Londres (CNN) – Dice mucho del Festival de Eurovisión el hecho de que los participantes noruegos, dos hombres adultos disfrazados de lobo que cantan sobre plátanos y el inminente consumo de sus abuelos, pasen relativamente desapercibidos este año.
El concurso de canto, tan llamativo y apreciado en el continente, volverá a celebrarse en Turín, Italia este sábado 14 de mayo, pero solo un grupo acapara la atención en los preparativos: la Kalush Orchestra de Ucrania.
El grupo de folk-rap es el gran favorito en las apuestas y su presencia en el concurso ha cautivado a los aficionados de todos los países participantes.
“Mientras hablamos, nuestro país y nuestra cultura están amenazados. Pero queremos demostrar que estamos vivos, que la cultura ucraniana está viva, que es única, diversa y hermosa”, declaró a CNN Oleg Psyuk, líder del grupo.
“Esta es nuestra manera de ser útiles a nuestro país”, dijo.
A primera vista, el grupo de seis miembros parece encajar cómodamente con docenas de sus hermanos más excéntricos en Eurovisión.
La mayoría de los miembros llevan elaborados trajes nacionales, y el rapero Psyuk también luce un sombrero de pescador rosa. Uno de los miembros está tan sumergido en un bordado estampado que solo se le ve la boca, mientras que el contrabajista del grupo está vestido como un ovillo de hilo.
Pero llevar a la Kalush Orchestra al escenario de Eurovisión costó bastante, y su viaje está profundamente entrelazado con la guerra en casa.
El grupo quedó inicialmente en segundo lugar en el concurso de selección nacional de Ucrania, pero fue elevado después de que se descubriera que el ganador había viajado previamente a la Crimea anexionada a Rusia. El 22 de febrero, dos días antes de que las tropas rusas invadieran Ucrania, se presentó el grupo como candidato del país.
“Todos los miembros del grupo están involucrados de alguna manera en la defensa del país”, dijo Psyuk a CNN por correo electrónico.
Uno de los miembros, Vlad Kurochka, se unió a la defensa del territorio y está luchando en el frente, por lo que se necesitó un reemplazo tardío para el concurso. Psyuk, por su parte, se ofrece como voluntario para encontrar refugio a los desplazados internos ucranianos y organiza el transporte de alimentos y medicinas.
El telón de fondo del conflicto complicó los preparativos para Eurovisión. El grupo se vio obligado a ensayar virtualmente hasta que por fin pudo reunirse en Lviv tras semanas de guerra.
Y su canción adquirió un nuevo significado. “Stefania”, cantada en ucraniano, es un homenaje a la madre de Psyuk, que aún vive en la ciudad occidental de Kalush, de la que el grupo toma su nombre. “Algunos días hay misiles que vuelan sobre las casas de la gente y es como una lotería: nadie sabe dónde van a caer”, dijo Psyuk a CNN.
Los organizadores prohibieron a Rusia participar en el concurso en febrero, 24 horas después de una decisión inicial ampliamente criticada, de permitirle participar. La Unión Europea de Radiodifusión (EBU, por sus siglas en inglés) determinó que la presencia del país “desprestigiaría el concurso”.
Belarús, que ayudó a la invasión rusa de Ucrania, ya había sido suspendida por la supresión de la libertad de prensa en el país.
Kalush, por su parte, superó la semifinal del martes y provocó la ovación del público cuando salió al escenario. Eurovisión es un concurso muy difícil de predecir, ya que su sistema de puntuación se basa tanto en los veredictos del jurado como en las votaciones del público de decenas de países, pero Kalush parece una apuesta segura para llevarse la corona este año.
Una victoria ucraniana significaría que el país tendría derecho a ser la sede del concurso del año que viene, pero no es nada seguro que sea posible llevar a cabo un evento como este en Ucrania el próximo mayo.
Psyuk, sin embargo, es optimista. “Creemos en nuestra canción… se ha convertido en una canción sobre la patria”, dijo.
“Si resulta que ganamos, Eurovisión 2023 se celebrará en Ucrania. En una Ucrania nueva, integral… un país reconstruido, próspero y feliz”.
Los favoritos
Kalush Orchestra se une a un grupo de competidores nacionales típicamente heterogéneo en el concurso de este año, y aunque son los claros favoritos al triunfo, otros artistas han llamado la atención de Europa durante los preparativos.
Italia podría llevarse la corona por segundo año consecutivo si los héroes locales Mahmood y Blanco dan un buen espectáculo. Ambos son artistas exitosos en el país; ahora unen sus fuerzas para emular a Maneskin, los rockeros punk que se impusieron por sorpresa el año pasado.
Subwoolfer, el enigmático dúo electro de Noruega, también ha atraído la atención con “Give That Wolf a Banana”.
La pareja afirma que se formó en la luna hace 4.500 millones de años y que nunca se quitan sus máscaras caninas amarillas. Se parecen más a un Daft Punk creado para TikTok, si la legendaria pareja francesa hubiera contratado a David Lynch como director artístico y se hubiera lanzado al circuito de las fiestas infantiles.
