(CNN) – La primera señal de problemas fue breve. Solo un par de comentarios durante el ajetreo de la vida cotidiana.
Karen Amsden charlaba con su hijo en la entrada de su casa mientras recogía a sus nietos cuando mencionó algo sobre una cita de Ana Frank, una de las más famosas víctimas de los nazis que escribió un inquietante diario antes de ser capturada y asesinada en el Holocausto.
“Dijo algo así como: ‘Eso no es real. El Holocausto no es real’”, recuerda Amsden.
Ella pensó que su hijo estaba bromeando. Ahora dice que está claro que no lo hacía.
Amsden es muchas cosas: abuela de dos niños, trabajadora social desde hace mucho tiempo y, ahora que tiene más de 40 años, también se dedica a actuar en el teatro de su pequeña ciudad de Utah. Asegura también que es la madre de un extremista.
No siempre fue así y Amsden dice que aún espera recuperar al hijo que vio crecer, el que parece haber desaparecido.
“Es complicado”, dice sobre cómo su hijo se alejó de ella, pasando de ser alguien a quien describía como un amigo a ser detenido y acusado de conspirar para interrumpir un evento del Orgullo como miembro del grupo extremista Patriot Front.
“Busco una solución o algún consejo para mí porque siento que las cosas que he intentado no han funcionado”, dijo.
Una madre cuenta cómo un joven pacifista abrazó el odio
Antes era diferente entre Amsden y su hijo, Jared Boyce, quien ahora tiene 27 años.
“Éramos muy unidos”, dijo sobre su único hijo. Mientras crecía en Utah, era amable y cariñoso y tenía amigos de diferentes orígenes y razas, dijo.
Tuvo dificultades, en particular, después de que su padre dejara la familia para vivir como un hombre abiertamente gay, dijo Amsden. Recuerda que la relación de su hijo con su padre se volvió tensa, aunque casi no existió después de que su padre se fue.
Lo que se hizo más evidente fue el aparente deseo de Boyce de encontrar su propio lugar en el mundo.
“No culpo a su padre por lo que Jared decidió hacer, pero ha luchado por encontrar la aceptación”, comentó Amsden.
“En cierto momento le interesaba Buda. Y el pacifismo. Incluso tiene un Buda tatuado en el brazo”, indicó, y añadió que tenía otro tatuaje en el que se leía: “No te rindas ante el odio, la ira y la rabia”.
Pero el odio, la ira y la rabia parecen ser el lugar en el que finalmente encontró su sitio.
Al recurrir a internet en los últimos años cuando su matrimonio se rompía, Amsden dijo que su hijo fue absorbido por un grupo que lo radicalizó y le hizo sentir que tenía que actuar para salvar a la gente del mal.
Cuando CNN se puso en contacto con Boyce para preguntarle por sus puntos de vista, él respondió enviando un mensaje de texto con un video de una drag queen bailando en público frente a una gran audiencia antes de que su disfraz se rompiera y dejara al descubierto sus genitales.
El texto no contenía ningún mensaje. La madre de Boyce lo interpretó como el emblema de la creencia de su hijo de que tiene que trabajar con el Patriot Front para salvar a los niños de ser engañados por los gays.
Reconoció que ese es un concepto falso e intolerante y dice que cree que lo aprendió de Patriot Front, un grupo de odio nacionalista blanco que se formó después de la mortal manifestación “Unite the Right” en Charlottesville, Virginia, según el Southern Poverty Law Center.
Amsden dice que Boyce se unió al grupo en línea en 2018 y ha tratado de convencerla desde entonces de que su “hermandad” en línea es justa y buena.
Dijo que él ha tratado de convertirla con los manifiestos del grupo, pero ella sigue diciéndole que no tiene interés en las personas que arrojan odio contra los homosexuales, los inmigrantes, los negros y más.
Pero no sabe qué hacer.
Un punto de inflexión para la madre, si no para el hijo
Amsden tenía la esperanza de que Boyce se desvinculara del Patriot Front después de que él y otros 30 hombres supuestamente asociados al grupo fueran detenidos tras amontonarse en un camión alquilado con escudos, banderas en largos palos y una bomba de humo. La policía acusó a los 31 de conspiración para cometer disturbios el día del desfile del orgullo gay en Coeur d’Alene, Idaho.
CNN se puso en contacto con el abogado que figura como representante de uno de los hombres, pero no se ha recibido respuesta.
Boyce pasó la noche de su detención en la cárcel, y su madre esperaba que eso le sirviera de llamada de atención, que el grupo en el que estaba metido no era bueno y que podía mantenerlo alejado de sus hijos pequeños, de 3 y 5 años.
Amsden cuidaba a sus nietos ese fin de semana, ya que Boyce dijo que quería ir de campamento. Pero cuando volvió y ella le reprendió por la detención, descubrió que su postura se había endurecido.
En lugar de entrar en razón, estaba más decidido que nunca a que él y sus socios estaban haciendo lo correcto. Y eso llevó a Amsden al límite de su paciencia.
Dice que ha intentado amar a Boyce. Ha intentado tener paciencia con él. Intentó ayudarlo. Le dio a su hijo adulto un lugar donde quedarse cuando su matrimonio se vino abajo. Le dio dinero para gasolina cuando no tenía suficiente. Ha intentado razonar con él. Le ha gritado. Dice que ha discutido y lo ha escuchado.
Y ahora no puede soportarlo más, así que le dijo que se fuera del sótano donde estaba viviendo.
“No le estoy echando de mi casa porque quiera que sufra y se sienta miserable y sin hogar. Solo quiero que se dé cuenta de dónde viene realmente el amor y el apoyo”, dijo.
