(CNN) – El aspecto más sorprendente de la solicitud de Suecia y Finlandia para unirse a la OTAN es el poco debate que existe sobre si es una buena idea.
La entrada de las dos naciones nórdicas sería el resultado geopolítico más importante de la guerra de Ucrania, transformando el panorama de seguridad estratégica en el noreste de Europa y agregando cientos de kilómetros de fronteras directas de la OTAN con Rusia.
Durante décadas, incluso durante los momentos más tensos de la Guerra Fría, ninguno de los dos países parecía sentir la necesidad de unirse a la alianza militar occidental a pesar de su proximidad al gigante del Este. Pero eso cambió este año, después de que Putin envió tanques a través de la frontera hacia Ucrania, en febrero.
La primera ministra de Suecia, Magdalena Andersson, calificó este domingo la invasión de Ucrania de “ilegal e indefendible” y se mostró preocupada de que Moscú pueda hacer algo similar “en nuestra vecindad inmediata”. El presidente de Finlandia, Sauli Niinistö, le dijo a CNN el mismo día que la invasión indicaba que Rusia estaba lista para atacar a un “país vecino independiente”.
Muchos analistas creen que uno de los principales objetivos de la invasión de Rusia era debilitar a la OTAN eliminando del tablero la posible futura membresía de Kyiv. Si es así, ha fracasado espectacularmente. La alianza ahora es más fuerte y más unida de lo que ha sido durante años, y pronto podría ser mucho más grande.
Pero la ampliación de la OTAN también podría desencadenar graves repercusiones. Duplicar la frontera directa de la alianza de seguridad con Rusia sería un golpe personal para Putin, quien se ha centrado en socavar la alianza occidental desde que se convirtió en presidente de Rusia por primera vez, hace más de 20 años. Y si Putin sentía que Rusia ya estaba siendo acorralada en su flanco occidental, ¿podría la adición de dos miembros más de la OTAN durante la peor tensión entre Occidente y Moscú en décadas exacerbar la paranoia del líder ruso?
En la década de 1990, el reverenciado diplomático estadounidense George Kennan, el fundador de la política de contención de Rusia durante la Guerra Fría, advirtió que la expansión de la OTAN alienaría a Rusia y provocaría una reacción adversa. Un contraargumento contemporáneo sería que las terribles pérdidas de Moscú en Ucrania, la destreza militar mellada y el fracaso en el asedio de Kyiv muestran que es demasiado débil para hacer algo con respecto a una OTAN en expansión.
¿Por qué importa la unión de Suecia y Finlandia a la OTAN?
¿Y por qué Putin debería tener algo que decir sobre quién se une a la alianza de todos modos?
La respuesta del Kremlin a Finlandia y Suecia no ha sido precisamente tronante hasta ahora. Pero sigue siendo una potencia nuclear formidable y cualquier decisión de mover misiles o armas nucleares tácticas más cerca de las fronteras de la OTAN podría desencadenar un nuevo juego de riesgo en Europa.
También hay un ángulo político interno de Estados Unidos en esto: mientras el presidente Joe Biden se prepara para dar la bienvenida a los líderes de Suecia y Finlandia a la Casa Blanca, el jueves, nadie le ha explicado al pueblo estadounidense por qué ahora deben defender vastas extensiones de la nueva OTAN en territorio europeo. Esa es una omisión significativa dada la hostilidad hacia la OTAN entre los partidarios del expresidente Donald Trump, quien podría terminar en la Casa Blanca en algún momento otra vez.
El resultado más probable sigue siendo que los beneficios superen los riesgos: la ampliación de la OTAN mejorará la seguridad europea y será un baluarte para los valores occidentales.
Pero que tal cambio se esté produciendo sin mucho debate público sobre las consecuencias no le da mucho crédito a las democracias de que la OTAN se creó para defender.