(CNN) – Los investigadores encontraron dos nuevas especies de peces coloridos en la cuenca del Amazonas, y ya se encuentran en la lista de especies en peligro de extinción.
Los peces pertenecen a una subfamilia llamada pez ciprínido de agua dulce sudamericano. El descubrimiento eleva a cinco el número conocido de especies de ciprínidos de agua dulce.
Una de las especies, Poecilocharax callipterus, se distingue por sus largas y llamativas aletas de color rojo anaranjado y una mancha oscura en la base de la cola.
La otra especie nueva, Poecilocharax rhizophilus, es el ciprínido de agua dulce más pequeño jamás identificado. Este diminuto pez mide apenas unos dos centímetros de longitud cuando es un adulto. Es de color amarillo brillante con una franja negra a lo largo de los flancos y tiene el vientre entre plateado y blanco.
Un estudio que describe las dos nuevas especies y las amenazas a su entorno, fue publicado el lunes en la revista académica Zoological Journal of the Linnean Society.
La deforestación y otros impactos humanos están empujando la selva amazónica hacia un punto de inflexión que convertiría este ecosistema biológicamente rico y diverso en una sabana de hierba, y esos factores de estrés pueden sentirse tanto bajo la superficie del agua como por encima de ella.
El autor del estudio, Murilo Pastana, investigador postdoctoral del Museo Nacional de Historia Natural del Smithsonian, en Washington, y sus colegas vieron pruebas de ello durante sus expediciones entre 2015 y 2016.
“Fue emocionante encontrar nuevas especies”, dijo Pastana. “Pero en el campo, vimos el bosque en llamas, camiones madereros llevándose enormes árboles y parches despejados convertidos en pastos para el ganado. Esto nos hizo sentir mucha urgencia por documentar estas especies y publicar este trabajo lo antes posible”.
Un hallazgo inesperado
Pastana, nacido en Brasil, y sus colegas emprendieron las expediciones, financiadas por la Fundación de Investigación de São Paulo (FAPESP), para comprender mejor la diversidad y la evolución de peces como los tetras, las pirañas y otros en las vías de la cuenca del río Madeira, rica en biodiversidad piscícola.
Los investigadores empacaron alimentos, provisiones, medicinas e instrumentos científicos para múltiples viajes de dos semanas, durante los cuales el equipo acampó junto a ríos y arroyos, dijo Pastana.
“Estas expediciones son complicadas de organizar y atender. La mayor parte de la Amazonia sigue desconectada de los mapas carreteros de Brasil, y el acceso solo es posible mediante ríos o caminos de terracería”, dijo. “Fuimos a probar lugares que nunca han sido visitados por los científicos”.
La zona es como un límite entre las nuevas ciudades y el bosque nativo a medida que la deforestación avanza hacia el norte, dijo. La región se encuentra a unos 40 kilómetros al norte de la ciudad brasileña de Apuí y alberga una de las mayores tasas de deforestación, lo que significa que las carreteras que ayudaron a Pastana y sus colegas a llegar a los arroyos, afluentes y estanques también forman parte de la creciente pérdida de hábitat.
Cuando los investigadores sumergieron sus redes de pesca y trampas en el agua, se quedaron sorprendidos al encontrar peces que no reconocían.
“La última especie de Poecilocharax se describió en 1965, hace más de medio siglo”, explica Pastana. “Así que ver estos peces en nuestra red fue un gran momento de sorpresa”.
Los científicos fotografiaron y conservaron los peces para estudiarlos en el Museo de Zoología de la Universidad de São Paulo.
El Poecilocharax callipterus fue encontrado en un arroyo de aguas negras, donde las aguas están teñidas por los taninos que se filtran de las hojas caídas y que las vuelven color café. A pesar de un viaje de seguimiento para localizar a este pez en otros cursos de agua, solo se ha encontrado en un único arroyo que abarca unos 4 kilómetros cuadrados.
La segunda especie, el minúsculo Poecilocharax rhizophilus, fue visto escarbando entre las raíces enmarañadas que sobresalen de las orillas de los arroyos fangosos.
“La miniaturización es poco común entre los peces, y solo unos 100 de los 2.700 peces conocidos para el Amazonas se consideran miniatura”, dijo Pastana.
Ya en riesgo
Pastana y sus coautores, entre los que se encuentran Willian Ohara, de la Universidad Federal de Rondônia, y Priscila Camelier, de la Universidad Federal de Bahía, creen que los peces podrían estar ya “bajo amenaza de extinción” y corren el riesgo de convertirse en especies en peligro de extinción.
Dado que el hábitat en el que se encuentran estos peces es pequeño y se está reduciendo, y que pueden ser interesantes para el mercado de los aficionados a los acuarios, Pastana espera que el descubrimiento y la denominación de la especie puedan estimular al gobierno de Brasil a realizar esfuerzos de conservación.
“Perder cualquiera de estas especies sería como perder obras maestras de valor incalculable”, dijo.
Los datos recogidos por Pastana y sus colegas “deberían ser suficientes para clasificar ambas especies como casi amenazadas según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, y el Poecilocharax callipterus podría incluso clasificarse como en peligro crítico”, dijo.
Mientras tanto, la Amazonia sigue siendo vulnerable, ya que continúan las prácticas de minería, tala y agricultura, y a Pastana le preocupa la falta de medidas para restringir estas actividades ilegales.
Es posible que Pastana participe en más investigaciones para comprender mejor las nuevas especies de peces, pero su principal objetivo “serán otras especies que aún carecen de nombre”. Algunas de ellas proceden de zonas con impactos similares y espero que reciban un nombre antes de que su hábitat sea destruido”, dijo.