(CNN Español) – El 7 de agosto será un día histórico para Colombia: asumirá al poder por primera vez un partido de izquierda, luego de una tradición marcada por sucesivos gobiernos de derecha. El presidente electo, Gustavo Petro, deberá enfrentar un país divido. En los comicios del último domingo, el Pacto Histórico logró el triunfo con un 50,44% de los votos, pero su opositor, la Liga de Gobernantes Anticorrupción, de Rodolfo Hernández, alcanzó el 47,31%.
En diálogo con María O’Donnell y Ernesto Tenembaum en el programa Conecta2, el senador Armando Benedetti, jefe de campaña y hombre de confianza de Petro, advierte que uno de los principales desafíos es lograr un acuerdo nacional.
María O’Donnell: Es la primera vez que va a gobernar la izquierda en Colombia. Sin embargo, durante el último tramo de la campaña, Gustavo Petro dio seguridad de que las cosas no iban a cambiar tanto y que no había que asustarse. ¿Qué significa, entonces, que vaya a gobernar la izquierda? ¿Cuál sería el distintivo del nuevo gobierno electo?
Armando Benedetti: Hay que decir de forma muy clara que no es que Petro haya cambiado, lo que cambió fue la estrategia para que lo escucharan y esta vez logramos que mucha gente más lo escuchara. Esa izquierda de la que se está hablando hoy, que nosotros le decimos progresismo aquí en Colombia, no tiene nada que ver con ese comunismo de los años 80 y los años 90. Con lo que sí tiene que ver es con una nueva izquierda que se está implementando, se ha implementado en Europa, que tiene que ver con mucha mayor inclusión social y con que haya realmente un acceso por parte de todos los ciudadanos a la educación, al trabajo, a la salud, que es muy difícil en este país, y también oportunidades de empleo y vivienda.
Si se suman en la primera vuelta los votos del ingeniero Rodolfo Hernández y los de Gustavo Petro son casi un 68%, lo que están diciendo es no querer más de lo mismo. Claman por un cambio. Eso es lo que representa Gustavo Petro. Más que ser de izquierda o de derecha, es un verdadero cambio.
María O’Donnell: Han llamado a un gran acuerdo nacional porque se necesitan, también, mayorías parlamentarias. Una figura clave en la política colombiana es Álvaro Uribe, ¿qué rol imaginan para el expresidente de Colombia en ese contexto?
Armando Benedetti: El acuerdo nacional fue un punto muy importante que Petro tocó en su discurso y que está en el ADN de este Gobierno. De hecho, nos reunimos con los presidentes y los dueños de los grupos económicos más grandes del país y no para pedirles el voto ni financiación de la campaña sino para decirles que este espacio que estamos abriendo aquí de conversación, de consenso, es el mismo que va a haber después de que ganemos. No va a haber ninguna imposición, no se va a jugar a las mayorías sino todo lo contrario.
Un hecho que acaban de revelar otra vez las últimas elecciones es que estamos 50 / 50. Si no entendemos que esto es 50 / 50, estamos destinados al fracaso. Por eso queremos buscar siempre la concertación. Y a título personal, yo, Benedetti, dije que ese acuerdo nacional debía pasar por las manos del presidente Uribe. En la última década, de diez elecciones presidenciales e importantes de este país, Uribe ha ganado ocho. Por lo tanto, lo que habría que hacer es buscar pactar con él sobre lo fundamental en una reforma agraria, en una justicia social, en una justicia tributaria. También en lo que tiene que ver con el medio ambiente, con la transición energética. En esos puntos, en el tema del desarrollo, en la implementación de la paz que se truncó estos cuatro años. Estoy seguro de que se puede llegar a un acuerdo en lo fundamental para que Petro sea el presidente de todos los colombianos y no de una facción del país.
Ernesto Tenembaum: En el discurso tradicional del presidente electo, Gustavo Petro, Uribe era el símbolo de la clase política tradicional que estaba vinculado al capitalismo, al narcotráfico y a la represión. O Uribe cambió o Uribe no era aquel al cual describía el Petro en ese momento. ¿No ve una contradicción?
