Chernobyl, Ucrania (CNN) – El repentino tono ensordecedor de un medidor de radiación llena la habitación cuando entra un soldado ucraniano. Aquí es donde vivían los soldados rusos en la planta de energía nuclear de Chernobyl, y los niveles de radiación ahora son más altos de lo normal.
No hay presencia visible de la fuente del material radiactivo en la habitación, pero las autoridades ucranianas dicen que proviene de pequeñas partículas y polvo que los soldados trajeron al edificio.
“Fueron al Bosque Rojo y trajeron material radiactivo en sus zapatos”, explica el soldado Ihor Ugolkov. “Otros lugares están bien, pero la radiación aumentó aquí, porque vivían aquí”.
CNN obtuvo acceso exclusivo a la planta de energía por primera vez desde que volvió a estar bajo control ucraniano.
Los funcionarios de la planta explican que los niveles dentro de la sala utilizada por los soldados rusos están solo ligeramente por encima de lo que la Asociación Nuclear Mundial describe como radiación natural. El contacto de una sola vez no sería peligroso, pero la exposición continua representaría un peligro para la salud.
“Fueron a todas partes, y también se llevaron algo de polvo radiactivo [cuando se fueron]”, agrega Ugolkov.
Es un ejemplo de lo que los funcionarios ucranianos dicen que fue el comportamiento negligente y descuidado de los soldados rusos mientras controlaban el lugar del desastre nuclear de 1986. El área alrededor de Chernobyl, a saber, el Bosque Rojo, sigue siendo el área con mayor contaminación nuclear del planeta, con la mayoría de las partículas radiactivas presentes en el suelo.
Funcionarios ucranianos han publicado imágenes de drones de lo que dicen que fueron trincheras excavadas por soldados rusos en esa área, que es particularmente radiactiva. En un lugar seguro, en los bordes de esa área, CNN vio una caja de raciones militares rusas que exhibía niveles de radiación 50 veces superiores a los valores naturales.
Los soldados rusos mantuvieron Chernobyl durante un mes y se cree que estuvieron operando en áreas contaminadas la mayor parte del tiempo.
“Es una locura, de verdad”, le dijo a CNN el ministro de Energía de Ucrania, German Galushchenko, en la planta. “Realmente no tengo idea de por qué lo hicieron (ir al Bosque Rojo).
“Pero podemos ver que entraron allí, los soldados que fueron allí, regresaron aquí y el nivel de radiación aumentó”.
Aunque Chernobyl no es una planta de energía activa, el sarcófago sobre el reactor que explotó hace casi 36 años necesita mantenimiento para evitar más fugas de radiación. También hay una cantidad considerable de combustible nuclear gastado que debe cuidarse.
“Se supone que ese confinamiento tiene electricidad, se supone que tiene el sistema de ventilación y demás”, explica Galushchenko. “Cuando el país no puede controlar esto, y nosotros somos responsables, Ucrania es responsable de la seguridad, por supuesto, eso es una amenaza”.
Parte de esa amenaza también provenía de cómo los soldados rusos manejaban a los responsables del mantenimiento de las instalaciones nucleares.
[Nuestro personal] estuvo aquí desde el primer día de la ocupación, y solo tenían la posibilidad de ser reemplazados un mes después”, dice. “Cuando la gente está física y moralmente agotada, cuando estás bajo la amenaza de las armas y tienes esta presión diaria de los soldados, es realmente un trabajo muy difícil”.
Volodymyr Falshovnyk, de 64 años, es jefe de turno en Chernobyl. Regresó a la planta de energía el 20 de marzo cuando el ejército ruso permitió que el personal fatigado rotara con sus colegas de la cercana ciudad de Slavutych, donde viven muchos de los trabajadores de la planta.
Él dice que el personal estaba trabajando bajo una tremenda presión, no solo por lo que estaba sucediendo en Chernobyl, sino también por las noticias que recibían del mundo exterior.
“Nuestros familiares comenzaron a llamar y a decir que la ciudad estaba siendo tomada, que había heridos y muertos”, cuenta. “Les preguntamos a los rusos qué estaba pasando y dijeron que no había tropas regulares rusas allí, pero seguíamos escuchando que había bombardeos”.
Falshovnyk también acusó a los soldados rusos de saquear la central eléctrica.
