Nota del editor: Frida Ghitis, (@fridaghitis) exproductora y corresponsal de CNN, es columnista de asuntos mundiales. Es colaboradora semanal de opinión de CNN, columnista del diario The Washington Post y columnista de World Politics Review. Las opiniones expresadas en este comentario le pertenecen únicamente a su autora.
(CNN) – Es obvio, lo seremos. Es obvio, seremos libres.
El pueblo de Ucrania encontró la respuesta a la pregunta de Shakespeare: “Ser o no ser”, dijo el presidente Volodymyr Zelensky a la Cámara de los Comunes del Reino Unido en un discurso transmitido en directo el martes. “Es obvio, lo seremos. Es obvio, seremos libres”.
Haciéndose eco de Winston Churchill, Zelensky prometió que los ucranianos nunca se rendirán. Pidió a Occidente que haga más para ayudar en esta lucha de vida o muerte, que, según él, es una batalla por Europa, por la democracia.
No hace mucho tiempo, las palabras de Zelensky habrían parecido conmovedoras, pero tal vez sin mucha consecuencia. Pero mucho ha cambiado desde que comenzó la guerra. El mundo ha descubierto a Volodymyr Zelensky.
El discurso, al igual que los innumerables mensajes de Zelensky en las redes sociales, las reuniones de Zoom y las llamadas telefónicas, en las casi dos semanas transcurridas desde que el presidente de Rusia, Vladimir Putin, enviara sus tropas a invadir Ucrania, trajeron la imagen familiar: el presidente con cara de niño, con la barba incipiente de la guerra, vistiendo su camiseta verde oliva. Su conmovedor mensaje fue también, sobre todo, un llamamiento a la conciencia y a la valentía, una mezcla de inspiración y exhortación, de elevados ideales y, sobre todo, de peticiones concretas.
En las semanas anteriores a que Putin lanzara la guerra, muchos dudaban de que Zelensky estuviera a la altura del desafío. Al fin y al cabo, había sido un artista hasta 2019. Está fallando, decían algunos, está “hasta el cuello”. Las comparaciones lado a lado del poderío militar mostraban que Rusia tenía miles de tanques, aviones y cientos de miles de tropas más. La brecha parecía insondable, el resultado de la guerra una conclusión inevitable. Pero resulta que Ucrania tenía un arma secreta, incalculablemente poderosa.
No era otro que Zelensky.
Cuando Zelensky rechazó la ayuda para salir del país, declarando “necesito municiones, no un aventón”, el mundo recobró el aliento. La valentía del presidente ucraniano era asombrosa. Parecía destinado a convertirse en un mártir de una causa que parecía condenada, al menos a corto plazo.
Semanas después, Zelensky ha demostrado ser mucho más que una figura inspiradora. Ha conseguido mucho más de lo que cualquiera podía esperar. No solo está reuniendo a los ucranianos. También ha reunido a la comunidad internacional a todos los niveles, hablando con líderes mundiales, legisladores, grupos comunitarios y ciudadanos de a pie, día tras día. Zelensky ha articulado el significado de esta guerra en términos que la hacen relevante para todas las democracias del mundo. Ha convertido la causa en una que los líderes mundiales se sienten obligados a apoyar, que las empresas privadas temen ignorar, en la que los individuos de todo el mundo ansían ayudar.
En los últimos días, McDonald’s, IKEA y Nike se han unido al éxodo empresarial, cerrando sus operaciones en Rusia. Zelensky ha hablado con presidentes y primeros ministros; con Joe Biden, con Emmanuel Macron de Francia, Scott Morrison de Australia, Neftali Bennett de Israel y muchos otros, mientras que sus videos de Facebook son vistos por millones en todo el mundo.
Claro que Ucrania no ha recibido todo lo que Zelensky ha pedido. Su frustración por la negativa de la OTAN de establecer una zona de exclusión aérea sobre Ucrania es palpable. Pero la movilización que ha provocado no tiene precedentes. Con la ayuda de Putin, convenció a Europa, a Estados Unidos y a sus aliados democráticos para que impusieran algunas de las sanciones económicas más rápidas y duras que se han visto en el mundo. En un mundo en el que suele reinar el materialismo, ha convencido a innumerables consumidores de que pagar más por combustible merece el sacrificio.
