CNNE 1200942 - protestas a favor y en contra del aborto en washington
Así se viven las protestas a favor y en contra del aborto tras el borrador de la Corte Suprema que podría anular el derecho
01:22 - Fuente: CNN

Nota del editor: Frida Ghitis, (@fridaghitis) exproductora y corresponsal de CNN, es columnista de asuntos mundiales. Es colaboradora semanal de opinión de CNN, columnista del diario The Washington Post y columnista de World Politics Review. Las opiniones expresadas en este comentario le pertenecen únicamente a su autora. Ver más opiniones en CNN.

(CNN) – El derecho de las mujeres a decidir si quieren llevar a término un embarazo se está expandiendo a casi todos los rincones del mundo. En América Latina, una región profundamente católica, la llamada Marea Verde está terminando con las restricciones, país por pais. Sin embargo, al norte, Estados Unidos parece estar listo para nadar a contracorriente, eliminando el derecho de las mujeres a decidir por un aborto.

Pero, ¿por qué Estados Unidos parece moverse en dirección opuesta a gran parte del mundo? ¿Qué otros derechos podrían estar en riesgo?

La impactante revelación que la Corte Suprema de Estados Unidos parece lista para derogar Roe vs. Wade, la ley que legalizó el aborto hace décadas, sumó a la impresión que hay en el mundo de que Estados Unidos, durante mucho tiempo bastión de la libertad individual, se está convirtiendo en un país más conservador cada día.

Sin embargo, esa es la conclusión equivocada. El motor de este cambio no es un país más conservador, sino un sistema político más disfuncional.

En las últimas dos décadas, docenas de países han cambiado sus leyes sobre el aborto, y casi todos ellos han hecho que el aborto sea más accesible. En la mayoría de los países desarrollados, el aborto ha seguido estando disponible y no es un tema terriblemente controvertido.

El pueblo estadounidense ha dicho sistemáticamente a los encuestadores que quiere que la libertad garantizada por el caso Roe vs. Wade siga vigente. Encuesta tras encuesta, año tras año, una sólida mayoría de estadounidenses lo ha dejado claro. Y sin embargo, la Corte Suprema, a juzgar por el borrador de la opinión que se acaba de filtrar, ha votado a favor de eliminar un derecho fundamental que se suponía que era “ley establecida”. Dicho esto, la filtración es apenas un borrador y puede que no sea la decisión final del tribunal.

¿Cómo es posible que un sistema democrático elimine derechos establecidos favorecidos por el pueblo del que se supone que emana todo el poder? Eso solo es posible porque el sistema no está funcionando como debería.

La Corte Suprema que, según el documento filtrado, ha votado para arrebatar a las mujeres estadounidenses un derecho fundamental garantizado a cada vez más mujeres en todo el mundo, está formada por jueces cuyo camino hacia el tribunal está plagado de disfunciones democráticas. Cinco de los nueve fueron nominados por presidentes que tomaron posesión tras perder el voto popular pero ganar el Colegio Electoral: Donald Trump y George W. Bush (aunque Bush ganó la mayoría popular para su segundo mandato, no el primero).

El tribunal también tendría un aspecto muy diferente si el senador republicano Mitch McConnell no hubiera incurrido en una artimaña, bloqueando al entonces presidente Barack Obama para que llenara una vacante en el tribunal alegando que se acercaban unas elecciones presidenciales cuando murió el juez Antonin Scalia en febrero de 2016, y Obama aún tenía casi un año en el cargo. Sin ningún signo de vergüenza, en 2020, McConnell aceleró la confirmación de la candidata de Trump, Amy Coney Barrett, después de que la jueza Ruth Bader Ginsburg muriera semanas antes de las elecciones.

Sin esas maniobras turbias, el tribunal podría tener hoy una mayoría liberal y el derecho al aborto no estaría en riesgo.

Parece que ahora, a pesar de la opinión pública, a pesar de la garantía de la Primera Enmienda de la libertad de religión, el punto de vista cristiano fundamentalista de que la vida comienza en la concepción podría dar forma a las leyes del país.

La democracia estadounidense se está tambaleando gravemente. Las elecciones primarias favorecen a los activistas de ambos partidos, promoviendo puntos de vista marginales que no representan la opinión popular. Para empeorar las cosas, la representación desigual significa que un porcentaje cada vez menor de la población elige a un porcentaje cada vez mayor del Senado, ya que cada estado obtiene dos senadores independientemente de su tamaño. Según una estimación, el 30% de los estadounidenses elegirá el 70% del Senado para el año 2040.

Eso significa que las personas que hacen las leyes en Washington tienen puntos de vista que a menudo están en desacuerdo con los del pueblo. Es una de las razones por las que, por ejemplo, la mayoría de los estadounidenses están a favor de mayores restricciones a la posesión de armas, pero el Congreso está paralizado en este tema, en parte gracias a las grandes donaciones de campaña de los grupos proarmas, incluso cuando la violencia con armas deja miles de muertos cada año.

En este momento, sin embargo, la desconexión más alarmante se da entre el país y la Corte Suprema.

La historia de la humanidad, como creía el filósofo Georg Wilhelm Friedrich Hegel, es el progreso de la conciencia de la libertad. La búsqueda de la libertad es el motor de la humanidad. Pero en Estados Unidos, el arco de la historia parece listo para ir en la dirección contraria, y antes de lo que podríamos pensar.

En su proyecto de revocación de Roe vs. Wade, el juez Samuel Alito aludió con toda claridad a otras sentencias que transformaron la vida de millones de estadounidenses: la de Obergfell vs. Hodges, que legalizó el matrimonio entre personas del mismo sexo, y la de Lawrence vs. Texas, que despenalizó las relaciones entre personas del mismo sexo.

Aunque Alito argumenta que el derecho al aborto es diferente de otras sentencias sobre relaciones “íntimas”, se puede ver que su razonamiento sobre el aborto se aplica a esos derechos, cuyas decisiones están incluso menos “arraigadas” que Roe.

Este es un claro mensaje de que la Corte Suprema, y el movimiento político cristiano fundamentalista, podrían pronto apuntar a esas decisiones. El borrador filtrado crearía la base legal para intentar empujar a las personas LGBTQ de vuelta a las sombras. Los políticos ya están sembrando ese terreno, con el objetivo de cosechar votos, sin importar cuántas vidas se destruyan en el proceso.

Los derechos LGBTQ, ahora potencialmente en peligro, están respaldados por grandes mayorías. El apoyo al matrimonio entre personas del mismo sexo lleva años en aumento, y ahora se sitúa en torno al 70%. Y la idea de que las relaciones consensuales entre adultos del mismo sexo deben ser legales es respaldada por casi cuatro de cada cinco estadounidenses.

Pero ni siquiera ese nivel de apoyo puede garantizar la supervivencia de los derechos.

Sin embargo, es muy posible que la ultraderecha esté exagerando. La democracia estadounidense está en crisis, pero está muy viva, y la perspectiva de perder los derechos personales despertará un sentimiento de urgencia y podría impulsar la participación política.

En todo el mundo, los que han estado luchando por conseguir derechos reproductivos, especialmente los grupos de mujeres como los que encabezan la Marea Verde en América Latina, se han visto por su determinación de asegurar sus libertades y por una serie de victorias impactantes. En EE.UU., puede ser necesaria una derrota escandalosa, o quizás el descubrimiento de que una derrota importante es inminente, para transformar el panorama político.

Después de todo, los estadounidenses no están necesariamente fuera de sintonía con el resto del mundo. Son sus políticos, sus jueces y su débil democracia los que lo hacen parecer así.