(CNN) – Emmanuel Macron se enfrenta contra Marine Le Pen, en segunda ronda.
Las elecciones presidenciales de Francia serán una revancha de la contienda de 2017, cuando la ultraderechista Marine Le Pen se enfrentó al recién llegado a la política Emmanuel Macron.
Macron ganó aquella contienda por casi dos votos a uno de diferencia.
Pero aunque los candidatos siguen siendo los mismos, la carrera de 2022 se perfila como un asunto muy diferente.
Aquí está todo lo que necesita saber.
¿Cómo funcionan las elecciones?
Para elegir a su nuevo presidente, los franceses acuden a las urnas en dos ocasiones.
En la primera, se presentaron 12 candidatos. Los candidatos se clasificaron para la contienda electoral asegurando el apoyo de 500 alcaldes y/o concejales de todo el país.
Macron y Le Pen fueron los más votados, pero como ninguno de ellos obtuvo más del 50%, y se enfrentan este domingo en una segunda vuelta.
Esta no es la única votación nacional a la que se enfrenta Francia este año: en junio también se celebrarán elecciones parlamentarias.
¿Qué fechas hay que conocer?
Macron y Le Pen celebraron un debate la noche del 20 de abril, que fue emitido por las cadenas francesas France 2 y TF1.
Los candidatos no pueden hacer campaña en la víspera de la votación, ni el mismo día de las elecciones, y los medios de comunicación estarán sometidos a estrictas restricciones informativas desde la víspera de las elecciones hasta el cierre de las urnas el domingo, a las 8 p.m. (2 p.m., hora de Miami).
¿Qué muestran los sondeos?
Una contienda mucho más reñida que la de las elecciones de 2017.
Tanto Macron como Le Pen aumentaron su porcentaje total de votos en la primera ronda de este año en comparación con 2017, pero las encuestas previas a la primera ronda, del 10 de abril, mostraron que Le Pen disfrutó de un aumento tardío de apoyo en marzo.
Los sondeos de Ifop-Fiducial, publicados el 10 de abril, sugieren que Macron ganaría la segunda vuelta contra Le Pen por apenas un 51% a 49%. La ventaja de Macron ha aumentado en los días transcurridos desde que se conocieron los resultados de la primera vuelta, pero dos semanas es mucho tiempo en política, y muchas cosas podrían cambiar de cara al día de las elecciones.
Los analistas políticos suelen decir que los franceses votan con el corazón en la primera ronda, y luego votan con la cabeza en la segunda, lo que significa que primero eligen a su candidato ideal y luego optan por el menos malo en la segunda ronda.
Macron vio cómo se desarrollaba esto en 2017. Él y Le Pen obtuvieron el 24% y el 21,3% de los votos en la primera ronda y luego el 66,1% y el 33,9% en la segunda, respectivamente.
Para ser reelegido, Macron probablemente tendrá que convencer a los partidarios del candidato de extrema izquierda, Jean-Luc Melenchon, para que le apoyen. Melenchon quedó en tercer lugar con el 22% de los votos. Después, Melenchon dijo a sus partidarios que “no debemos dar ni un solo voto a la señora Le Pen”, pero no apoyó explícitamente a Macron.
La mayoría de los candidatos perdedores instaron a sus seguidores a apoyar a Macron para impedir que la extrema derecha gane la presidencia.
Eric Zemmour, un antiguo comentarista de televisión de derecha conocido por su retórica incendiaria, instó a sus seguidores a apoyar a Le Pen.
¿Qué esperan los franceses?
Lo inesperado.
A principios de 2022, las elecciones parecían ser un importante referéndum sobre la creciente popularidad de la extrema derecha francesa. Hace 20 años que un presidente francés no es reelegido, por lo que la votación se perfilaba como una de las contiendas políticas más vigiladas del país en décadas.
Entonces Rusia invadió Ucrania.
Con los ojos de Europa puestos en la sangrienta guerra del presidente ruso, Vladimir Putin, las prioridades han cambiado rápidamente: Las reservas de municiones, la diplomacia de alto riesgo e incluso la amenaza de un ataque nuclear han entrado en el debate nacional.
Macron asumió el papel de estadista de Europa, alejándolo de la campaña electoral, mientras que Le Pen se vio obligada a dar marcha atrás en su anterior apoyo a Putin.
¿Qué más ha cambiado en los últimos cinco años?
El panorama político de Francia, por ejemplo.
La elección de Macron hizo saltar por los aires el centro tradicional de la política francesa. En años anteriores, muchos de sus votantes habrían acudido a los partidos tradicionales de centro-izquierda y centro-derecha, los socialistas y los republicanos.
Pero la alcaldesa de París, Anne Hidalgo, candidata socialista, y Valérie Pécresse, candidata republicana, no consiguieron convencer a los votantes de que abandonaran al candidato centrista ya en el cargo. Ambas obtuvieron menos del 5% en la primera vuelta.
¿Qué más hay que saber sobre Macron y Le Pen?
Emmanuel Macron es un exbanquero de inversiones y exalumno de algunas de las escuelas más elitistas de Francia. Era un novato en política antes de llegar a la presidencia, y esta es solo la segunda elección política a la que se presenta.
Pero ya no es un recién llegado y se presenta con un historial mixto.
