(CNN) – Semanas laborales más cortas destinadas a aumentar la productividad y la felicidad de los trabajadores se están poniendo de moda en partes del mundo como Islandia y el Reino Unido.
Pero en Sri Lanka, golpeada por la crisis, el concepto se trata más de hacer frente a una escasez agobiante de alimentos y combustible.
El país del sur de Asia, que lucha contra la escasez en medio de su peor crisis económica en décadas, anunció el martes que los trabajadores del sector público tendrán los viernes libres durante los próximos tres meses, sin recortes salariales, para que tengan tiempo de hacer crecer sus propios cultivos.
“Parece apropiado otorgar a los funcionarios del gobierno un permiso de un día hábil… para que realicen actividades agrícolas en sus patios traseros o en otros lugares como una solución a la escasez de alimentos que se espera”, dijo el martes el Departamento de Información Gubernamental.
Dijo que la semana más corta también beneficiará a los trabajadores afectados por los cortes de energía y las interrupciones del transporte causadas por la escasez de alimentos y gas.
Se cree que hay hasta 1 millón de trabajadores del sector público en el país. Sin embargo, la semana de cuatro días no se aplicará al personal de “servicios esenciales” que trabaja en hospitales y puertos o en los sectores de energía y agua.
El gobierno, que está en conversaciones con el Fondo Monetario Internacional (FMI) para un paquete de rescate este mes, también está interesado en alentar a las personas a aceptar trabajos en el extranjero para que puedan enviar dinero de regreso.
Dijo que los trabajadores del sector público tendrán licencia sin goce de sueldo de hasta cinco años “sin perjuicio” si deciden tomar un empleo en el extranjero.
Caos e incertidumbre en Sri Lanka
La nación isleña, con una población de 22 millones, se encuentra en medio de su peor crisis financiera y política en décadas. La ira pública estalló en abril, cuando las protestas se tornaron violentas y desorganizaron al gobierno. Varios funcionarios gubernamentales, incluido el primer ministro, han dimitido.
Para muchos habitantes de Sri Lanka, la vida cotidiana se ha convertido en un ciclo interminable de caos e incertidumbre desde que comenzó la crisis.
Diariamente se forman filas serpenteantes para suministros básicos como alimentos y gasolina en todo el país, y muchas tiendas se han visto obligadas a cerrar porque no pueden hacer funcionar los refrigeradores, los acondicionadores de aire o los ventiladores.
Los soldados suelen estar estacionados en las gasolineras para calmar a los clientes frustrados que hacen fila durante horas bajo un calor abrasador para llenar sus tanques. Según los informes, algunos clientes incluso han muerto mientras esperaban.
Los críticos del gobierno han cuestionado la diferencia que supondrá la semana de cuatro días, diciendo que aunque los empleados del sector estatal suelen vivir lejos de Colombo, la mayoría utiliza el transporte público para ir al trabajo.
También dicen que la mayoría son relativamente pobres y no son dueños de su tierra, por lo que es poco probable que cultiven sus propios alimentos.