(CNN) – Todos hemos sentido esa ansiedad cuando estás en la zona de recogida de equipajes, esperando a que llegue tu maleta, y todo el mundo parece recibir la suya primero. Normalmente, estás prediciendo algo que no va a ocurrir: tu maleta sale justo cuando crees que se ha perdido para siempre. Pero los peores temores de algunos desafortunados se hacen realidad, y a veces eso significa perder objetos preciosos de gran valor sentimental.
Elliot Sharod fue uno de los desafortunados el 17 de abril. Él y su nueva esposa, Helen, volaban de vuelta de su boda en Sudáfrica, donde Sharod solía vivir, a su casa en el Reino Unido.
Había sido el viaje de su vida: había reservado su boda primero para 2020, pero fue reprogramada para 2021, justo antes de que llegara la variante ómicron del coronavirus.
Finalmente, lo lograron. “Lo era todo para nosotros: veníamos de una emoción total de que por fin ocurriera, de que por fin nos casamos en un lugar que era especial para nosotros”.
Hicieron tres maletas para su complejo viaje a casa: de Johannesburgo a Abu Dhabi; de Abu Dhabi a Frankfurt; y de Frankfurt a Dublín. La reserva se hizo con Etihad, que tenía una ruta directa de Abu Dhabi a Dublín en el momento de la reservación, pero fue cancelada durante la pandemia y les cambió a una ruta de Etihad a Alemania, y luego a un tramo compartido con Aer Lingus a Dublín.
Desde Dublín, el punto de partida de su viaje, ya que los vuelos eran mucho más baratos, debían volar de nuevo con Aer Lingus al aeropuerto de Heathrow en Londres.
Pero cuando llegaron a Dublín, sus maletas no aparecieron.
Por suerte, Sharod tenía un arma secreta: Airtags.
Había comprado tres de estos productos de Apple, que emiten alertas de seguimiento por Bluetooth, y había escondido uno en cada maleta.
“Lo hice porque nuestro itinerario era bastante complejo: viajábamos por varios aeropuertos”, dice. “Era más bien por la seguridad al bajar: el vestido de novia y el traje no estaban en nuestras maletas, pero era para estar tranquilos”.
Así que él y Helen vieron en tiempo real, aliviados, cómo sus maletas llegaban al avión en Frankfurt. Solo había un problema: cuando volvieron a comprobarlo, las maletas se habían trasladado a una zona de la puerta de embarque de Frankfurt. Nunca las cargaron al avión.
“Estábamos molestos, frustrados y cansados, pero seguíamos siendo optimistas: pensamos que las meterían en un vuelo”, dice. “No le dimos más vueltas”.
El personal de Aer Lingus dijo que enviaría las maletas desde Frankfurt a Londres, para entregarlas en el domicilio de los Sharod en Surrey, a las afueras de la capital.
Y efectivamente, la noche siguiente, a las 22 horas, llegó un mensajero. El único problema: solo había dos maletas.
La tercera, la maleta de Helen, que contenía tarjetas de boda, notas escritas a mano del lugar donde se habían alojado, la orden de servicio y los itinerarios que habían hecho para los invitados estaba, según su Airtag, en una dirección aleatoria de Pimlico, en el centro de Londres.
Las repetidas llamadas, correos electrónicos y mensajes de texto a Aer Lingus y a su servicio de mensajería designado, Eagle Aviation, no han servido de nada. Sharod dice que Aer Lingus le ha dicho en diferentes momentos que la maleta fue identificada en su nueva ubicación, llevada a casa de los Sharod, pero que no estaban en el domicilio, por lo que ahora está perdida en el sistema. Mientras tanto, Eagle Aviation no ha respondido a los mensajes a través de su formulario de contacto, ni ha contestado al teléfono.
Así que, tras una respuesta de la oficina de la CEO de Aer Lingus, Lynne Embleton, que le dijo que su equipo estaba investigando, decidió adoptar un nuevo enfoque: grabar videos dirigiéndose a la aerolínea y publicarlos en las redes sociales.
Sharod Incluso preparó una presentación en PowerPoint donde explica la saga a la aerolínea y comparte los mensajes que le envían, a menudo contradictorios.
Sharod dijo a CNN que es “la única manera de llamar su atención, nombrándolos y avergonzándolos”.
Pero su saga, que llega en un periodo de caos de equipajes en los aeropuertos del Reino Unido, que las aerolíneas adjudican a la falta de personal, demuestra que el seguimiento de los clientes de su propio equipaje puede ser una señal de lo que está por venir.
Los Airtags de Apple, lanzados en abril de 2021, cuestan US$ 29, y un paquete de cuatro cuesta US$ 99. Son lo suficientemente pequeños como para esconderlos en una maleta, el de los Sharod está en un calcetín, pero, una vez vinculados a un dispositivo de Apple, pueden ser rastreados hasta su ubicación, con unos metros de error.
En modo “perdido”, emiten señales que son captadas por cualquier producto Apple que se encuentre en las inmediaciones y devueltas a su propietario, lo que significa que un usuario de iPhone que pase por delante de la maleta de Sharod ayudará sin querer a alertarle de su ubicación.
Así es como sabe que el 21 de abril, cuatro días después de la desaparición del equipaje, éste hizo dos viajes, ambos a un par de manzanas de su ubicación en Pimlico. Desde entonces, no se ha movido.
“Helen está destrozada”, dijo. “Es su bolso, su ropa, y tiene esa sensación de inquietud por saber dónde están sus pertenencias”. La pareja cree ahora que fue robado por lo que levantó una denuncia.
Sharod, un “avgeek” o aficionado de la cultura de la aviación, no es el primer viajero frecuente que utiliza Airtags para intentar reconectar con sus maletas. Paul Lucas, influencer “avgeek”, tuiteó la saga de su maleta perdida en un vuelo de TAP de Lisboa a Madrid.
Pudo seguir su viaje por el aeropuerto de Lisboa antes de reencontrarse con ella en España.
El sitio web hermano de CNN, Underscored, describió a los Airtags el mes pasado como los “mejores compañeros de viaje”.
También han recomendado los rastreadores Chipolo y Tile.
Ni Aer Lingus ni Eagle Aviation respondieron a la solicitud de comentarios.