Nueva York (CNN Business) – En diciembre, Time recibió graves críticas por nombrar a Elon Musk la “Persona del año”. Menos de cinco meses después de ese anuncio, es difícil alegar que la revista no dio en el blanco.
Casi ninguna otra persona ha ejercido tanta influencia sobre industrias tan amplias que podrían definir el futuro de la economía global: redes sociales, viajes espaciales, conducción autónoma, transporte eléctrico e inteligencia artificial.
Ahora el director general de Tesla, la empresa de automóviles más valiosa del mundo, y de SpaceX, cuya misión es nada menos que averiguar cómo transportar la vida humana a otros planetas en caso de que la Tierra se vuelva insostenible, se hace cargo de Twitter, la plataforma que cree que es esencial para el futuro de la democracia misma.
Lo ames o lo odies, Musk no solo es la persona más rica del mundo, sino que también es posible que sea la más poderosa.
Haciendo Twitter privado
Twitter ha recorrido un largo camino desde sus primeros días de libertad para todos. La plataforma ha realizado grandes mejoras al moderar el contenido y suspender las cuentas que acosan a otros usuarios o difunden información errónea.
Pero Musk ha dejado en claro que cree que Twitter ha corregido en exceso.
“Creo que queremos ser muy reacios a eliminar cosas y ser muy cautelosos con las prohibiciones permanentes”, dijo Musk a principios de este mes en una conferencia TED. Agregó que los “tiempos fuera” son mejores que las prohibiciones en toda regla.
Al convertir la empresa en privada, Musk enfrentará poca resistencia a la hora de reducir las barreras de moderación de contenido que pusieron sus predecesores. Aquellos que hayan infringido previamente las políticas de Twitter podrían ser reincorporados. El contenido que alguna vez pudo haber desencadenado una advertencia sobre, por ejemplo, información errónea sobre la vacuna del covid, puede volver a ser un juego justo.
“En caso de duda, que exista el discurso”, dijo Musk en la conferencia TED. “Si es un área gris, diría que dejen que el tuit exista. Pero obviamente, en el caso de que haya mucha controversia, no necesariamente querrán promocionar ese tuit”.
Twitter es una fracción del tamaño de Facebook o TikTok, pero su valor radica en su concentración de figuras políticas y mediáticas de élite que lo han convertido en su principal megáfono. Twitter es donde estallan las noticias y las disputas en tiempo real, dirigiendo la conversación nacional en un día determinado. Ninguna otra plataforma ha podido replicar la utilidad de mensajería de Twitter, y no por falta de intentos.
Fue la principal herramienta de comunicación de Donald Trump durante los años previos y durante su presidencia, antes de que Twitter lo expulsó por su papel en la insurrección del 6 de enero. Desde que fue expulsado, Trump ha luchado para hacer despegar su plataforma imitadora, Truth Social.
Trump dijo que no volvería a unirse a Twitter si se le permitiera. Pero muchos creen que finalmente lo hará, dado su enorme éxito al difundir su mensaje en la plataforma.
Musk pronto estará a cargo de esa decisión, una elección que en última instancia podría influir en quién se convierte en el próximo presidente de Estados Unidos.
Innovando caminos y el espacio
Entre las muchas ambiciones de Musk está cambiar fundamentalmente la forma en que los humanos van del punto A al B, así como crear posibilidades completamente nuevas para el punto B, siendo Marte uno.
Hasta ahora, SpaceX, de propiedad privada, ha superado las expectativas en torno a esa noble misión. Incluso superó a Blue Origin de Jeff Bezos para asegurar un contrato de la NASA de casi US$ 3.000 millones para llevar astronautas a la luna.
Las hazañas de ingeniería de SpaceX hasta ahora son notables, si no alucinantes, en relación con su misión declarada de colonizar otros planetas. La compañía ahora transporta regularmente tripulaciones a la Estación Espacial Internacional, y fue la primera en poner en órbita una tripulación totalmente turística en agosto.
SpaceX todavía tiene un largo camino por recorrer, en más de un sentido, pero ha logrado evolucionar desde el proyecto paralelo que suena un poco loco de un multimillonario excéntrico a un accesorio confiable de la industria aeroespacial de EE.UU. Un analista de Morgan Stanley sugirió que SpaceX, más que Tesla, podría ayudar a que Musk sea el primer trillonario del mundo.
También con Tesla, las ambiciones de Musk de un futuro cercano más futurista están a la vista. La compañía, de la que Musk se hizo cargo en 2008, ingresó a un concurrido mercado automotriz de EE.UU. y ha logrado crecer hasta convertirse en una empresa global de un billón de dólares, con mucho, el fabricante de automóviles más valioso del mundo por capitalización de mercado.
Por supuesto, gran parte de ese valor también depende del revuelo y las expectativas de un futuro totalmente eléctrico y autónomo. Musk ha impulsado incansablemente esa visión, a pesar de las incursiones tempranas llenas de baches de Tesla en vehículos semiautónomos. La tecnología de “conducción totalmente autónoma” de la compañía ha sido descrita como inconsistente en el mejor de los casos y aterradora en el peor. El software aún está en versión beta y está lejos de ser completamente autónomo a pesar de su nombre.
Ninguno de los plazos incumplidos de Tesla o las implementaciones de software defectuosas parecieron disuadir a Musk, quien ha hablado de que los automóviles en el futuro conducirán solos por todo el país y que las muertes por accidentes de tránsito posiblemente se reduzcan en un 99%.
A pesar de muchas promesas incumplidas, Musk ha logrado hazañas notables, y subestimar su ambición y capacidades ha llegado a perseguir a sus detractores. Dirige múltiples negocios que podrían definir el futuro del mundo. Y con un valor neto de US$ 257.000 millones, según Bloomberg, Musk tiene la capacidad y el impulso para influir en la conversación global.
Comprar Twitter es solo el último paso.