(CNN) – Cuando Dinamarca se convirtió en la primera democracia liberal en decirles a los refugiados sirios que regresaran a su hogar devastado por la guerra en 2019, los aviones rusos todavía lanzaban misiles en Siria, en un esfuerzo por ayudar al régimen del presidente Bashar al-Assad a recuperar el control del país.
Ucrania ahora está siendo golpeada por el mismo ejército ruso, obligando a más de 2.2 millones de personas a huir a los países vecinos, según las Naciones Unidas.
Pero en lugar de enfrentarse a la xenofobia, los centros de detención y las amenazas de repatriación en la Unión Europea, los refugiados ucranianos son recibidos por naciones europeas como Dinamarca con los brazos abiertos.
“Cuando hay una guerra en Europa y un vecino europeo está expuesto a lo que vemos en Ucrania, no tengo la menor duda: debemos ayudar lo mejor que podamos… dando la bienvenida a los ucranianos en suelo danés”, dijo Mattias Tesfaye, ministro danés de Relaciones Exteriores e Integración, poco después de que Rusia invadiera Ucrania a finales de febrero.
El gobierno danés está redactando una ley que suspenderá las reglas de asilo para los ucranianos, dijo a CNN Rasmus Stoklund, el portavoz de asuntos exteriores del gobernante Partido Socialdemócrata de Dinamarca.
“No serán parte del sistema de asilo”, dijo Stocklund a CNN. En cambio, la ley propuesta facilitará que los ucranianos reciban permisos de residencia “para que puedan comenzar rápidamente en la escuela, en una educación o en un empleo”, según un comunicado del Ministerio de Inmigración e Integración danés.
Esto estaría en línea con la medida de la Unión Europea para otorgar protección temporal a los ucranianos, permitiéndoles ingresar al bloque sin visa y elegir a qué país ir.
A los elegibles se les otorgaría un estatus protegido, similar al de un refugiado, en cualquier país de la UE por un período de un año, que puede revisarse en el futuro. Este es un marcado contraste con las reglas de asilo de la UE, donde los refugiados deben solicitar asilo en el primer estado miembro al que ingresaron. Los esfuerzos de la UE para reformar este sistema y ayudar a reasentar equitativamente a los solicitantes de asilo en todo el bloque no han tenido éxito.
Pero los críticos acusan al gobierno danés de hipocresía, ya que actualmente está instando a los refugiados sirios originarios de Damasco y sus alrededores a regresar allí, a pesar de la guerra civil en curso y la brutal reputación del régimen.
Si bien los combates han disminuido considerablemente en la región alrededor de Damasco, los activistas dicen que el gobierno danés está poniendo en peligro a los sirios.
En un comunicado a CNN, el Ministerio danés de Asuntos de Inmigración e Integración dijo que todos los refugiados recibieron el mismo trato. “Independientemente de la ley sobre permisos de residencia temporal para personas expulsadas de Ucrania, todas las personas que solicitan asilo en Dinamarca tienen los mismos derechos en el sistema de asilo danés”.
Agregó que unos 30.000 sirios a los que se les ha otorgado un permiso de residencia en Dinamarca desde 2014 todavía viven en el país.
Pero Michala Clante Bendixen, directora de Refugees Welcome Denmark, que aboga por un sistema de asilo simplificado, dijo que la disparidad en el trato sugiere que el gobierno valora más las vidas de los blancos.
Bendixen dijo que la crisis migratoria de 2015 había demostrado que: “Si las personas llegan de Afganistán o Siria, se encontrarán con sospechas, se les llamará inmigrantes hasta que [obtengan] [estatus] de refugiados. Pero ahora llamamos inmediatamente refugiados a los ucranianos. ¿Cuál es la diferencia?
“Es tan decepcionante y tan terrible que las personas tengan una empatía tan limitada con otros seres humanos en el mundo”, agregó.
Políticas punitivas
Los hermanos nacidos en Siria Dania y Hussam, que se integraron plenamente en la sociedad danesa. después de llegar al país como refugiados en 2015, han sido atrapados en la redada antiinmigrante de Dinamarca, dicen los activistas. El par, ahora en sus 20 y que hablan danés con fluidez, han pasado el último año en el limbo, después de que las autoridades danesas decidieran no extender el permiso de residencia de su padre, al que están vinculadas sus propias visas. Están apelando la decisión.
El año pasado, los hermanos le dijeron a CNN que temían que si tenían que regresar a Siria, podrían ser castigados por “dar la espalda” al régimen. Hussam también corre el riesgo de ser reclutado por el ejército sirio, dijo.
Aproximadamente 600 de los más de 35.000 refugiados sirios que viajaron a Dinamarca han sido despojados de su estatus de residencia por las autoridades de inmigración, dice Bendixen.
Si bien el gobierno danés no puede repatriar a los sirios porque no tiene relaciones diplomáticas con Siria, su objetivo es obligarlos a irse haciendo de Dinamarca un lugar tan inhóspito como sea posible para vivir y cubriendo sus costos de viaje para regresar, dicen los expertos en asilo.