Armando Benedetti: No veo la contradicción. El lenguaje y las políticas públicas y la actitud de un presidente electo de la República no son los mismos que la de un senador en oposición. Una cosa es ser oposición y otra cosa es gobernar. Estoy seguro de que nosotros no estamos en el plan de gobernar ni de ir a hacer un acuerdo con base en nuestro programa porque si no eso acabaría cualquier tipo de conversación o escenario de consenso. Lo que hay que buscar de esos programas es lo que ellos han propuesto o han implementado y ver cómo se pueden buscar unos puntos en el aspecto fundamental.
María O’Donnell: En un país tan dividido en el que hay dar señales de tranquilidad, ¿no tiene la sensación de que rápidamente puede frustrarse esa demanda de cambio que representó Petro en esta elección?
Armando Benedetti: Sí, esa es una dualidad a la que uno tiene que haberse enfrentado. Lo hicimos en plena campaña. En la campaña no solamente se podía ganar con la izquierda, había que buscar muchas personas de sectores del centro, personas del establecimiento que no fueran contradictorias a ese postulado. Aquí hay que tener ese balance, pero ese balance es mucho más fácil con los nuestros porque el mismo hecho de que haya una vicepresidente mujer, afro, que haya una persona que estuvo en la guerrilla que siempre contribuyó al proceso de la paz, a haber hecho la Constitución de 1991, reconocer eso es un gran cambio de la sociedad.
Como lo advertí anteriormente, no es tan complicado ni tan difícil si se tiene la libertad de gobernar sin tantas ataduras como siempre le ha tocado a los demás gobiernos. Desde ese punto de vista, la gente hoy ya está contenta. Llevo haciendo política 25 o 30 años y nunca en la vida había visto en Colombia que saliera… Ni siquiera en las en las elecciones locales, en Bogotá se llenó la Plaza de Bolívar, estaba lloviendo y la Plaza de Bolívar estaba llena.
En mi ciudad Barranquilla había como 14 o 15 fiestas. En toda la ciudad la gente se salió a las calles a celebrar en los diferentes pueblos; en Cali, que es otra ciudad. Esa alegría sucedió aquí en Colombia porque saben que el cambio está bien conducido por alguien que se da al cambio. Y si se hacen algunas, algunas en algunas curvas en ese sendero, hay que entender que también hay un 50 por ciento de Colombia que no estuvo de acuerdo con la propuesta de Petro o no le gustó o se dejó llevar por algunos fantasmas de expropiación, de que vamos a llevar el país a Venezuela, etcétera.
Entonces ahí es donde viene esa dicotomía que estoy seguro que hay que vivirla en favor de todos los colombianos, no de una sola facción.
María O’Donnell: Con el triunfo de Gabriel Boric en Chile, Pedro Castillo en Perú, el actual gobierno de Alberto Fernández en Argentina, ¿sienten desde el Gobierno electo que son parte de una nueva izquierda latinoamericana? ¿Se sienten afines a los nuevos gobiernos de la región?
Armando Benedetti: Al que más nos sentimos afín es al de Boric y bastante parecido también con lo que sucede en Argentina, Bolivia y lo que va a pasar en Brasil. Para nadie es un secreto que lo que se está formando es un eje donde se van a mimetizar porque finalmente el derrotero es el mismo, el idealismo es el mismo y las propuestas son demasiado parecidas. Creo que se van a reencontrar no sé si al azar o de forma histórica, pero llegamos a un escenario que nos gusta llegar en la región donde está la izquierda, el progresismo andando.
Ernesto Tenembaum: Lo escucho un negociador, un hombre moderado, un hombre que cree que hay que construir mayorías con el que piensa distinto. Las personas que en el mundo son así suelen ser acusadas de traidores, blandos, tibios. ¿Lo está viviendo?
Armando Benedetti: Yo no. Tengo una sorpresa, aquí tengo fama de ser muy reactivo, muy emocional, muy directo, muy de pelea, etcétera. Entiendo el proceso que hemos vivido en los últimos ocho meses. Estuve con Petro ocho meses, siete días a la semana, 24 horas. En la campaña, que fue bastante dura, alcanzamos a hacer entre noviembre y el 29 de mayo para la primera vuelta, no para la segunda, cien manifestaciones. Con esto quiero decirle que, ojalá, no me voy a poner el remoquete del “Nuevo Benedetti”, pero sí entendiendo mucho más maduro y más tranquilo que si no se hace esto que le estoy diciendo, estamos llamados al fracaso.