Nota del editor: Óscar Díaz Moscoso es comunicador social egresado de la Universidad de Lima, analista político y conferencista internacional. Ganador de cuatro premios nacionales de Prensa en Perú. Presidente ejecutivo de Viceversa Consulting S.A. Fue secretario de Comunicaciones de la Presidencia del Consejo de Ministros del Perú entre agosto y octubre de 2003, durante el gobierno del presidente Alejandro Toledo. Las opiniones expresadas en este comentario son únicamente del autor. Puedes encontrar más artículos de opinión en CNNe.com/opinion.
(CNN Español) – En sus 200 años de vida republicana, el Perú ha sido testigo de ocho mociones de vacancia presidencial, pero lo preocupante es que cinco de ellas fueron presentadas en los últimos 6 años, nada menos. Como consecuencia de ello, el entonces presidente Pedro Pablo Kuczynski tuvo que renunciar justo antes del segundo proceso de vacancia, cuando apenas sumaba 20 meses en el cargo. Luego asumiría su vicepresidente Martín Vizcarra quien, meses después de cerrar el Congreso, fue vacado por el Parlamento recién elegido, en su segundo intento, antes de que el mandatario llegara a cumplir 3 años en el sillón presidencial.
Pero parece que la clase política peruana no escarmienta e insiste en usar este instrumento extremo contemplado en su Constitución, ahora para sacar de la presidencia al ganador de las últimas elecciones generales, el izquierdista Pedro Castillo, quien tan solo cuenta ocho meses en el cargo.
Hace algunas semanas se presentó una primera moción de vacancia presidencial que fue desestimada casi de inmediato. Sin embargo, en estos días lo más rancio de la oposición parlamentaria, liderada por los partidos Fuerza Popular, Renovación Popular y Avanza País, que en su momento quisieron desconocer los resultados electorales, presentaron una segunda moción de vacancia con 50 votos, y este lunes se aprobó el debate para ella. El presidente en funciones se verá obligado a comparecer personalmente o representado por su abogado ante el Congreso peruano, para responder las imputaciones hechas por los promotores de esta figura constitucional.
Si bien todo parece indicar que la oposición está muy lejos de contar con los 87 votos que se requieren para vacar al presidente Pedro Castillo, esto no ha disminuido sus ganas de presentar mociones con este fin cada vez que pueden. De esta manera, si algo es seguro en el país andino es que seguirá viviendo en zozobra, en medio del fuego cruzado del Poder Ejecutivo y el Legislativo, empecinados en no darse tregua el uno al otro.
Por un lado, el Parlamento no deja de amenazar al Gobierno con sus arrestos vacadores y pasando por las horcas caudinas de la interpelación y la censura a los ministros; mientras que el Ejecutivo le ha devuelto la piedra, como insinuó el entonces presidente del Consejo de Ministros, Héctor Valer, quien dijo que si le negaban el voto de confianza a su gabinete ministerial, cerrarían el Congreso. Así lo hizo en su momento el defenestrado Martín Vizcarra. Pedro Castillo ha asegurado -por su parte- que no quiere cerrar el Congreso.
A pesar del clima de permanente crispación política descrito, la economía peruana fue en 2021 la segunda que más creció en Latinoamérica luego de la pandemia del covid-19, se fortaleció el valor de su moneda y, por si fuera poco, aumentó sus reservas internacionales habiendo logrado además alcanzar una cifra récord en sus exportaciones que superaron los US$ 56.000 millones según cifras oficiales. Por lo mismo, nadie entiende cómo un país puede tener estos buenos índices macroeconómicos y exhibir a la vez, la más precaria institucionalidad democrática. Pero como señala el politólogo Steven Levitsky en una reciente entrevista, parece que el Perú tendrá que aprender a convivir con esa precariedad.
Como era de prever, las últimas encuestas registran que la popularidad del presidente Pedro Castillo ahora está en el 26%. En el sector rural, que apoyó su candidatura, también bajó el apoyo. Su desaprobación de 66% solo es superada por la del Parlamento, que llega al 70%. Sin embargo, quizá lo más destacable y digno de análisis de la más reciente encuesta de opinión pública de IPSOS, sea ese contundente 74% que cree que si Pedro Castillo y su vicepresidenta son vacados o terminan renunciando, el Congreso también tendrá que irse, para que el pueblo vuelva a elegir nuevo Gobierno y Parlamento. Algo así como volver a tirar los dados, para ver qué sale.
Es cierto que Pedro Castillo le ganó en segunda vuelta electoral a Keiko Fujimori por solo 44.000 votos y que su Gobierno está plagado de sospechosas y clandestinas reuniones con personajes mencionados presuntos actos de corrupción, según la declaración de la empresaria Karelim López. Por este caso, Castillo ha dicho que son “especulaciones” y acusó a la Fiscalía de un “complot” para desestabilizar su Gobierno. Sin embargo, ninguno de estos hechos está contemplado como causal para vacar a un presidente legítimamente elegido.