Nota del editor: Alistair Currie es el director de campañas y comunicaciones de Population Matters, una organización benéfica con sede en el Reino Unido que lucha por una población humana sostenible a través de medios éticos, para proteger la naturaleza y mejorar la vida de las personas. Las opiniones expresadas en este comentario son suyas. Ver más opiniones en CNN.
(CNN) – Los comentarios del papa Francisco esta semana sobre que las parejas que optaron por tener mascotas en lugar de niños estaban actuando de manera egoísta han dado nuevo vigor a un debate importante y oportuno sobre el futuro de nuestra especie. Los comentarios del pontífice, sin embargo, son totalmente erróneos.
“Hoy vemos una forma de egoísmo. Vemos que la gente no quiere tener hijos, o solo uno y no más. Y muchas, muchas parejas no tienen hijos porque no quieren o tienen solamente uno porque no quieren otros, pero tienen dos perros, dos gatos… Sí, perros y gatos ocupan el lugar de los hijos”, dijo el papa en una audiencia en el Vaticano este miércoles.
“Y este hecho de renegar de la paternidad y la maternidad nos rebaja, nos quita humanidad”, agregó.
Que el papa sugiera que no tener hijos es egoísta está lejos de la verdad. Especialmente para aquellos de nosotros que vivimos en países con una gran huella ambiental, la elección de tener una familia pequeña, o no tener ninguna familia humana, es algo que ayuda a todos, especialmente a los niños, cuyo futuro depende de un planeta más sostenible.
Además, el valor, la posición moral y el carácter de una persona no están definidos por la paternidad. Y mostrar amor por los animales es sin duda algo que realza y demuestra nuestra humanidad, en lugar de disminuirla.
El papa ha sido un firme defensor del medio ambiente y merece elogios por hablar sobre la desigualdad, el consumismo y la justicia social. Reconoce la profunda amenaza que representan el cambio climático y la pérdida de biodiversidad. Y al alzar la voz y desafiar la complacencia de los políticos, ha hecho mucho bien.
Lo que el pontífice no ha hecho es conectar los puntos entre el colapso ambiental y la posición de la Iglesia Católica sobre el tamaño de la familia y la anticoncepción. De hecho, sus comentarios de esta semana hacen eco de las enseñanzas de la iglesia sobre la importancia de que las parejas tengan o críen hijos, al tiempo que hace afirmaciones injustificadas sobre las posibles consecuencias demográficas de no hacerlo.
Pero el crecimiento de la población es uno de los factores clave tanto del cambio climático como de la pérdida de biodiversidad, de acuerdo con fuentes autorizadas. Un estudio de 2017 publicado por Global Environmental Change sugirió que si el crecimiento de la población mundial alcanza o supera la proyección media de las Naciones Unidas (probablemente 10.900 millones de personas para 2100), sería imposible mantenerse por debajo del umbral crítico de 2 grados centígrados de calentamiento por encima de los niveles pre-industriales.
Project Drawdown, un análisis importante de todas las soluciones de políticas climáticas disponibles, encontró que lograr la proyección media en lugar de la proyección más alta para 2050 (una diferencia de 1.000 millones de personas) daría como resultado un ahorro de emisiones de 85,42 gigatoneladas de CO2, por lo que es una de las acciones más poderosas que podemos tomar para limitar el calentamiento global.
No se trata solo de la población, por supuesto. Existe una necesidad urgente en múltiples frentes, sobre todo abordar las desigualdades grotescas en el consumo y la contribución desproporcionada a la destrucción ambiental entre aquellos de nosotros que somos ricos según los estándares globales: desigualdades que el papa Francisco ha hecho mucho por resaltar.
Los cientos de millones de personas que viven en la pobreza en todo el mundo merecen mucha más tierra, alimentos, agua, energía e infraestructura de la que tienen actualmente. Y cuanta más gente exprima la naturaleza y genere emisiones, más difícil será salir de este agujero.
Mientras tanto, el papa pide más niños. El pontífice ha sido parte de un pánico por descenso de bebés, promocionado por Elon Musk, entre otros, que denuncia un “invierno demográfico”, en referencia a la caída de las tasas de natalidad. Pongamos esto en perspectiva. La mitad de la población mundial tiene menos de 30 años. Las sociedades que envejecen son un desafío, pero ya existen soluciones políticas eficaces y asequibles. Lo que no existe son soluciones para glaciares derretidos o especies extintas. El requisito previo fundamental para un futuro decente para jóvenes y mayores es un planeta saludable.
¿Importa lo que piense el papa? Después de todo, la Italia católica tiene una de las tasas de fertilidad más bajas de Europa, algo que es poco probable que se haya logrado con los métodos anticonceptivos que respalda el Vaticano. Pero Italia no es todo el mundo. Si bien Europa y las Américas aún albergan a la mayoría de los cristianos del mundo, según el Centro de Investigación Pew, esa proporción es mucho menor que hace un siglo. Al mismo tiempo, la población católica ha crecido enormemente en el África subsahariana y la región del Pacífico asiático.
A pesar de esto, la provisión de anticonceptivos en todo el mundo está muy mal financiada. Necesita todo el apoyo que pueda obtener, y el papa y su iglesia podrían hacer un bien inconmensurable al respaldarla, en lugar de oponerse a ella.
En todo el mundo, 270 millones de mujeres tienen una necesidad insatisfecha de métodos modernos de anticoncepción. Invertir en planificación familiar global también tiene una excelente relación calidad-precio. Una evaluación de 2014 realizada por el Copenhagen Consensus Center encontró que cada dólar estadounidense gastado en lograr el acceso universal a los servicios de salud sexual y reproductiva genera un beneficio de US$120 para mejorar la salud y reducir la presión sobre otros servicios.
Nuestra humanidad mejora al tomar decisiones cuidadosas sobre el tamaño de nuestras familias y al dar a otros el derecho y la oportunidad de también tomar esas decisiones. El “invierno” al que nos enfrentamos si no tomamos decisiones más sabias sobre cómo vivir, incluso sobre cuántos hijos tenemos, no es demográfico sino planetario. El papa entiende esa amenaza. Él puede y debe alinear las políticas de su iglesia con ella.