CNNE 1188568 - rebrote de hepatitis en ninos levanta alerta
Preocupante rebrote de casos graves de hepatitis en niños
00:34 - Fuente: CNN

(CNN Español) – La hepatitis es la inflamación del hígado, un órgano vital de nuestro cuerpo que procesa nutrientes, filtra la sangre y combate infecciones, explican los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés). Más de un millón de personas en el mundo mueren al año por este virus, que tiene cinco tipos principales: A, B, C, D y E. Aquí, los datos claves sobre la enfermedad.

Cómo se transmite la hepatitis

En la mayoría de los casos, la hepatitis A se transmite a través del agua o comida contaminadas (por lo que es común en países de bajos o medianos ingresos con problemas en el acceso al agua potable, explica la Organización Mundial de la Salud, OMS). Estas son las mismas causas de transmisión de la hepatitis E.

La B, mientras tanto, se transmite mediante fluidos corporales como la sangre o el semen.

En el caso de la hepatitis C la sangre también es la principal vía de transmisión. Actualmente, dicen los CDC, la mayoría de las personas contraen el virus por compartir agujas u otros objetos para preparar o inyectarse drogas.

La hepatitis D, que solo puede infectar a gente con hepatitis B, se transmite por contacto sanguíneo o sexual.

Síntomas de la hepatitis

Existen muchas personas con hepatitis que no presentan ningún síntoma o tienen solo síntomas leves, según la OMS.

Los síntomas pueden tardar décadas en desarrollarse, explican los CDC, y aclaran que en casos de infecciones agudas pueden empezar a verse entre dos semanas y seis meses después de la exposición al virus.

Cada forma del virus, según la OMS, puede dar lugar a síntomas más graves. En el caso de las hepatitis A, B y C, las más comunes en Estados Unidos, los síntomas pueden ser malestar, diarrea, fiebre, pérdida del apetito, ictericia y orina oscura. En ciertos casos el virus puede “causar una infección crónica del hígado que, ulteriormente, puede evolucionar hacia una cirrosis (cicatrices permanentes en el hígado) o cáncer de hígado”, dice la OMS. En estos casos existe riesgo de muerte.

En los casos de hepatitis D, que se desarrolla solo en individuos que ya se habían infectado con el virus de la B, puede haber una “evolución más rápida de la cirrosis”, explica la OMS, aunque afirma que los casos de hepatitis D crónica son raros.

La hepatitis E, mientras tanto, comparte varios síntomas con los tipos anteriores, por ejemplo pérdida del apetito, fiebre, náuseas y vómitos. En ciertos casos puede dar lugar a dolor articular o abdominal, erupciones en la piel o escozor. También aquí pueden darse casos de ictericia y orina oscura, así como heces pálidas. Los síntomas de la hepatitis E, según la OMS, también pueden incluir “hígado levemente agrandado y blando (hepatomegalia) y, en ocasiones, insuficiencia hepática aguda”.

Prevención y tratamientos

Existen vacunas contra la hepatitis A, B (y esta protege contra la D) y E. La vacuna contra la hepatitis E, no obstante, no tiene una disponibilidad amplia en la actualidad, según la OMS.

La vacuna que previene la hepatitis B también actúa contra la D. Si se aplica en el momento del parto, explica la OMS, reduce “enormemente” el riesgo de que la madre transmita al hijo el virus.

En el caso de la hepatitis A, los CDC explican que lo que se hace es tratamiento de apoyo para los síntomas.

No todas las personas que tengan una infección crónica por hepatitis B necesitan tratamiento, explica la OMS. No obstante, esta infección se puede tratar con antivirales, y el tratamiento tiene tres ventajas: puede dilatar el desarrollo de cirrosis, “reducir la incidencia del cáncer de hígado y mejorar la supervivencia a largo plazo”, dice la OMS.

En los casos de hepatitis B y E se recomienda a los pacientes que no consuman medicamentos innecesarios por los efectos negativos que puedan tener en la función hepática.

En el caso de la hepatitis C, contra la que no existe una vacuna, los antivirales pueden curar más del 95% de los casos, reduciendo las posibilidades de muerte por cáncer de hígado o cirrosis. Sin embargo, dice la OMS, el acceso al diagnóstico y tratamiento es aún limitado. Según los CDC, los tratamientos pueden curar a la mayoría en un período de 8 a 12 semanas.

Riesgos

En el caso de la hepatitis A (que puede durar de unas pocas semanas a varios meses), la mayor parte de los casos son leves y “las personas se recuperan plenamente y desarrollan inmunidad contra futuras infecciones”, dice la OMS. No obstante, advierten, pueden darse infecciones graves con un riesgo de insuficiencia hepática que pongan en peligro la vida.

La hepatitis B, mientras tanto, puede durar solo unas semanas o convertirse en una condición crónica. Entre el 5%-25% de las personas con infecciones crónicas desarrollan algún tipo de enfermedad hepática como cirrosis, insuficiencia hepática o cáncer de hígado.

El riesgo de que la infección sea crónica, explican los CDC, está vinculado a la edad de las personas. Solo entre el 2% y 6% de los adultos que contraen hepatitis B desarrollan una enfermedad crónica, mientras que la cifra asciende a cerca del 90% en casos de niños muy pequeños.

En el caso de la hepatitis C, según los CDC, más del 50% desarrolla una infección crónica y este tipo de infecciones pueden dar lugar a problemas de salud graves como cáncer de hígado y cirrosis (de hecho, las estadísticas de la institución dicen que entre el 5% y el 25% de aquellos con una infección crónica desarrollan cirrosis en un período de 10 a 20 años). Otro punto a tener en cuenta en este caso es que, como a menudo las personas no se sienten mal, cuando los síntomas aparecen suelen ser señal de que hay una enfermedad hepática avanzada.

La hepatitis D, dicen los CDC, pueden causar una enfermedad seria con daños en el hígado de por vida e incluso llevar a la muerte.

Por último, la hepatitis E, salvo en los casos raros de una infección crónica en personas con el sistema inmunocomprometido, la mayoría se recupera completamente sin complicaciones.