Su ambicioso plan para reforzar la autonomía y el peso geopolítico de la Unión Europea le hizo ganarse el respeto en el extranjero y en casa, aunque sus intentos de ganarse a Donald Trump o de impedir el acuerdo sobre los submarinos AUKUS, y sus infructuosos esfuerzos diplomáticos para evitar la guerra en Ucrania podrían considerarse fracasos.
Las políticas internas de Macron son más divisivas y menos populares. Su gestión del movimiento de los chalecos amarillos, una de las protestas más prolongadas de Francia en décadas, fue ampliamente criticada, y su historial sobre la pandemia de covid-19 no es concluyente.
La política emblemática de Macron durante la crisis —exigir a los ciudadanos que muestren una prueba de vacunación para poder hacer su vida con normalidad— contribuyó a aumentar las tasas de vacunación, pero encendió una minoría que se opone a su presidencia.
Antes de la primera vuelta de estas elecciones, Macron se negó a debatir con sus oponentes y apenas ha hecho campaña. Aunque su posición de líder en la carrera nunca ha estado realmente amenazada, los expertos creen que su estrategia ha sido evitar las peleas políticas el mayor tiempo posible para mantener el foco en su imagen como el más presidencial de todos los candidatos.
Marine Le Pen es la figura más reconocible de la ultraderecha francesa. Es la hija de Jean-Marie Le Pen, quien fundó el Frente Nacional, el predecesor del actual partido político de Le Pen.
La joven Le Pen ha intentado cambiar la imagen del partido, que durante mucho tiempo se ha considerado racista y antisemita.
Este es su tercer intento de llegar a la presidencia. Este año y en 2017, superó al historial de su padre en la primera vuelta de las elecciones.
En 2017, Le Pen hizo campaña como la respuesta de Francia a Trump: una incendiaria de derechas que prometía proteger a la olvidada clase trabajadora francesa de los inmigrantes, la globalización y la tecnología que estaba convirtiendo sus trabajos en obsoletos.
Desde entonces, ha abandonado algunas de sus propuestas políticas más controvertidas, como la salida de la Unión Europea.
Pero, en general, su postura económica nacionalista, sus puntos de vista sobre la inmigración, su escepticismo respecto a Europa y su posición sobre el islam en Francia —quiere que sea ilegal que las mujeres lleven velos en la cabeza en público— no han cambiado. “Detener la inmigración incontrolada” y “erradicar las ideologías islamistas” son las dos prioridades de su manifiesto.
Sin embargo, Le Pen ha intentado suavizar su tono, especialmente en torno al islam y la Unión Europea tras el Brexit.
En su lugar, ha hecho una campaña dura en cuestiones de bolsillo, prometiendo medidas que, según ella, aportarán entre 150 y 200 euros (entre US$ 162 y 216) a las arcas de cada hogar, incluida la promesa de eliminar el impuesto sobre las ventas de 100 artículos domésticos.
La estrategia parece haber funcionado.
La actuación de Le Pen en la primera vuelta de las elecciones presidenciales de 2022 fue su mejor resultado en las tres veces que se ha presentado.
¿Cuáles son los principales problemas para los votantes franceses?
El costo de vida es uno de los principales problemas del electorado francés este año. Enfrentados a las consecuencias económicas de la pandemia, los altos precios de la energía y la guerra de Ucrania, los votantes sienten el pellizco, a pesar del generoso apoyo del Gobierno.
Si bien las presiones financieras pueden ser insuficientes para blanquear el extremismo de algunos candidatos en la mente de los votantes, pueden empujar a algunos a buscar respuestas poco ortodoxas a sus problemas.
La lucha en Ucrania está muy lejos de los bistros y cafés de Francia, pero el conflicto está ciertamente en la mente de los votantes. La última semana de marzo, cerca del 90% de los franceses estaban preocupados por la guerra, según Ifop. Teniendo en cuenta el irregular historial de sus contrincantes a la hora de enfrentarse a Putin, es probable que esto haya jugado a favor de Macron hasta ahora.
La crisis medioambiental estuvo notablemente ausente en el debate de la primera vuelta. Aunque la importancia de la protección del clima está ganando terreno en todo el mundo, es una preocupación menor en Francia, que obtendrá el 75% de sus necesidades de electricidad en 2020 de la energía nuclear, según el Ministerio de Medio Ambiente francés. La mayoría de los candidatos en la primera vuelta apoyaron el tipo de desarrollo nuclear que Macron ya ha anunciado, por lo que hay pocas divergencias en este tema.
Sin embargo, Macron y Le Pen han discutido sobre la energía eólica y solar. Le Pen argumenta que ambas son caras e ineficientes –también dice que las turbinas eólicas han dañado el paisaje de la campiña francesa tradicional–, por lo que quiere eliminar las subvenciones para ambas. Macron quiere seguir invirtiendo en ambas tecnologías.
Las campañas de Macron y Le Pen prometen dos visiones muy diferentes para el futuro de Francia.
Macron promete seguir avanzando con una Francia globalizada y centrada en el libre mercado a la cabeza de una poderosa Unión Europea. Le Pen quiere poner patas arriba el statu quo con políticas económicas proteccionistas y una renovación de las relaciones de París con sus aliados y adversarios.
Pero al final, la elección puede reducirse simplemente a qué candidato disgusta menos a Francia: el presidente, que se considera elitista y fuera de onda, o la aspirante más conocida por su retórica incendiaria sobre el islam y su apoyo a los autoritarios.
Con información de Elias Lemercier.