(CNN) – Los datos más recientes de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC, por sus siglas en inglés) muestran que el país perdió 105.752 vidas por sobredosis de drogas en el período de 12 meses que terminó en octubre de 2021. Y aunque la mayoría de esas sobredosis involucró al opioide sintético ilícito fentanilo, los expertos dicen que un suministro de medicamentos adulterados y contaminados también está provocando muertes.
Entre los cambios más preocupantes en el mercado de las drogas ilícitas se encuentra la aparición de la xilacina, un tranquilizante veterinario también conocido comúnmente como tranq o droga tranq, dijo Naburan Dasgupta, epidemiólogo y científico principal de la Escuela Gillings de Salud Pública Global de la Universidad de Carolina del Norte, Chapel Hill.
“Cuando se examina el registro de cada una de las muertes, cuando se observan los archivos y los análisis químicos reales, se ven otros picos… que definitivamente no son fentanilo y son estos otros contaminantes que están en el suministro de drogas”, explicó Dasgupta, que lleva más de dos décadas estudiando el consumo de drogas y las enfermedades infecciosas.
Según los CDC, alrededor de la mitad de las muertes por sobredosis involucraron múltiples drogas en 2019, el año más reciente para el que hay datos disponibles.
Pero detectar qué drogas estuvieron involucradas en una sobredosis no siempre es fácil. Un estudio de muestras de drogas tomadas en Vermont y Kentucky encontró múltiples componentes activos en al menos el 89% de las drogas vendidas como opioides o cocaína.
El análisis de las drogas incautadas por la Administración para el Control de Drogas en la frontera suroccidental o cerca de ella ha descubierto que las drogas contienen solo entre el 5% y el 10% de lo que dicen y frecuentemente incluyen adulterantes o agentes cortantes como el paracetamol, la benzocaína y la xilacina.
Drogas tranquilizantes
La xilacina no está aprobada para el uso humano. Tiene fuertes efectos sedantes como un opioide, pero no es un opioide, y no responde al antídoto contra la sobredosis de opioides, la naloxona.
“Algunos químicos muy observadores de Filadelfia, lo detectaron pronto. Connecticut ha publicado informes al respecto; lo vemos en Michigan, en todo el país, incluso en Canadá”, dijo Dasgupta.
Un estudio de los registros de muertes por sobredosis en Filadelfia, entre 2010 y 2015, rastreó la xilacina en el 2% de las muertes por sobredosis relacionadas con opioides. En 2019, la investigación descubrió que la xilacina estaba implicada en 1 de cada 3 sobredosis mortales relacionadas con opioides en la ciudad.
Un estudio, publicado este mes, en la revista académica Drug and Alcohol Dependence descubrió que en 10 lugares del país, la xilacina estaba involucrada en solo el 0,36% de las muertes por sobredosis en 2015. Pero en 2020, la droga estaba vinculada al 6,7% de las muertes por sobredosis, con los porcentajes más altos en Filadelfia, Maryland y Connecticut. En el 98% de todas las muertes relacionadas con la xilacina en el estudio, también se utilizó fentanilo.
El fentanilo es un opioide de acción rápida, y los consumidores afirman que añadir xilacina puede prolongar la duración de la euforia, según Joseph Friedman, investigador de la Universidad de California en Los Ángeles y coautor del reciente trabajo.
El auge de las drogas sintéticas
La xilacina es solo uno de los muchos adulterantes que se encuentran entre las opciones de drogas ilícitas que han pasado de la heroína, un opioide natural derivado de las plantas de amapola, a los sintéticos fabricados en laboratorio, como el fentanilo.
“De buenas a primeras, se pueden sintetizar cientos de compuestos y mezclarlos y ver qué es lo que mejor funciona en el mercado”, dijo Friedman. “La gente sintetiza constantemente nuevas benzodiacepinas, nuevos estimulantes y nuevos cannabinoides y los añade al suministro de drogas. Así que la gente no tiene ni idea de lo que está comprando y lo que está consumiendo”.
Algunos de estos adulterantes o aditivos pueden ser tan simples como el azúcar o los edulcorantes artificiales que se añaden para dar sabor, o aditivos o rellenos que dan volumen a la droga. A veces, pueden ser simplemente contaminantes sobrantes del proceso de fabricación. Pero todos estos elementos pueden ser perjudiciales para la salud en la vida real, dijo Dasgupta.
Al igual que un opioide, la xilacina puede deprimir el sistema respiratorio, por lo que el riesgo de sobredosis se multiplica cuando se combina con heroína o fentanilo.
Además, “en la literatura veterinaria, sabemos que provoca una forma de anemia muy grave. Así que cuando la gente se inyecta heroína contaminada con xilacina, puede acabar con una forma casi mortal de deficiencia de hierro en la sangre”, dijo Dasgupta. “Tuvimos una persona aquí que terminó yendo al hospital necesitando múltiples transfusiones de sangre. Y todo fue a causa de la xilacina”.
El fármaco también se asocia a infecciones de la piel y de los tejidos blandos.
Siguiendo los pasos del fentanilo
Es difícil determinar cuán prevalente es la xilacina en el suministro de drogas o es su uso habitual.
Un análisis de los CDC encontró que solo el 1,2% de las muertes se atribuyeron a la xilazina en 23 estados en 2019. Pero el informe también señala que puede ser un recuento insuficiente porque las pruebas de xilazina no son estándar.
“No tenemos un sistema de comprobación de drogas lo suficientemente robusto como para saber de forma fiable hasta dónde ha penetrado y en qué áreas”, dijo Maya Doe-Simkins, cofundadora de Harm Reduction Michigan.
Esto deja un panorama de drogas más peligroso y amenazante para los usuarios.
Algunos pueden revisar sus drogas mediante luz infrarroja o espectrometría de masas, herramientas tradicionalmente utilizadas por los equipos forenses que ahora están adoptando los grupos de reducción de daños para analizar las drogas. Otros usuarios tienen que aprender de boca en boca.
Los expertos en salud pública se preocupan por una crisis en ciernes.
“Parece que la xilacina está siguiendo los pasos del fentanilo”, dijo Friedman. “Al igual que hizo el fentanilo 10 años antes, en todos los lugares en los que cae, está creciendo exponencialmente”.
Pero espera que lo que ocurrió en la década pasada pueda ayudar a dar forma a la respuesta de ahora.
“Hace 10 años, se perdió la oportunidad de responder eficazmente al fentanilo. Y ojalá podamos hacer un mejor trabajo esta vez”.