos años.
Utilizando un telescopio que no se diferencia mucho del que podrías tener en tu casa, los investigadores del Observatorio Solar Big Bear han estado tomando mediciones cada noche durante los últimos 20 años, para estudiar el ciclo solar del sol y la cobertura de nubes.
Lo hicieron midiendo la “luz cenicienta”, que se produce cuando “la cara oscura de la Luna capta el brillo reflejado de la Tierra y devuelve esa luz”, según la NASA. La cantidad de brillo terrestre varía de una noche a otra y de una estación a otra.
“Si miras la Luna menguante, puedes ver la Luna entera porque tres cuartas partes de ella están iluminadas con esta luz fantasmal”, explica Philip Goode, investigador del Instituto Tecnológico de Nueva Jersey y autor principal del nuevo estudio.
Después de 20 años de medir la “luz fantasma”, descubrieron que se está desvaneciendo.
“En realidad es la luz solar reflejada en la Tierra, y eso es lo que se está atenuando”, dijo Goode.
De hecho, la Tierra refleja ahora alrededor de medio vatio menos de luz por metro cuadrado que hace 20 años, lo que equivale a una disminución del 0,5% en la reflectancia de la Tierra. La Tierra refleja alrededor del 30% de la luz solar que la ilumina.
“En muchas de estas cosas, puedes dejar de lado tu sentido común y puede haber muchas sorpresas”, dijo Goode. “Esta es una de esas sorpresas”.
Durante los primeros 17 años, los datos parecían más o menos los mismos, hasta el punto de que los investigadores estuvieron a punto de suspender el resto del estudio.
“No estábamos tan animados de hacer los últimos tres años de datos porque parecían no haberse modificado durante 17 años, pero finalmente decidimos hacerlo porque nos prometimos 20 años de datos, así que lo hicimos, y obtuvimos lo inesperado”, dijo Goode.
En un sorprendente giro de los acontecimientos, los últimos tres años de su estudio mostraron que la luz cenicienta había disminuido drásticamente. Tanto, que pensaron que sus datos eran erróneos.
“Cuando analizamos los últimos tres años de datos, se veía diferente”, dijo Goode. “La reflectancia había bajado y de manera notable. Así que pensamos que habíamos hecho algo mal. Así que lo rehicimos varias veces y resultó que era correcto”.
Se dieron cuenta de que los datos no se correlacionaban con la variación del brillo del sol debido a sus ciclos solares, lo que significaba que la causa tenía que ser otra.
Lo que notaron fue una disminución de la cobertura de nubes. La luz solar rebota en las cimas de las nubes y se refleja en el espacio. Cuando disminuye la nubosidad, entra más luz solar.
“La Tierra recibe más calor porque la luz reflejada se reduce, por lo que entra más luz solar en el espectro visible”, explica Goode.
La mayor disminución de la nubosidad se produjo en las costas occidentales de América del Norte y del Sur, la misma región en la que las temperaturas de la superficie del mar han aumentado debido a la inversión de una condición climática llamada Oscilación Decadal del Pacífico (PDO, por sus siglas en inglés).
La PDO es un término utilizado para referirse a las fluctuaciones de temperatura a largo plazo en el océano Pacífico. El calentamiento y el enfriamiento de los océanos en distintos lugares repercute directamente en la trayectoria de la corriente en chorro. Este desplazamiento de la corriente en chorro tiene un impacto directo en las condiciones meteorológicas y el clima a largo plazo, especialmente en las costas occidentales de América del Norte y del Sur.
“Frente a la costa occidental del continente americano, las nubes bajas se consumieron y entró más luz solar, por lo que registramos la disminución en la reflectancia de la Tierra”, dijo Goode.
Goode no llegó a afirmar que tuviera un impacto directo en el calentamiento más rápido de la Tierra. “Ciertamente la Tierra recibe medio vatio más por metro cuadrado, pero decir qué decide hacer la Tierra con esta energía, sería una conjetura”.