“Nos dieron personal de Rosatom (Agencia Nuclear Rusa) para escoltarnos, y en su escolta recorríamos los almacenes descubiertos. Robaban estos almacenes todo el tiempo”, agrega.
Operar en esas condiciones fue intenso, pero nada comparado con lo que soportó el personal de seguridad.
Los 169 soldados de la Guardia Nacional de Ucrania, que custodiaban las instalaciones, estaban encerrados en el búnker nuclear subterráneo de la época de la Guerra Fría, hacinados en espacios reducidos sin acceso a luz natural, aire fresco o comunicación con el mundo exterior, según el Ministro del Interior de Ucrania.
“Estuvieron aquí durante 30 días sin suficiente iluminación y comida. No se les permitió salir. El último día se los llevaron de aquí a una dirección desconocida”, dice Denys Monastyrskyy, parado dentro del búnker.
El ministro dice que cree que los hombres fueron llevados a Rusia, a través de Belarús, como prisioneros de guerra, pero no lo sabe con certeza.
“Hoy no sabemos nada sobre su destino, lamentablemente”, dice.
CNN mostró el interior del búnker y otros lugares habitualmente ocupados por el personal de la planta, funcionarios ucranianos afirmaron que los soldados rusos habían saqueado el lugar. Ropa, artículos de higiene y otras pertenencias personales estaban esparcidas por todo el piso.
“El ejército ruso revisó toda la ropa ucraniana, objetos personales, como perros, en busca de, probablemente, dinero, objetos de valor, computadoras portátiles”, continúa Monastyrskyy. “Hubo saqueos aquí. El ejército ruso robó computadoras y equipos”.
Moscú ha dicho muy poco sobre lo que hicieron sus soldados en Chernobyl.
La última vez que el Ministerio de Defensa ruso mencionó el sitio nuclear fue el 26 de febrero, confirmando su captura y afirmando que había hecho arreglos para garantizar la seguridad de las unidades de energía, el sarcófago y una instalación de almacenamiento de combustible nuclear gastado.
Chernobyl no es un caso aislado
Funcionarios ucranianos dicen que el comportamiento del ejército ruso y el trato del personal ucraniano en la planta de energía de Chernobyl resalta el peligro que representa la invasión de Moscú a medida que gana el control de las plantas en otras áreas.
Además de los reactores fuera de servicio en Chernobyl, Ucrania tiene cuatro plantas de energía nuclear activas, incluida la más grande de Europa en Zaporiyia. El ejército ruso ocupó esa instalación a principios de marzo, cuando tomó el control del área, bombardeando algunos de los edificios del sitio en el proceso.
“La situación allí también es horrible, especialmente teniendo en cuenta cómo capturaron Zaporiyia porque dispararon contra la estación con armas pesadas”, dice el ministro de Energía, Galushchenko.
“Es realmente un acto de terrorismo nuclear”, añade. “Ni siquiera estoy hablando de que están bombardeando las estaciones así como una situación en la central nuclear de Zaporiyia, pero cuando no tenemos la posibilidad de ser responsables de la seguridad nuclear, existe una amenaza”.
Y a pesar de que Ucrania recuperó el control de Chernobyl, los funcionarios ucranianos temen que los soldados rusos intenten regresar.
“Entendemos que hoy debemos estar preparados para un nuevo ataque a una central nuclear en cualquier momento. Usaremos la mejor experiencia mundial para garantizar que la estación esté protegida ya que la frontera está a solo unas decenas de kilómetros”, dijo el ministro del Interior. Monastyrskyy dice.
“Lo que vemos [en Chernobyl] es un vívido ejemplo de indignación en una instalación nuclear. Es responsabilidad no solo de Ucrania, sino de todo el mundo, mantener las estaciones seguras”, dice. “Todo el mundo vio en vivo cómo los tanques disparaban contra las unidades de energía nuclear [en Zaporiyia]. Esta historia nunca debe repetirse”.
Monastyrskyy dice que para hacer eso, su país necesita apoyo internacional continuo.
“Estamos listos para invertir en el futuro de Ucrania y en la seguridad futura del mundo”, continúa, repitiendo el llamado de su gobierno para que se envíen armas adicionales a Ucrania.
“Hoy pasa a nuestras espaldas la frontera entre el totalitarismo y la democracia, la frontera entre la libertad y la opresión”, dice. “Estamos listos para luchar por ello”.
Daria Markina y Byron Blunt colaboraron con este reporte.