Nota del editor: David A. Andelman, colaborador de CNN y ganador en dos ocasiones del Premio del Club Deadline, es Caballero de la Legión de Honor francesa, autor de “A Red Line in the Sand: Diplomacy, Strategy, and the History of Wars That Might Still Happen” y el blog SubStack Andelman Unleashed. Anteriormente fue corresponsal de The New York Times y CBS News en Europa y Asia. Las opiniones expresadas en este comentario pertenecen únicamente al autor.
(CNN)– Hace cuatro años, el presidente de Francia Emmanuel Macron, recién llegado al cargo, propuso una Fuerza de Defensa Europea, un contrapeso a una alianza de la OTAN que él y cada vez más otros líderes de la Unión Europea temían que fuera efectivamente rehén de Estados Unidos y especialmente de Donald Trump.
El resultado en aquel momento fue una ruptura entre Trump y Macron, seguida del acercamiento del líder francés a la entonces canciller de Alemania Angela Merkel. Aun así, la idea de Macron no prosperó. Hasta ahora.
Este jueves, se hará realidad. Con Macron al volante, ya que Francia ocupa la presidencia de turno de la Unión Europea, el vehículo se llama “Strategic Compass” o “Brújula Estratégica para la Seguridad y la Defensa”. Este proyecto de estrategia de seguridad europea, ratificado el lunes por los ministros de Defensa del bloque, establece un contexto y un concepto en el lenguaje más fuerte, incluso agresivo. “Lo adoptamos”, comienza el informe, “en un momento en que asistimos al retorno de la guerra en Europa”, así, con estas palabras en negrita.
Continúa advirtiendo que: “La guerra agresiva de Rusia constituye una profunda mutación geopolítica en la historia europea. La Unión Europea está más unida que nunca frente a la agresión militar no provocada e injustificada de Rusia contra Ucrania”.
A continuación, el documento describe el amplio alcance de los desafíos a la seguridad de Europa, pero también en las regiones en las que Europa tiene profundos intereses, desde Medio Oriente y la región del Golfo, pasando por África, hasta la región de Asia-Pacífico, e incluso América Latina. Muchos de estos desafíos se deben a las “crecientes injerencias extranjeras” que tienen su origen en el Kremlin.
Para hacer frente a todo esto, Europa pretende ahora actuar, al unísono y con determinación, para construir una poderosa estructura militar-industrial que pueda entrar en acción cuando y donde los intereses colectivos o incluso individuales puedan verse amenazados.
Hasta ahora, la defensa de Europa dependía de una curiosa mezcla entre el poder de la OTAN, para las naciones de la alianza, y los ejércitos nacionales de todos los niveles imaginables de competencia y financiación. Todos ellos dependen, en gran medida, de un comandante nacional. Ahora, bajo la “Brújula Estratégica”, habrá un mando unificado. También se prevé una estrecha colaboración con la OTAN, las Naciones Unidas y el G-7, que incluye a Canadá y Japón, según el proyecto. Todas las naciones de la Unión Europea, tanto de la OTAN como de fuera de ella, formarán parte de la “Brújula Estratégica”.
Aunque Ucrania no es miembro de la Unión Europea, aunque es un aspirante, no hay nada en la “Strategic Compass” que impida la actuación de estas fuerzas armadas europeas, en caso de que el bloque considere que su seguridad está siendo desafiada, a diferencia de la OTAN.
Sin embargo, la crisis inmediata en Ucrania probablemente no dará lugar a la intervención armada directa de ninguna fuerza europea, sobre todo porque el mecanismo podría tardar un año o más en establecerse, incluso después de su ratificación de esta semana.
Dicho esto, este año Europa acordará “escenarios operativos” para una “Capacidad de Despliegue Rápido de la UE” de 5.000 miembros que comenzará “ejercicios regulares en vivo”, con un despliegue completo para 2025, según el informe. Todas las ramas militares de los países miembros, terrestre, aérea, marítima y de defensa civil, se movilizarán y se integrarán en estos esfuerzos, añadió.