Menos “fuera de lo común” son las candidaturas de Suecia, Polonia y Grecia: las tres han aportado baladas que seguramente interesarán a los jurados nacionales.
Y aquí hay algunas palabras que este experimentado reportero de Eurovisión nunca pensó escribir: el Reino Unido podría ganar este año.
Así es: la nación que, en la última década, ha enviado lo que queda de Bonnie Tyler y Engelbert Humperdinck a competir con las promesas europeas, ha aceptado a regañadientes que la modernidad no es solo una moda pasajera, recurriendo a una sensación de TikTok en una jugada para el grupo demográfico europeo menor de 65 años.
“Space Man”, de Sam Ryder, es una propuesta británica inusualmente fuerte que se inspira en Elton John y en el Bowie de la época de Ziggy Stardust, y algunas casas de apuestas creen que Ucrania es la única con más probabilidades de ganar.
Pero el tema se basa en gran medida en las notables acrobacias vocales que ayudaron a Ryder a hacerse viral durante los primeros días de la pandemia, por lo que no puede permitirse una mala noche si quiere romper la maldición de 25 años de Eurovisión del Reino Unido.
Lo mejor (y lo peor) del resto
Italia espera dar un espectáculo el sábado por la noche, para marcar el primer Eurovisión poscovid frente a una audiencia completa. La edición de 2020 fue cancelada, y la del año pasado se celebró con restricciones de público.
Ese concurso marcó la liberación de dos años de rarezas reprimidas, y el tono de este concurso es algo más tradicional en comparación. Pero esto sigue siendo Eurovisión, y sigue siendo raro, así que los espectadores ocasionales que sintonicen exclusivamente para sacudir la cabeza y chasquear la lengua no se sentirán defraudados.
Letonia quedó eliminada con su himno ecológico “Eat Your Salad” que comenzaba con la frase “I don’t eat meat, I eat veggies and p***y”. Como era de esperar, los organizadores les pidieron que omitieran las alusiones a los genitales femeninos, y con ello eliminaron la única característica interesante de la canción.
La serbia Konstrakta comienza su entrada, “In Corpore Sano”, con la pregunta que nos quita el sueño: “¿Cuál podría ser el secreto del cabello de Meghan Markle?”. Luego, sigue con ese tema. “¿Qué podría ser?” canta Konstrakta en su lengua materna. “Creo que se trata de la hidratación profunda”.
El año pasado, la micronación sin salida al mar de San Marino incluyó inexplicablemente a Flo Rida en su canción, y luego obligó al desconcertado rapero a sentarse y ver cómo la gente de Europa menospreciaba su menguante poder de estrella, arrojando al país a un cuarto puesto, de abajo hacia arriba.
Este año, Achille Lauro, un hombre que toma su nombre artístico de un famoso crucero secuestrado, es la apuesta del país más pequeño del concurso. Con una estética tatuada y andrógina y una letra que compara su corazón con un juguete sexual, Lauro es probablemente el chico malo de Eurovisión 2022. (Aunque aún le queda un camino por recorrer para superar a los ganadores del año pasado, que finalmente fueron absueltos de tomar cocaína en directo tras un video viral que provocó una investigación por parte de los organizadores).
Otras apuestas arriesgadas que merecen la pena son las de Stefan, la respuesta estonia a Johnny Cash con un video musical con temática del Oeste, y aunque lo más cercano que está a Clint Eastwood es poder llevar un poncho y mirar sombríamente, su voz gutural y su coro pegadizo podrían poner en apuros a los favoritos.
Y luego están los colados de Australia. Invitada inicialmente en 2015 para celebrar el 60º aniversario del programa, Australia sigue participando cada año, con una caja de vino en la mano, riéndose torpemente de los chistes internos de Europa y esperando conseguir una victoria para los fans más acérrimos que se despiertan de madrugada para ver el programa en su país.
Para ser justos, Australia lo da todo, y se espera que el tema “Not the Same” de Sheldon Riley, el competidor de este año, consiga un final respetable.
Y la popularidad de Eurovisión en el hemisferio sur es un testimonio de su creciente fuerza, incluso en su séptima década.
Recientemente Estados Unidos comenzó a emitir una imitación de este certamen, denominada “American Song Contest”, que los europeos miran con el mismo ceño fruncido que cuando examinan mayonesa de marca propia en una tienda de descuento, y una película de Netflix de 2020 protagonizada por Will Ferrell y Rachel McAdams introdujo a nuevas generaciones al concurso.
Eurovisión, con todas sus rarezas, mantiene un lugar especial en el calendario cultural. Pero ganar tendría un significado único para Kalush Orchestra, y es difícil imaginar un vencedor más popular en la historia del certamen.
“Para nosotros, la victoria significaría la apreciación de la música ucraniana, su singularidad y su belleza”, declaró Psyuk a CNN. “La victoria también levantaría el espíritu del pueblo ucraniano, que no ha tenido ninguna pausa (de) alegría durante más de dos meses”.
Eurovisión se transmitirá el sábado a las 21:00 horas locales (15:00 horas ET), y está disponible en Peacock para la audiencia de EE.UU.
– Xiaofei Xu contribuyó con el reportaje.