Sus llamamientos a la conciencia han producido no solo un arsenal de armas para Ucrania y duras sanciones contra Rusia, sino también una pausa en las ventas de Apple, Netflix, MasterCard y otros en Rusia; la salida de empresas petroleras, la reserva de decenas de miles de habitaciones de Airbnb por parte de personas que buscan una forma de enviar dinero a Ucrania.
Zelensky ha dominado las herramientas de comunicación para enviar el emotivo mensaje de Ucrania al mundo, articulando la narrativa de este conflicto de forma creíble, trascendente y comprensible. Respaldado por las imágenes del despiadado ataque de Rusia, Zelensky expone los argumentos históricos, morales, estratégicos y tácticos para la defensa de Ucrania.
El presidente de Ucrania, que ahora todo el mundo sabe que era un comediante, se ha convertido en un nombre familiar, una cara conocida en todo el mundo, como lo fue durante años en los hogares ucranianos.
Cuando dijo al Parlamento Europeo: “Deseamos ver a nuestros hijos vivos”, el intérprete apenas pudo contener las lágrimas. En otro discurso, transmitido en vivo a multitudes en las capitales europeas, exhortó: “Si nosotros fracasamos, ustedes fracasarán, así que, por favor, no se callen”. Las multitudes lo escucharon en Viena, Frankfurt, Tiflis y muchas otras ciudades. En la Plaza de Wenceslao de Praga, epicentro de la famosa y exitosa Revolución de Terciopelo, miles de personas lo aclamaron.
El amarillo y el azul brillantes de la bandera ucraniana son ahora visibles en las solapas, y en las ventanas y manifestaciones de todo el mundo. Pero es más que simbólico. Su mensaje está llevando a la acción.
Zelensky, que es judío y perdió a muchos familiares en el Holocausto, ha situado la difícil situación de Ucrania en un contexto histórico, advirtiendo que, al igual que los líderes fascistas del siglo XX, un agresor no se detendrá. “Nosotros vamos primero. Ustedes en segundo lugar”, dijo a ABC News, “porque cuanto más coma esta bestia, más querrá”.
También se ha puesto poético, llamando a esto una lucha de “luz sobre oscuridad”, pero se ha mantenido pragmático, centrado en los resultados.
Pasa sin problemas de los llamamientos idealistas a la conciencia a las demandas urgentes para reforzar el arsenal de Ucrania, profundizando en los detalles tácticos. Cuando se reunió a través de Zoom con miembros del Congreso de Estados Unidos, Zelensky explicó que Ucrania necesita aviones de combate de fabricación rusa. El líder de la mayoría del Senado, Chuck Schumer, dijo “haré todo lo posible” para ayudar a conseguirlo.
Dirigiéndose a los principales líderes mundiales, él y su equipo pidieron y obtuvieron misiles antitanque Javelin y misiles tierra-aire Stinger. Han pedido y obtenido el fin de las compras estadounidenses de petróleo y gas a Rusia. Biden anunció la decisión este martes, sin duda con la esperanza de no pagar un precio político demasiado alto cuando los estadounidenses paguen más por llenar sus tanques. Al menos hasta ahora, los estadounidenses parecen dispuestos a sacrificarse para ayudar a Ucrania a defender su libertad y su democracia. Los Stingers y los Javelins, que Zelensky había solicitado en la famosa llamada telefónica con el presidente Donald Trump en 2019, han ido llegando por miles. Ya están destruyendo tanques y derribando cazas rusos.
El arma secreta de Ucrania, su presidente, ha fortalecido a un ejército que parecía destinado al fracaso. La guerra lleva unas dos semanas y, como algunos predijimos, no está saliendo según los planes de Rusia.
Aun así, el conflicto continúa, y la brutalidad de Rusia va en aumento. Se nos ocurren muchos escenarios posibles. Pero aunque Rusia gane a corto plazo, aunque consiga tomar el control de la ciudad de Kyiv y deponer al gobierno, el valor y el patriotismo que Zelensky ha suscitado, el apoyo que ha reunido, significan que una fuerza de ocupación se enfrentará a una resistencia implacable en casa y a un respaldo continuo desde más allá de sus fronteras. Como dijo Zelensky este martes en la Cámara de los Comunes del Reino Unido, los ucranianos están decididos “a ser” y están preparados para “seguir luchando por nuestra tierra, cueste lo que cueste”. Es un arma como ninguna otra.