En 2021, Tesfaye, el ministro danés de inmigración e integración, defendió la política en un comunicado a CNN y dijo que “Dinamarca ha sido abierta y honesta desde el primer día” en cuanto a que los permisos de residencia para los refugiados sirios son “temporales y que el permiso puede ser revocado si la necesidad de protección deja de existir. “El enfoque del gobierno danés es brindar protección a quienes la necesitan, pero cuando las condiciones en su país de origen han mejorado, los ex refugiados deben regresar a su país de origen y restablecer su vida allí”, agregó Tesfaye.
Aquellos que han agotado todas las vías legales para apelar su estatus de residencia perdido se enfrentan a ser enviados a centros de deportación, que Bendixen describe como prisiones al aire libre diseñadas para quebrar a las personas.
Los centros son parcialmente abiertos, lo que significa que los ocupantes pueden entrar y salir libremente, pero tienen que registrarse todas las noches, no tienen ingresos y no tienen derecho a trabajar o estudiar. Uno de esos centros está a unas cuatro millas (seis kilómetros) de la parada de autobús más cercana, lo que hace que sea prácticamente imposible que alguien se vaya.
La medida es solo una de una serie de políticas de las autoridades danesas que parecen apuntar a la comunidad de inmigrantes no blancos del país, dicen los críticos.
En 2019, el gobierno comenzó a controlar dónde vivían los inmigrantes forzando cambios sociales y étnicos en 15 urbanizaciones de bajos ingresos en todo el país. Las autoridades los describieron como “guetos duros” y las regulaciones danesas los definen en parte de acuerdo con las razas de los residentes.
Y mientras los sirios se enfrentaban a traicioneros viajes para llegar a la seguridad de Europa, en 2016 se implementó la llamada ley de joyería, que permite al gobierno tomar ciertos bienes de los solicitantes de asilo para contribuir al estado de bienestar del país.
“También podríamos ser honestos sobre el hecho de que preferimos ayudar a los refugiados ucranianos que a los somalíes y los palestinos”, escribió en Facebook el miércoles la exministra de inmigración del Partido Liberal, Inger Stojberg, cuyo partido impulsó el llamado proyecto de ley de joyería. “Nadie se atreve a decirlo así: es porque los ucranianos se parecen más a nosotros y porque son principalmente cristianos”.
Stoklund, portavoz de asuntos exteriores del gobernante Partido Socialdemócrata, le dijo a CNN que la ley de joyería no se aplicará a los ucranianos, ya que no formarán parte del sistema de asilo si se aprueba el proyecto de ley.
Esa exclusión voluntaria es “injusta”, según Bendixen, especialmente considerando la carga financiera que enfrentan otros refugiados no europeos al tratar de alcanzar la seguridad. “Los ucranianos pueden simplemente viajar como turistas a Europa”, ya que disfrutan de un estatus sin visado en la UE desde 2017.
“No necesitan traficantes de personas”, explicó. “No necesitan arriesgar sus vidas en pequeños botes que se hunden o en el desierto para viajar de manera segura a Europa… no tendrán que pasar por el sistema de asilo, que es muy lento y fácilmente puede demorar un año antes de que decida sobre su caso”.
A pesar de esto, las descripciones de los refugiados ucranianos por parte de los políticos y los medios no podrían ser más diferentes a la respuesta caótica a la crisis migratoria de 2015 impulsada en gran parte por la guerra civil siria.
“Parte de la respuesta tiene que ver con la identidad”, escribió en Twitter el experto en migración y asilo Lamis Abdelaaty. “Los ucranianos son vistos como blancos, cristianos. Los sirios, afganos y otros no son percibidos de esta manera. La gente simpatiza con los refugiados que creen que comparten su raza, religión, etc.”.
“Pero la identidad no es toda la historia”, dijo Abdelaaty, profesor asistente en la Universidad de Syracuse en el estado estadounidense de Nueva York. “También hay una dimensión de política exterior en esto. Importa que los ucranianos estén huyendo de una invasión rusa. Darles la bienvenida es otra forma en que los países europeos condenan a Putin y señalan poderosamente de qué lado del conflicto están”.
En la crisis migratoria de 2015, aproximadamente 1 millón de solicitantes de asilo ingresaron a Europa. Fueron recibidos por una prensa escéptica, un aumento en la formulación de políticas antiinmigrantes, como se vio en Dinamarca, y un aumento en el apoyo a los partidos de extrema derecha, luego de una serie de ataques terroristas de ISIS durante el año siguiente.
“Y, ahora, de repente, llegan incluso más personas en dos semanas y todos dicen: ‘Oh, sí, podemos manejarlo y tenemos mucho espacio y deberían ser bienvenidos’”, dijo Bendixen.
A medida que los ataques aéreos rusos se vuelven más indiscriminados, las Naciones Unidas dijeron el martes que la salida de refugiados ucranianos alcanzó los 2 millones, principalmente mujeres, niños y ancianos que buscan refugio de la agresión no provocada. Se espera que esos números aumenten a medida que se intensifiquen los ataques en varias ciudades y pueblos clave.
La respuesta a la invasión rusa de Ucrania muestra que países como Dinamarca pueden acoger a los refugiados con compasión. El color de la piel de un refugiado o su religión no deberían influir en esa respuesta, dicen los activistas.