Moscú (CNN) – Está en marcha una reunión entre Rusia y Ucrania el lunes en la frontera entre Ucrania y Belarús, cerca del río Pripyat. ¿Es este un avance diplomático o un espectáculo político secundario mientras Rusia continúa su ofensiva en Ucrania?
Aclaremos lo que esto no es: la reunión no es una cumbre entre el presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky, y el presidente de Rusia, Vladimir Putin.
En cambio, es una reunión entre delegaciones de ambos bandos. La oficina de Zelensky dijo que el presidente bielorruso, Alexander Lukashenko, llamó el domingo al presidente ucraniano y le ofreció garantías de seguridad, diciendo que Lukashenko “asumió la responsabilidad de garantizar que todos los aviones, helicópteros y misiles estacionados en el territorio bielorruso permanecerán en tierra durante el viaje, la reunión y el viaje de regreso de la delegación ucraniana”.
¿Pero Ucrania puede aceptar alguna garantía de Lukashenko? Este es el mismo líder cuyas autoridades obligaron a aterrizar un vuelo de Ryanair que pasó por el espacio aéreo bielorruso el año pasado, alegando una “alerta de seguridad”, y arrestaron a un joven disidente bielorruso, lo que provocó protestas internacionales.
La reunión prevista para el lunes sigue a una ráfaga de declaraciones del Kremlin, que afirmó anteriormente que la parte ucraniana había respondido a la propuesta de Rusia de reunirse en Belarús con una propuesta de reunirse en Varsovia y luego canceló el contacto. La oficina de Zelensky negó las afirmaciones de que se negaron a negociar.
Continuar con una ofensiva militar mientras se mantiene la promesa de una vía diplomática recuerda un poco al llamado “proceso de Astana”: conversaciones en la capital de Kazajstán en 2017, negociadas en parte por Rusia para facilitar la negociación entre la oposición siria y funcionarios que representan al presidente sirio Bashar al-Assad.
Irán y Turquía, que apoyaron a bandos opuestos en la guerra civil siria, también ayudaron a mediar en esas conversaciones, pero algunos observadores las vieron como un esfuerzo de Rusia para crear una vía diplomática que Moscú pudiera seguir, incluso cuando los aviones de combate rusos seguían golpeando a los enemigos de Assad.
El propio Zelensky, el domingo, rebajó las expectativas para la reunión, y es tentador suponer que la reunión en la frontera dará poco resultado. Pero le ofrece a Putin al menos algún espacio potencial para salir de la guerra en Ucrania, si sus tropas continúan enfrentándose a reveses en el campo de batalla contra las fuerzas ucranianas.
La ofensiva de Putin aún está en sus inicios, y Rusia puede trasladar más poder de combate a Ucrania. De manera bastante inquietante, Ramzan Kadyrov, el líder proKremlin de la región rusa de Chechenia, pidió al ejército ruso el domingo que expandiera su ofensiva en Ucrania.
“Ha llegado el momento de tomar una decisión concreta y comenzar una operación a gran escala en todas las direcciones y territorios de Ucrania”, dijo Kadyrov en un comunicado en su cuenta de Telegram. “Yo mismo he desarrollado repetidamente tácticas y estrategias contra terroristas, he participado en batallas. Según tengo entendido, las tácticas elegidas en Ucrania son demasiado lentas. Duran mucho tiempo y, en mi opinión, no son efectivas”.
Ese es un sentimiento aterrador por parte de un hombre que dirige Chechenia como su feudo personal y ha sido acusado por observadores internacionales e independientes de graves violaciones de los derechos humanos en su república natal y más allá.
También fue una declaración particularmente escalofriante de escuchar el 27 de febrero, en el séptimo aniversario del asesinato del político opositor ruso Boris Nemtsov en 2015.
La gente se reunió el domingo para depositar flores en el puente en el centro de Moscú donde le dispararon a Nemtsov, justo un a tiro de piedra de la muralla del Kremlin.
Las conmemoraciones de la muerte de Nemtsov son un evento anual en la capital rusa, pero la observancia de este año fue una manifestación silenciosa contra la guerra: muchas personas trajeron flores azules y doradas, el color de la bandera ucraniana, y dejaron notas que decían: “No a la guerra” y “No disparen”.
Nemtsov criticó abiertamente el manejo de Putin de la crisis de Ucrania de 2014 y, en el momento de su muerte, supuestamente estaba investigando la participación de las fuerzas rusas en batallas clave en la región de Donbás en el este de Ucrania, en un momento en que el Kremlin todavía negaba haber enviado sus tropas allí.
Ahora su presencia está a la vista, junto con una guerra más amplia que envuelve a Ucrania.