Nota del editor: Kara Alaimo, profesora asociada en la Escuela de Comunicación Lawrence Herbert de la Universidad de Hofstra, escribe sobre temas que afectan a las mujeres y las redes sociales. Fue portavoz de asuntos internacionales en el Departamento del Tesoro durante la administración Obama. Síguela en Twitter @karaalaimo. Las opiniones expresadas en esta columna pertenecen exclusivamente a la autora.
(CNN) — La historia que el mundo de los negocios siguió ansiosamente durante días llegó a un clímax dramático este lunes: Twitter le dio luz verde a la oferta de compra de Elon Musk en un acuerdo de US$ 44.000 millones, a US$ 54,20 la acción.
Si Musk logra lo que ha propuesto, la venta puede significar la sentencia de muerte para la plataforma. Pero, en el mejor de los casos, también podría motivar la creación de otras redes sociales que sean lugares más seguros y saludables para todos nosotros.
Musk ha señalado abiertamente que cree que Twitter debería ser una plataforma para la mayoría de las expresiones sin restricciones. En una entrevista durante la conferencia TED a principios de este mes, Musk dijo que quería mantener la mayor cantidad posible de discursos legales en la plataforma y no deseaba expulsar usuarios. Aunque, paradójicamente, también mencionó que buscaría tomar medidas estrictas contra el spam y las cuentas falsas conocidas como “bots”, que si bien son molestas y potencialmente peligrosas también son legales.
El mes pasado, Musk tuiteó que “la libertad de expresión es esencial para una democracia que funcione”. Y, en esa línea, preguntó a los usuarios si “creen que Twitter se adhiere rigurosamente a este principio”.
Pero anticipo que permitir formas nocivas de “libertad de expresión” –como la misoginia y el odio– en Twitter, en realidad tendrá el efecto de silenciar a muchas personas y será desastroso para la red social. Eso se debe a que los usuarios reflexivos no van a seguir utilizando voluntariamente una plataforma que los bombardea con abusos.
Y es probable que las primeras personas en huir sean aquellas que reciben lo peor: mujeres y personas de color. Un estudio que realizó The Economist Intelligence Unit en 2020 encontró que el 38% de las mujeres en todo el mundo han experimentado personalmente amenazas en línea como doxeo (publicación de información privada), hackeo, acoso, desinformación y difamación. Por otro lado, el 85% de las mujeres han presenciado un comportamiento así, de acuerdo a la investigación. Según Naciones Unidas, al menos tres cuartas partes de las víctimas del odio en línea en muchos países son miembros de grupos minoritarios.
Una investigación de Pew señala que, si bien es mucho más probable que las mujeres usen Facebook e Instagram que los hombres, es menos probable que utilicen Twitter y Reddit. Precisamente estas son dos plataformas que se han vuelto famosas por el troleo que allí sucede. (Emily Chang, presentadora de Bloomberg Technology, escribe en su libro Brotopia: Breaking Up the Boys’ Club of Silicon Valley que “el odio cibernético es un problema mucho más grande y visible en Reddit y Twitter que en Facebook e Instagram. Porque mi cuenta de Facebook es privada y tengo que aceptar amigos antes de que puedan interactuar conmigo, casi nunca veo comentarios hirientes”).
Esto me dice que las mujeres ya evitan las redes sociales en las que creen que serán víctimas de abuso. Y, si el abuso empeora, tendrá un efecto profundo en el tipo de discusiones que ocurren en la plataforma.
Como señaló la escritora Lindy West en el diario The Guardian, “el troleo en internet puede parecer un problema que únicamente afecta a cierto subconjunto de personas. Pero, eso solo es verdad si crees que vivir en un mundo sin voces diversas –el discurso público moldeado principalmente por hombres blancos, heterosexuales y sin discapacidad– no afectaría profundamente tu vida”.
Es fácil predecir lo que sucederá ahora. Si Twitter se convierte en un lugar que no es inclusivo y empieza a ganar fama por difundir contenido cuestionable y de odio, las figuras públicas no querrán asociarse con él. Y, en últimas, también dejarán de usarlo.
Solo el 22% de los adultos estadounidenses usan Twitter, según una encuesta de Pew de 2019. Pero, la plataforma ejerce una gran influencia en nuestro discurso público porque muchos políticos, líderes empresariales, celebridades y otras personas de alto perfil la utilizan para compartir sus mensajes. Además, los medios, con frecuencia, informan con entusiasmo lo que allí publican estas figuras. Pero los líderes reflexivos y populares no querrán sufrir el daño que implicaría para su reputación asociarse con una plataforma extrema. Como dije antes, esto ayuda a explicar por qué la red social del expresidente Donald Trump, Truth Social, no ha tenido un gran éxito.
Ya hay personas que están tuiteando información dirigida a aquellos que planean abandonar Twitter y piden (con diferentes niveles de seriedad) que recurran a otras plataformas sociales.
Un resultado positivo que podemos esperar de la compra de Musk es que puede catalizar la creación de redes sociales más cívicas. Como el activista de Internet Eli Pariser tuiteó este martes: “Solo digo… que no tenemos que hacer que nuestra infraestructura de comunicaciones sea un juguete para multimillonarios inconstantes e irresponsables. Podríamos construir plataformas sociales de servicio público que Elon nunca podría comprar. Y yo creo que lo haremos”.
Cruzo los dedos para que Pariser, o alguien más con una visión de cómo administrar una red social de manera más responsable que Musk, lo lleve a cabo.
Si Musk hace lo que prometió, sospecho que destruirá la plataforma. Pero queda la esperanza de que tenerlo a la cabeza motive la creación de nuevas redes sociales que realmente sirvan al interés público. Si eso sucede, el resultado será devastador para Musk. Pero también una victoria para los usuarios a largo plazo.