Nada de esto puede ser una buena noticia para el presidente de Rusia Vladimir Putin. Su esperanza era que una invasión de Ucrania fuera recibida con reacciones discordantes, dividiendo a las naciones grandes de las pequeñas, al este del oeste y a las que dependen en gran medida del comercio con Rusia y del acceso a sus recursos naturales, especialmente el petróleo y el gas, de las que son más capaces de mantenerse solas. Y, sobre todo, que la guerra dividiría a Estados Unidos de Europa.
Pero como declara la “Brújula Estratégica”, de nuevo en negrita “Estamos mostrando una determinación sin precedentes para defender los principios de la Carta de la ONU y restablecer la paz en Europa junto con nuestros socios”.
El proceso de redacción comenzó hace dos años y se aceleró hasta el quinto y último borrador de hoy, que pasó de 28 a 47 páginas, y se ha convertido en parte de un modelo más amplio para hacer pagar a Putin. Y una Europa fuerte y unida, con la fuerza militar para respaldarla, es probablemente más que suficiente para lograrlo.
Parece probable que la “Brújula Estratégica” llene algunos agujeros críticos en la capacidad general de Europa para defenderse, y los amplios y a menudo dispares intereses de sus 27 países miembros. Algunos de ellos, como Chipre, Finlandia y Malta, no están en la OTAN y es poco probable que formen parte de la organización en un futuro próximo.
El temor generalizado entre muchos países miembros de la OTAN de verse arrastrados a una guerra que no hayan elegido ellos mismos no tiene cabida en el documento de la “Brújula Estratégica”. Mientras tanto, la existencia de una disposición en el tratado de la OTAN sostiene que un ataque a un miembro es un ataque a todos, y todos los miembros podrían estar obligados a responder.
De hecho, a muchos países miembros de la OTAN les preocupa que cualquier expansión de la alianza, especialmente a las naciones más pequeñas que limitan con Rusia como Ucrania, Georgia o Moldova, en particular, pueda significar que todos se vean arrastrados a una guerra generalizada.
Al mismo tiempo, la existencia de una fuerza militar desplegada en Europa podría representar un estándar por el que medir a la OTAN y sus capacidades de defensa. O ciertamente, calibrar las relaciones de defensa de Europa con Estados Unidos. Dónde y con qué rapidez, por ejemplo, podría entrar en acción esta fuerza europea, mientras que una OTAN más engorrosa, quizá a merced de Estados Unidos, su miembro dominante, podría titubear.
Como dijo el presidente Macron a los periodistas la semana pasada al desvelar su plataforma para la reelección el mes que viene, estaba decidido a “intentar hacer de nuestro país una nación más independiente en una Europa más fuerte”.
En tercer lugar, y quizá lo más importante, para muchas naciones de la OTAN y de fuera de ella, la “Brújula Estratégica” aislará efectivamente al continente de los altibajos e incoherencias del sistema político de Estados Unidos.
En medio de la catastrófica y cada vez más salvaje invasión de Ucrania por parte de Putin, el temor a que Donald Trump y sus rabietas sobre el gasto en defensa de la OTAN no queden permanentemente en el pasado ha reforzado sin duda los argumentos a favor de un ejército europeo propio.
¿Cuál debería ser la respuesta de la OTAN, y especialmente de Estados Unidos, a lo que podría considerarse un desafío directo a sus 73 años de mantenimiento de la paz en Europa? Un apoyo y fomento incuestionables de los fundamentos de la “Brújula Estratégica”.
Está claro que, dado que el poder de la OTAN y la diplomacia estadounidense no lograron intimidar a Rusia para que no lanzara, y ahora prolongue e intensifique, el mayor ataque militar contra el continente europeo desde la Segunda Guerra Mundial, ha llegado el momento de poner a otros actores sobre la mesa.
Joe Biden tiene una oportunidad única de trasmitir el apoyo de Estados Unidos esta semana cuando visite a los líderes europeos que tienen previsto aprobar la “Brújula Estratégica” en su cumbre de dos días que comienza este jueves.
Cualquier vacilación en ese apoyo solo significará para Vladimir Putin y otros que desafían al orden mundial como una victoria que debe ser aprovechada y explotada. Este es el momento de presentar un frente unido, sea cual sea la forma que adopte, contra la autocracia y la agresión, ahora y en el futuro.