(CNN) – “Lituania nos representa. Letonia nos apoya”. En un discurso en video dirigido a los líderes de la Unión Europea el jeves, el presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky, enumeró los países que han mostrado su solidaridad con su pueblo. Luego llegó a Hungría, y su tono cambió. “Hungría…. Quiero detenerme aquí y ser sincero. De una vez por todas. Tienes que decidir por ti mismo con quién estás. Escucha, Viktor, ¿sabes lo que está pasando en Mariúpol?”
El comentario de Zelensky hacía referencia al acto de malabarismo que el primer ministro de Hungría, Viktor Orbán, que se enfrenta a las elecciones parlamentarias de este domingo, ha realizado desde que comenzó la guerra de Rusia contra Ucrania hace poco más de un mes.
La guerra de Rusia contra Ucrania ha llegado a simbolizar el conflicto mundial entre la autocracia y la democracia, y las próximas elecciones en Hungría, a pocos días de distancia, escenifican esa lucha. No está claro si la amistad de una década del populista de derechas Orbán con el presidente de Rusia, Vladimir Putin, le perjudicará en las urnas.
En sus delicadas relaciones con Putin, con los demás Estados miembros de la UE y con los votantes, Orbán ha intentado presentar la neutralidad como el mejor interés de Hungría. Sin embargo, mantenerse al margen de la guerra de Putin será menos factible cuanto más dure el conflicto.
Orbán, siempre nacionalista, justifica su “postura prudente y pragmática” ante la guerra de Rusia como una defensa del bienestar y la seguridad de Hungría.
El mismo día en que Zelensky señaló a Hungría durante su discurso ante la Unión Europea, Orbán publicó en su página de Facebook una foto de los líderes de la OTAN posando y el eslogan: “Apoyamos los intereses húngaros. No dejaremos que Hungría sea arrastrada a esta guerra”. Asimismo, en un mitin celebrado el 15 de marzo, declaró a sus partidarios: “Debemos defender nuestros intereses… Debemos mantenernos al margen de su guerra”.
En realidad, Orbán, el aliado más cercano de Putin en la UE, nunca ha sido neutral cuando se trata de Rusia. Cuando el país se anexionó Crimea en 2014, Orbán se mostró reacio a imponer sanciones de la UE, argumentando que “la seguridad en la región solo puede lograrse con Rusia.” Poco antes de que Rusia invadiera Ucrania, Orbán declaró que 2021 sería el mejor año para las relaciones ruso-húngaras, citando el “respeto” de Putin por Hungría.
Aunque el líder húngaro ha criticado la invasión y ha abierto la frontera oriental del país a los refugiados ucranianos, también ha rechazado todas las medidas que podrían ayudar a la defensa militar de Ucrania, como dejar que se transporten armas a través de su territorio.
Orbán también rechaza las sanciones sobre la energía rusa, que serían las más impactantes contra Putin, que lleva mucho tiempo utilizando los ricos suministros de petróleo y gas de Rusia como palanca con Alemania, Serbia y otras naciones europeas.
Asimismo, Orbán tiene claro su desprecio por la democracia. En doce años de gobierno antiliberal, ha hecho retroceder las libertades de prensa y del poder judicial y ha demonizado a los inmigrantes no blancos en nombre de mantener una Hungría predominantemente blanca y cristiana. Sus leyes represivas contra las personas LGBTQ, que un referéndum celebrado el mismo día de las elecciones pretende impulsar, ya han provocado un procedimiento judicial de la Comisión Europea contra Hungría.
Por eso son importantes las próximas elecciones, que suponen un desafío sin precedentes al poder de Orban. Seis partidos, incluidos sus antiguos aliados del partido de extrema derecha Jobbik, se han unido en una coalición para intentar derrotarle. Liderados por Peter Márki-Zay, un alcalde provincial conservador de 49 años, están unidos en su oposición a lo que Márki-Zay llama la “dictadura corrupta” de Orbán.
Orbán tiene la ventaja en estas elecciones: su control de la maquinaria electoral y del poder judicial hace que las impugnaciones de los resultados electorales sean mucho más difíciles de ganar. La guerra también ha sido una distracción de los problemas económicos de Hungría, y el gobierno apuesta por que las rebajas fiscales y los aumentos de pensiones y salarios influirán más en los votantes que las promesas de la oposición de acabar con los abusos autocráticos.
El control del gobierno de Orbán sobre la cobertura de los medios de comunicación es también una parte clave de cualquier éxito en las urnas. En las elecciones parlamentarias de 2018, la censura y la influencia de los medios de comunicación estatales hicieron que “las opiniones de la oposición ni siquiera pudieran llegar a partes significativas del electorado”, como escribió el analista Gábor Polyak’s. Desde entonces, el control de los medios se ha intensificado. Márki-Zay dice que no le han pedido salir en la televisión desde 2019.
Por último, la guerra es inquietante. Muchos húngaros —sobre todo en el corazón del partido Fidesz de Orbán, fuera del centro de las ciudades— pueden preferir “mantenerse al margen”, viendo la postura pragmática y cautelosa de Orbán como algo sensato.
Por el momento, no parece que la respuesta apagada de Orbán a Putin haya hecho mella en su popularidad, y la carrera electoral parece reñida. Un sondeo del 23 de marzo da a Orbán y a su partido Fidesz un 41% del electorado, y a la oposición un 39%. Sin embargo, aunque Orbán se mantenga en el cargo, su modelo de gobierno, basado en la represión de los derechos, puede resultar menos atractivo, y su solidaridad con Putin, un lastre cada vez mayor.
Una encuesta del think tank Publicus muestra que incluso entre los votantes de Fidesz, el 44% ve el ataque ruso como una agresión. Y el 60% de los encuestados en un reciente sondeo de Euronews considera que Hungría se ha acercado demasiado a Rusia y a Putin.
Hungría también puede verse cada vez más aislada dentro de Europa, ya que su aliado ideológico, Polonia, ve los beneficios de la solidaridad con las democracias. En diciembre de 2020, el Parlamento Europeo aprobó una “condicionalidad del Estado de Derecho” que vinculaba la disponibilidad de fondos de la UE al respeto de la democracia por parte de los Estados miembros.
Antes de que comenzara la guerra, Polonia y Hungría lanzaron un recurso legal contra ella, pero el Tribunal de Justicia Europeo lo rechazó. Orbán depende de los fondos de la UE, últimamente para la ayuda a los refugiados ucranianos, por lo que la aplicación de esta norma podría ponerle las cosas difíciles.
En última instancia, la cobertura de Orbán de la “calma estratégica”, y su deseo de evitar disgustar a Putin, hacen que la coalición de la oposición húngara aparezca como la fuerza resuelta y de principios en la política húngara.
“Tenemos que elegir Europa, Occidente, la OTAN, la democracia, el Estado de Derecho, la libertad de prensa, un mundo muy diferente. El mundo libre”, dice Marki-Zay.
Es probable que ese mensaje cobre fuerza en Hungría, pase lo que pase en estas elecciones.