(CNN) –– Mientras los casos de covid-19 se disparaban en todo Brasil en junio pasado, Camila Basto esperaba en un hospital de Sao Paulo para saber qué le ocurría a su hija Manuela, de 9 años.
Manuela tenía una fiebre que llegaba a los 40 grados Celsius, manchas por toda la piel y un bulto que le salía del cuello. Sus riñones dejaron de funcionar durante casi dos días. “Su corazón casi se detiene”, relató Basto.
Después de tres días, a Manuela la diagnosticaron con síndrome inflamatorio multisistémico, una extraña condición que afecta a los niños contagiados con covid-19.
Manuela logró recuperarse del covid-19, pero sus efectos secundarios dejaron una secuela a largo plazo en su corazón. Ahora tiene arritmia, un latido cardíaco irregular.
“Es tan horrible. Era una niña sana, sin condiciones subyacentes”, dijo Basto.
Sí, Manuela sobrevivió al covid-19. Pero cientos de otros niños en Brasil no.
Entre marzo de 2020 y noviembre de 2021, por covid-19 murieron 308 niños entre los 5 y 11 años, según datos del Ministerio de Salud de Brasil.
El pediatra y especialista en enfermedades infecciosas Marcelo Otsuka le dijo a CNN que el covid-19 ha matado a más niños que la meningitis y el sarampión en el mismo período. De hecho, indicó, el virus es la segunda causa de muerte en esta población, solo por detrás de los accidentes de tráfico.
Ahora, la campaña nacional de vacunación contra el covid-19 que está en curso para niños de 5 a 11 años ha proporcionado alivio a muchos padres en Brasil como Basto, quien dice que le dará “tranquilidad”.
La vacunación comenzó este lunes. Y como las escuelas retomarán actividades en febrero, muchos padres sienten lo mismo.
Una encuesta nacional del Instituto Datafolha, que se publicó este lunes, reveló que el 79% de los participantes apoya la vacunación de los niños en ese grupo de edad. La encuesta se realizó por teléfono el 12 y 13 de enero a 2.023 personas mayores de 16 años.
Sin embargo, la vacuna no llega lo suficientemente rápido para algunos padres, que han estado esperando casi un mes para inmunizar a sus hijos.
¿La razón? Principalmente, el propio presidente de Brasil, Jair Bolsonaro.
A Bolsonaro, quien dice que no se ha vacunado, lo han criticado ampliamente en el país y en el extranjero por minimizar la gravedad de covid-19. Incluso, por desalentar a otros a recibir la vacuna. Todo, a pesar de que Brasil lucha contra uno de los peores brotes de coronavirus en el mundo.
La oposición de Bolsonaro a las vacunas para niños es el capítulo más reciente de esta cruzada.
El 16 de diciembre, la agencia reguladora de Brasil, Anvisa, le dio luz verde a la vacuna de Pfizer/BioNTech para niños. Ese mismo día, Bolsonaro calificó la decisión de “increíble”. Y, además, amenazó con divulgar los nombres de los funcionarios de Anvisa involucrados en la decisión.
La congresista Bia Kicis, una leal seguidora de Bolsonaro, que también ha desacreditado la vacunación infantil en redes sociales, reveló posteriormente esos nombres en un grupo de WhatsApp de partidarios de Bolsonaro. Kicis justificó sus acciones diciendo que pensó que los documentos eran públicos en una audiencia sobre el tema a principios de este mes.
Y solo unos días antes de que comenzaran a administrarse las vacunas, Bolsonaro afirmó falsamente, en una entrevista con TV Nova Nordeste, que ningún niño había muerto en Brasil de covid-19, antes de asegurar que “algunos niños deben haber muerto, pero debían tener alguna comorbilidad”.
Quizás esas palabras no sean una sorpresa. En junio pasado, mientras hablaba en un evento, Bolsonaro, que no utilizaba mascarilla, le pidió a un niño que se quitara la de él y también le retiró la mascarilla a otro niño.