“No viene de ellos. Él siente que sí. Pero no van a acogerle y ayudarle a encontrar un trabajo”, añadió sobre los hombres de su grupo.
“Lo intenté todo. Eligió el Patriot Front por encima de su familia”, dijo Amsden entre lágrimas. “Es una bofetada en la cara”.
Mantenerse en contacto, pero establecer límites
Amsden dice que está desesperada por mantener a su familia unida, pero no sabe cómo acortar la distancia con su hijo.
El psiquiatra Joseph Ma Pierre dice que ese deseo puede ser valioso.
“Si hablamos de miembros de la familia o de seres queridos, creo que el principio más importante es simplemente intentar mantenerse en contacto”, dice Pierre, que ha estudiado durante décadas por qué la gente se une a los grupos, y es profesor clínico de Ciencias de la Salud en el Departamento de Psiquiatría y Ciencias Bioconductuales de la Facultad de Medicina David Geffen de la UCLA.
“Así, si esa persona decide luego que quiere volver a salir de la madriguera o hacer un cambio, hay algo a lo que volver”.
Pero advierte que aquellos que se acercan a alguien que se ha visto envuelto en el odio o las mentiras deben establecer límites para su propia salud mental, para evitar ser absorbidos.
“Creo que a veces se puede decir: ‘Mira, vamos a tomar un café, pero no vamos a hablar de lo que sea (estresante), de acuerdo, vamos a hablar de otras cosas’”, indicó Pierre.
Esa puede ser la mejor o única opción cuando los familiares y amigos se convierten en “verdaderos creyentes” de una causa y no están dispuestos o son capaces de ser desafiados, dijo.
“Para el verdadero creyente, no es solo la creencia. Se trata de que ‘me defino a mí mismo con base en esa creencia’ y es entonces cuando se vuelve muy difícil de deshacer”, afirmó Pierre a CNN. “En esa etapa, se vuelve muy peligroso (discutir) porque entonces la gente ve la amenaza a la ideología, a la creencia, como una amenaza para ellos mismos”.
En las primeras etapas de la radicalización de una persona, cuando puede ser lo que Pierre llama un “no creyente” que no está realmente conectado, o un “indeciso” cuando alguien está coqueteando con nuevas ideas, otros enfoques podrían funcionar.
No hay una respuesta general porque cada circunstancia implica diferentes circunstancias que llevan a las personas a ese punto, dijo el psiquiatra. ¿Se sienten solos, enfadados, preocupados o asustados? ¿Podrían necesitar ayuda profesional en materia de salud mental?
Y aunque desafiar las creencias puede llevar a las personas a encerrarse más en sus rincones, ofrecer puntos de vista alternativos y pruebas puede valer la pena si alguien se encuentra en las primeras etapas.
Pierre sugiere a quienes se enfrentan a un ser querido con problemas que busquen un grupo de apoyo en el que los demás les comprendan y en el que incluso haya personas que hayan abandonado grupos de odio y extremistas que puedan hablar de por qué se sintieron atraídos y de cómo y por qué cambiaron de opinión.
“Si esperamos que alguna vez salgan de la simbólica madriguera de conejo, tenemos que entender lo que les hizo entrar en primer lugar”, explicó Pierre.
Viajando por Estados Unidos encuentro familias en tensión
Para la mayoría de las familias, no es el extremismo lo que entró en su familia, sino la polarización política la que irrumpió en la ecuación y comenzó a desgarrar sus relaciones.
He escuchado muchas versiones de este escenario en los hogares cuando viajo por Estados Unidos para hacer un reportaje para CNN.
La gente me susurra que ya no se habla con su tía porque es una “liberal socialista loca” que rechaza cualquier idea que tenga algún vínculo con el conservadurismo. Otros me dicen que ya no invitan a su abuelo a estar cerca de sus hijos porque se convirtió en un “loco furioso de la derecha del culto a Trump” que vomita “tonterías xenófobas”.
Algunos estadounidenses también dejaron de lado a sus amigos de toda la vida. Eliminaron a sus conocidos y amigos de su Facebook y otras redes sociales. Desinvitaron a sus colegas a las fiestas. Todo ello porque es demasiado estresante tenerlos cerca cuando se habla de política, religión o cualquier otra cosa importante.
Es posible que tú mismo hayas sentido la tensión en las reuniones sociales. Mucha gente no sabe qué hacer y se aleja. Es demasiado agotador y demasiado tóxico intentar arreglar esta parte de un mundo que ya se siente abrumador.
Una de las cosas que dificulta la lucha contra el extremismo y la polarización es la enorme cantidad de desinformación de la que dispone ahora el público.
“No estamos tratando con el mismo conjunto de hechos”, dice Pierre. “Así que cuando se intenta razonar con el otro se viene de dos mundos diferentes”.
También en este caso hay formas de salvar la distancia, como acordar que no se está de acuerdo en los temas que causan fricción y pasar a otros temas que pueden hacer surgir el entendimiento y devolver la alegría de la unión.
Compartiendo el odio
Pero en cualquier relación que se haya vuelto difícil, puede llegar un punto en el que alejarse puede ser la única manera de preservar la propia salud mental, añadió Pierre.
Esa no es una opción todavía para Karen Amsden. Dice que siempre querrá a su hijo, pero que no es el único que le preocupa.
Teme por los niños, sus preciosos nietos, y por cómo les enseñan a odiar.
“Los dos son niños increíbles”, dice Amsden sobre los chicos.
Pero se le rompe el corazón cuando repiten las creencias extremistas de su padre.
“Salimos en auto y (él) ve una bandera del arcoiris y dice… ‘Mi padre odia la bandera del arcoiris. La bandera del arcoiris es mala’”.