Nota del editor: Michael D’Antonio es el autor del libro “Never Enough: Donald Trump and the Pursuit of Success” y coautor, junto a Peter Eisner, del libro “High Crimes: The Corruption, Impunity, and Impeachment of Donald Trump”. Las opiniones expresadas en este comentario le pertenecen únicamente a su autor. Ver más opiniones aquí.
(CNN) – Ahí va de nuevo Donald Trump. Abandonando el camino hacia una posible victoria solo para probar su punto.
Mientras Joe Biden se enfrenta a unos índices de aprobación tambaleantes y los republicanos esperan volver a capturar el Congreso el próximo año, Trump amenaza con mantener a decenas de millones de votantes en casa en 2022 y 2024. ¿La razón? Los funcionarios de todo el país no logran erradicar el fraude que, según Trump, le costó un segundo mandato en la Casa Blanca.
“Si no resolvemos el fraude de las elecciones presidenciales de 2020, los republicanos no votarán en el 22 ni en el 24”, anunció Trump en una declaración escrita este miércoles. “Es lo más importante que deben hacer los republicanos”.
El problema es que, por supuesto, no hubo ningún fraude electoral significativo en 2020. De hecho, el mismo día en que Trump hizo su amenaza, un juez de Georgia se convirtió en el último jurista en desestimar una demanda que sostenía que el fraude había determinado el resultado de 2020. Aunque es difícil conseguir un número preciso, USA Today ha informado de 62 esfuerzos anteriores para demostrar que hubo fraude, ninguno de los cuales tuvo éxito. Incluso una extraña “auditoría” realizada por los autodenominados Cyber Ninjas, contratados por partidarios en Arizona, terminó encontrando más votos para Biden.
Contrario a todas las evidencias, Trump sigue exigiendo a sus compañeros republicanos que demuestren que ganó en 2020, no sea que sufran una derrota aplastante en futuras elecciones en caso de que los furiosos partidarios del expresidente se nieguen a votar. Para alguien que había hablado mucho de ser un ganador, esta última amenaza parece extraña. Pero, de nuevo, ya ha hecho este tipo de cosas antes.
A principios de 2021, Trump se encargó de ayudar a dos republicanos de Georgia en la segunda vuelta de las elecciones al Senado. En una carrera, el senador en republicano en funciones Kelly Loeffler se enfrentaba al demócrata Raphael Warnock. En la otra, el senador republicano David Perdue competía contra el demócrata Jon Ossoff. La victoria de Biden en el estado les había demostrado que los independientes que podían determinar al ganador no estaban con Trump. De todos modos, hizo campaña allí, insistiendo en una afirmación de fraude electoral que aparentemente no fue del agrado de los georgianos. Loeffler y Perdue perdieron, lo que significó que el Partido Republicano también perdió el control del Senado de Estados Unidos.
Las debacles de Perdue/Loeffler recordaron la destructiva intromisión de Trump en Alabama en 2017. Allí hizo una gran campaña a favor de Roy Moore, incluso después de haber sido acusado públicamente de conducta sexual inapropiada, que él negó. Si bien las acusaciones parecían aminorar el entusiasmo de los republicanos por su candidato, la presencia de Trump impulsó a los demócratas y a los independientes anti-Trump, que acudieron en masa a las urnas. El demócrata Doug Jones se impuso en una victoria histórica.
Es fácil encontrar otros ejemplos de cómo Trump pierde a pesar de estar tan cerca de la victoria. Como presidente, negó la gravedad de la amenaza del covid-19 e impulsó una serie de ideas anticientíficas sobre el virus y la pandemia. Al mismo tiempo, no promocionó adecuadamente su operación “Warp Speed” para acelerar el desarrollo de la vacuna. Estos dos errores significaron que en lugar de ser visto como un guerrero contra una terrible amenaza, a los ojos de muchos se convirtió en un incompetente.
Antes de la política, Trump se hizo famoso, entre otras cosas, por las múltiples bancarrotas de sus casinos de Atlantic City. Dado que los casinos fijan las probabilidades para beneficiar a la casa, es difícil que los operadores se hundan, pero de alguna manera Trump lo consiguió. La deuda fue un factor importante.
Las veces que Trump ha actuado como su peor enemigo parecen encajar con lo que los expertos en salud mental llaman “autosabotaje”. Esto no es algo que la gente haga deliberadamente. En cambio, es un proceso inconsciente que puede ser evidencia de un miedo al éxito. (Las personas que se preocupan por si pueden alcanzar un objetivo elevado, como conseguir un gran ascenso, se sabotean a sí mismas para no ser vistas como inadecuadas una vez que estén en su nuevo puesto).
Una escritora de Psychology Today relacionó a Trump con el autosabotaje mientras luchaba cerca del final de la campaña de 2020. “Trump puede ser el mejor posible en una cosa en particular: el autosabotaje”, escribió la doctora Lili Stillwaggon Swan.
Hoy, es el Partido Republicano el que le ha permitido a Trump tomar el control. Está exigiendo que los líderes del partido hagan lo imposible por demostrar de alguna manera un fraude electoral que no existe. No hay otra forma de explicar esto que sugerir que Trump se está dejando enredar por su mayor acto de autosabotaje hasta ahora.