Sus acciones son una bofetada para los cientos de padres que aún lloran la pérdida de sus hijos. Así como para la madre de Manuela, Basto, quien temía lo peor.
Bolsonaro también ha dicho que no vacunará a su hija de 11 años. Y sostuvo que “los niños no han muerto de una manera que justifique una vacuna”.
Sin embargo, “estas vacunas ofrecen una protección realmente buena, con una protección aún mayor para los niños que para los adultos. Y con una seguridad excelente”, dijo a CNN el pediatra y experto en enfermedades infecciosas Dr. Marcelo Otsuka.
“Todos los estudios sugieren que las vacunas son seguras y tienen muy buena eficacia para el grupo de edad de 5 a 11 años”, indicó.
Otsuka citó datos de EE.UU. y dijo: “Cuando se analizan los datos de los 7 millones de dosis administradas en EE.UU. a este grupo de edad, no se informaron efectos adversos que deban preocuparnos”.
Pero a Bolsonaro y su gobierno no los disuade la gran la evidencia científica. Mientras, su retórica continúa retrasando la administración de vacunas en niños.
La “paradoja” de Bolsonaro con las vacunas para niños
Esther Solano, profesora de Relaciones Internacionales en la Universidad de Sao Paulo, le dijo a CNN que los mensajes de Bolsonaro sobre las vacunas para niños forman parte de su estrategia política a largo plazo.
Cuando se aprobó la administración de vacunas, Solano dijo que representaba una “paradoja” para el líder brasileño, quien ha estado negando la efectividad de las vacunas.
“Tiene que seguir con su estrategia, pues no puede cambiar el discurso y adoptar uno favorable para los niños”, explicó Solano.
Ahora bien, el objetivo de la retórica antivacunas de Bolsonaro no es necesariamente evitar que los niños brasileños la reciban, agregó Solano. En ese sentido, la experta señaló que esta posición hace parte de su larga campaña para reclutar y jugar con su base de extrema derecha antes de las elecciones de octubre de 2022.
“Bolsonaro está movilizando a sus seguidores radicales con la mira en las próximas elecciones”, indicó Solano.
Bolsonaro y el ministro de Salud, Marcelo Queiroga, también propusieron un período de consulta pública antes de aplicar las vacunas. Además de requerir que los padres presenten una receta médica para vacunar a sus niños.
Si bien esas propuestas no se aprobaron, sí demoraron la administración de las dosis.
De manera que Brasil ahora comienza el proceso mucho más tarde que muchos otros países de Latinoamérica. Incluidos Cuba, Chile y Argentina, cuyas campañas de vacunación infantil ya llevan meses.
Y Queiroga no ha cesado en sus intentos de socavar su eficacia. Esta semana, afirmó falsamente que miles de personas habían muerto por reacciones adversas provocadas por las vacunas. Lo que contradice directamente los datos de su propio Gobierno. Posteriormente aseguró que los medios sacaron de contexto esos comentarios.
Es difícil saber cómo se beneficiarán Bolsonaro y sus aliados al oponerse a las vacunas para niños, dado que el apoyo público los respalda en gran medida. Especialmente, en un año electoral en el que las cartas podrían estar en su contra.
La politóloga Camila Rocha le dijo a CNN que el “objetivo de Bolsonaro es unificar y movilizar a sus principales partidarios (alrededor del 20% de los votantes) en torno a una nueva controversia. Así como desviar la atención de otros temas que pueden ser incómodos”.
Para los partidarios de Bolsonaro, el tema de las vacunas para niños no afectará su apoyo, dijo Rocha.
“Podría tener consecuencias negativas entre las personas que votaron por Bolsonaro y están decepcionadas con sus gobiernos y sus actitudes durante la pandemia. Especialmente, mujeres y jóvenes”, agregó.
Para Basto, Bolsonaro perdió su confianza hace mucho tiempo. Ella ha visto lo que el covid-19 le ha hecho al país y a su hija.
“Es un negacionista loco, ¿qué se puede decir? Es increíble que un presidente tenga esas actitudes”, aseveró.